18 mayo 2010

El tiempo es esa espera

"Dios mismo no puede hacer que lo que ha sido no haya sido. ¿Qué mejor prueba de que la creación es una abdicación?

¿Qué mayor abdicación de Dios que el tiempo? (...)

Dios espera como un mendigo que se mantiene en pie, inmóvil y silencioso, ante alguien que tal vez le dé un trozo de pan. El tiempo es esa espera.

El tiempo es la espera de Dios que mendiga nuestro amor.

Los astros, las montañas, el mar, todo lo que nos habla del tiempo, nos trae la súplica de Dios.

La humildad en la espera nos hace semejantes a Dios.

Solamente Dios es el bien. Por eso está ahí y espera en silencio. Cualquier otro que se aproxime o hable emplea algo de fuerza. El bien que no es más que bien no puede más que estar ahí.

Los mendigos que tienen pudor son sus imágenes.

La humildad es una cierta relación del alma con el tiempo. Es una aceptación de la espera. Por eso, socialmente, la marca de los inferiores es el hecho de hacerles esperar. (...)

El arte es espera. La inspiración es espera. Daremos frutos en la espera.

La humildad participa en la espera de Dios. El alma perfecta espera el bien con tanto silencio, inmovilidad y humildad como el mismo Dios. Cristo clavado en la cruz es la imagen perfecta del Padre.

Ningún santo ha podido obtener de Dios, ni que el pasado no haya sido, ni envejecer diez años en un día, ni envejecer un día en diez años, ni.... Ningún milagro puede nada contra el tiempo. La fe que traslada montañas es impotente contra el tiempo. (...)

La aceptación del tiempo y de todo lo que pueda traer -sin ninguna excepción (amor fati)- es la única disposición del alma que es incondicionada con relación al tiempo. Encierra el infinito. Suceda lo que suceda...

Si el contenido agradable o doloroso de cada minuto (incluso cuando pecamos) es considerado como una caricia especial de Dios, ¿en qué nos separa el tiempo del Cielo. El abandono en el que Dios nos deja es su manera de acariciarnos. El tiempo, que es nuestra única miseria, es el contacto de su mano. Es la abdicación por la que nos hace existir."

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Simone Weil, El conocimiento sobrenatural. Cuadernos de América (Mayo-Noviembre 1942). Traducc. María Tabuyo y Agustín López. Editorial Trotta, Madrid, 2003.

13 mayo 2010

El Amor penetró "en los infiernos"

VENERACIÓN DE LA SÁBANA SANTA. MEDITACIÓN DE BENEDICTO XVI: "EL MISTERIO DEL SABADO SANTO". Turín, 2 de mayo de 2010

...Se puede decir que la Sábana Santa es el icono de este misterio, icono del Sábado Santo. De hecho, es una tela sepulcral, que envolvió el cadáver de un hombre crucificado y que corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús, quien, crucificado hacia mediodía, expiró sobre las tres de la tarde. Al caer la noche, dado que era la Parasceve, es decir, la víspera del sábado solemne de Pascua, José de Arimatea, un rico y autorizado miembro del Sanedrín, pidió valientemente a Poncio Pilato que le permitiera sepultar a Jesús en su sepulcro nuevo, que había mandado excavar en la roca a poca distancia del Gólgota. Obtenido el permiso, compró una sábana y, después de bajar el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió con aquel lienzo y lo depuso en aquella tumba (cf. Mc 15, 42-46). Así lo refiere el Evangelio de san Marcos y con él concuerdan los demás evangelistas. Desde ese momento, Jesús permaneció en el sepulcro hasta el alba del día después del sábado, y la Sábana Santa de Turín nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo depositado en el sepulcro durante ese tiempo, que cronológicamente fue breve (alrededor de día y medio), pero inmenso, infinito en su valor y significado.

El Sábado Santo es el día del ocultamiento de Dios (...) en nuestro tiempo, especialmente después de atravesar el siglo pasado, la humanidad se ha hecho particularmente sensible al misterio del Sábado Santo. El escondimiento de Dios forma parte de la espiritualidad del hombre contemporáneo, de manera existencial, casi inconsciente, como un vacío en el corazón que ha ido haciéndose cada vez mayor. Al final del siglo XIX, Nietzsche escribió: «¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado!». Esta famosa expresión, si se analiza bien, está tomada casi al pie de la letra de la tradición cristiana; con frecuencia la repetimos en el vía crucis, quizá sin darnos plenamente cuenta de lo que decimos. Después de las dos guerras mundiales, de los lagers y de los gulags, de Hiroshima y Nagasaki, nuestra época se ha convertido cada vez más en un Sábado Santo (...)Y, sin embargo, la muerte del Hijo de Dios, de Jesús de Nazaret, tiene un aspecto opuesto, totalmente positivo, fuente de consuelo y de esperanza. Y esto me hace pensar en el hecho de que la Sábana Santa se comporta como un documento «fotográfico», dotado de un «positivo» y de un «negativo». Y, en efecto, es precisamente así: el misterio más oscuro de la fe es al mismo tiempo el signo más luminoso de una esperanza que no tiene confines. El Sábado Santo es la «tierra de nadie» entre la muerte y la resurrección, pero en esta «tierra de nadie» ha entrado Uno, el Único que la ha recorrido con los signos de su Pasión por el hombre: «Passio Christi. Passio hominis». Y la Sábana Santa nos habla exactamente de ese momento, es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, compartió no sólo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical.

En ese «tiempo más allá del tiempo», Jesucristo «descendió a los infiernos». ¿Qué significa esta expresión? Quiere decir que Dios, hecho hombre, llegó hasta el punto de entrar en la soledad máxima y absoluta del hombre, a donde no llega ningún rayo de amor, donde reina el abandono total sin ninguna palabra de consuelo: «los infiernos». Jesucristo, permaneciendo en la muerte, cruzó la puerta de esta soledad última para guiarnos también a nosotros a atravesarla con él. Todos hemos experimentado alguna vez una sensación espantosa de abandono, y lo que más miedo nos da de la muerte es precisamente esto, como de niños tenemos miedo a estar solos en la oscuridad y sólo la presencia de una persona que nos ama nos puede tranquilizar. Esto es precisamente lo que sucedió en el Sábado Santo: en el reino de la muerte resonó la voz de Dios. Sucedió lo impensable: es decir, el Amor penetró «en los infiernos»; incluso en la oscuridad máxima de la soledad humana más absoluta podemos escuchar una voz que nos llama y encontrar una mano que nos toma y nos saca afuera. El ser humano vive por el hecho de que es amado y puede amar; y si el amor ha penetrado incluso en el espacio de la muerte, entonces hasta allí ha llegado la vida. En la hora de la máxima soledad nunca estaremos solos: «Passio Christi. Passio hominis».

... Me parece que al contemplar este sagrado lienzo con los ojos de la fe se percibe algo de esta luz. La Sábana Santa ha quedado sumergida en esa oscuridad profunda, pero es al mismo tiempo luminosa; y yo pienso que si miles y miles de personas vienen a venerarla... es porque en ella no ven sólo la oscuridad, sino también la luz; más que la derrota de la vida y del amor, ven la victoria, la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; ciertamente ven la muerte de Jesús, pero entrevén su resurrección; en el seno de la muerte ahora palpita la vida, pues en ella habita el amor. Este es el poder de la Sábana Santa: del rostro de este «Varón de dolores», que carga sobre sí la pasión del hombre de todos los tiempos y lugares, incluso nuestras pasiones, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados —«Passio Christi. Passio hominis»—, emana una solemne majestad, un señorío paradójico. Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en silencio ¿Cómo habla la Sábana Santa? Habla con la sangre, y la sangre es la vida. La Sábana Santa es un icono escrito con sangre; sangre de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho. La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida. Cada traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente la gran mancha cercana al costado, hecha de la sangre y del agua que brotaron copiosamente de una gran herida provocada por un golpe de lanza romana, esa sangre y esa agua hablan de vida. Es como un manantial que susurra en el silencio y nosotros podemos oírlo, podemos escucharlo en el silencio del Sábado Santo.

10 mayo 2010

Identidades narrativas 6. "Tú eres ese hombre" (2 Sm 12,7)


Lo cuenta el Segundo Libro de Samuel: Después de que David, paseando por la terraza, descubriera a Betsabé en el baño, mandara que se la trajeran, le hiciera un hijo y, tras el fracaso de sus estratagemas para ocultar los hechos, diera órdenes para que su marido, el oficial Urías, no saliera vivo del combate, Yahveh le envió al profeta Natán.
Natán, sorteando con habilidad las defensas de la autojustificación y el orgullo, le hace oír su propia historia como si fuera la de otro. En el momento en que David, encolerizado con el relato, decide que aquel otro merece la muerte, Natán le revela: “Tú eres ese hombre”… La visita termina, muy encantadora, verdadera y sencillamente así: “Y Natán se fue a su casa”. Las visitas de Natán son cortas, de otro modo no podrían resistirse.
Natán es el demoledor de las “identidades narrativas”, de los cuentos que nos contamos, bien trabados, presentables y sin fisuras; la luz que Yahveh nos envía, sin manto y sin sandalias pero habilísima hoy igual que entonces, y nos dice que no somos como nos figuramos, sino bastante peores, y, a la vez, que no somos sólo eso, miseria puesta al desnudo, sino bastante más.
De falsas identidades y corazones contritos y humillados, como el que se rompe en el Salmo 51 después de que David reconociera su culpa, habla también la parábola de Jesús que empieza “Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, uno de esos que cobran impuestos para Roma…” (Lc 18, 9-14).
Sin la visita de ese Natán interior, sin esa luz enviada que destruye y reconstruye, y que siéndonos íntima no nos es propia, como sí lo son la razón, la memoria, el orgullo y el deseo –manipuladores y siempre interesados-, no veo cómo podríamos conocernos, ni llegar una chispa más lejos que el famoso barón que pretendía salir del pantano tirándose de los pelos hacia arriba.
Y aun con todo lo anterior, la pregunta por el quién, afortunadamente, no parece tener cumplida respuesta aquí abajo. Quizá sólo tengamos que aprender a vivir en la humildad del no-ser, acoger la incertidumbre, dedicarnos al hacer y dejarnos de preguntas. Porque, además de nuestras culpas, sólo una cosa está clara: que donde se levanta el “tú”, la pregunta por el “yo” desaparece. Es difícil imaginar a Teresa de Calcuta cuestionándose su identidad, o, sin ir más lejos, a mi vecina, la que pasea a su padre, inválido, ciego y hecho un primor, mientras le radia lo que se va encontrando, preguntándose quién soy yo. Yo soy quien te quiere, eso basta.

Resumiendo y terminando, que va siendo hora: Ya lo dijo Víctor Hugo, con la hondura de los grandes poetas y como si respondiera a todos de un tirón, empezando por el oráculo de Delfos y terminando por H. Arendt: “Estoy velado para mí mismo, no sé mi verdadero nombre”. Así es, y ni falta que hace. Nuestro verdadero nombre, así lo espero, nos será dicho.

03 mayo 2010

Identidades narrativas 5. Cuentos chinos

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“Conócete a ti mismo”, decía la famosa inscripción del templo de Apolo. Y en que es algo muy conveniente, desde entonces para acá, estamos todos de acuerdo; en que sea fácil o incluso posible, después de veintitantos siglos dándole vueltas, ya no tanto. Según parece, su sentido original, lejos de pretender lanzar al hombre al buceo introspectivo en busca de su mismidad, era simplemente el de un llamado al respeto de los límites, un aviso contra la desmesura. Pero llegó Sócrates, agarró el oráculo, que para eso son oscuros, contestó muy humildemente: “sólo sé que no sé nada” y empezó la fiesta, y lo de dentro y lo de fuera, y los puentes que se tienden o saltan por los aires, y la verdad y la mentira, y el mentirse.
Porque sí, en principio parece que tenemos los medios necesarios para llegar a conocernos: estamos dotados de razón, de autorreflexión, tenemos memoria y una conciencia que juzga… pero tenemos también una capacidad de fabulación desbordante, y una inmensa habilidad para convertir el autoconocimiento en autoengaño. Y orgullo, mucho. Ya lo advirtió Nietzsche: "Lo hice yo, dice mi memoria; no lo pude hacer yo, dice mi orgullo. Y vence el orgullo". Quizá por eso algunos apuntan a que sólo podemos conocernos en la mirada del otro, aunque los otros muchas veces no ayuden más que a complicar las cosas, que también tendemos a inventar al prójimo, más que a nosotros mismos si cabe.
Fabulaciones, el difícil equilibrio entre realidad y deseo, cordura y locura, verdad y mentira. Cervantes, aunque nos haga simpatizar con el deseo, la locura y la mentira, todavía hablaba en esos términos, los que distinguen lo cierto de lo falso. “Yo sé quién soy –decía Don Quijote- y sé que puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia…” Es decir, una invención, un yo ficticio, noble y enternecedor, pero ficticio. La objetividad aún no había sido abolida, ni la modernidad (la que hizo del Quid est veritas? su lema) había entrado todavía a saco.

Las últimas tendencias sobre este asunto de la identidad, superada la visión positivista y curricular que nos reducía a meros datos biográficos, consideran que somos “estructuras narrativas”. Como dice H.Arendt: “responder a la pregunta quién, es contar la historia de una vida”. Somos biografía contada, o lo que es lo mismo, sujetos narrativos que interpretan los acontecimientos dispersos de su vida y los insertan (o los ensartan) en una trama con sentido. Si el ensartador es la memoria, buena o mala, la imaginación, la conciencia o el orgullo, no hace al caso; sólo importa que el cuento sea bueno, que las piezas encajen -las que no, se ignoran-, que salgamos favorecidos, claro, que parezca convincente. Identidades narrativas, o cuentos chinos, tanto da. Cada uno con el suyo.

¿Qué querría decir Rilke con aquello de que hasta los sagaces animales advierten que no nos sentimos seguros como en propia casa en este mundo interpretado"? ¿Cómo no se dieron cuenta, ni Rilke ni los sagaces animales, de que la estructura narrativa es nuestra casa?
Menos mal que aún nos queda Natán...

23 abril 2010

Identidades narrativas 4. Diálogos entre aurigas


¿A qué alma, qué mirada y qué clase de conocimiento se refería Platón en AlcibíadesI,133: "Cuando un alma desea conocerse, es en otra alma donde debe mirarse"?
Platón se refiere, nos dice más abajo, a "aquel lugar del alma en que se engendra la sabiduría" y "en que residen saber y verdad". Y lo que nos dice, simplemente, es algo tan poco lírico como que el hombre conoce su alma en el diálogo racional que se establece con otra alma racional. Platón, podríamos resumir, nos habla del diálogo entre auriga y auriga. Nada más lejos del "la he visto y me ha mirado, hoy sé quién soy".
Pero ¿de verdad se descubre el hombre en el discurso intelectual?
Todo ese proceso de preguntas y respuestas por el que se destruyen las opiniones infundadas y se alcanza el conocimiento verdadero, entendido como la correcta definición de conceptos, ¿se traduce realmente en un mayor conocimiento de sí? Todos esos interlocutores enredados, confusos y sin argumentos, que terminan suplicando a Sócrates que suelte su discurso y deje de ponerlos en apuros, ¿ven acaso su alma en otra alma?

Tengo que confesar que la lectura de los Diálogos, en aquellas clases lejanas y más aún después, siempre me dejó una especie de mal sabor, una mezcla de solidaridad y simpatía por todos esos interlocutores arrinconados, por todos esos zoquetes derrotados y no mejorados, y algo parecido a la sensación de haber asistido a un alarde de inteligencia brillante y, en el fondo, estéril. Porque del concepto de justicia al ser justos hay un salto insalvable. Porque el auriga concluye, pero no mueve: auriga, carro y caballos, van cada uno a su aire. Porque todo ese ejercicio no tiene nada que ver ni con el alma ni con el sí mismo.
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Hasta que llega San Agustín... y qué gozo escucharle: "no aprendemos nada mediante las palabras... con las palabras no aprendemos sino palabras, o mejor dicho, el sónido y el estrépito de ellas". Y el maestro de retórica se apea de la retórica y señala al maestro interior, al que enseña por medio de una inspiración interior, por medio de una palabra que mueve.
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Otro gozo es la lectura de F. Rosenzweig, el autor del "Libro del sentido común sano y enfermo", "El nuevo pensamiento" y "Estrella de la Redención". Rosenzweig distingue entre el pensador pensante (denkende Denker) y el pensador hablante (Sprachdenker). Al primer grupo pertenecen los filósofos idealistas o esencialistas (las cosas son porque se piensan y somos porque pensamos), desde Platón a Hegel pasando por Descartes y Kant. Al segundo, el sano sentido común y el pensamiento realista y existencialista (pensamos porque somos y porque las cosas son). Este es el pensamiento nuevo. Aquél, metafísica enferma, es pensamiento viejo.
Así, compara los diálogos platónicos con los evangélicos y encuentra que los primeros son pensamiento viejo, lógico, que no precisa del otro, que anticipa las contradicciones (¡aquellos pobres acogotados!) y las resuelve de antemano. Sólo los segundos son realmente dialógicos. El pensamiento dialógico "no puede anticipar nada, no sabe de antemano lo que el otro va a decir; ni siquiera sabe, pues puede que sea el otro quien comience, lo que él va a decir". La existencia dialógica, sigue, se constituye por la primacía del tú sobre el yo, y el diálogo se entiende como acto de amor, ordenado a la verdad.
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Que es lo mismo que decía San Agustín: "Pues no se entra en la Verdad sino por el amor". Como también por el amor se llega al conocimiento de sí. En la mirada del amor nos conocemos. La mirada del amor nos constituye:
...el que no aprende a amar de sí se olvida,
y a si propio se ignora hasta la entraña.
No se conoce bien quien no se baña
dentro de otra mirada: en ella hundida
el alma, como carcel desleída,
como luz asomada de montaña.    [COMO NINGUNA COSA. Leopoldo Panero]


21 abril 2010

Identidades narrativas 3. Mirarse en otra alma

Cont. Identidades narrativas  

SOCRATES.- ¿Pero es una cosa fácil conocerse a sí mismo, y fue un ignorante el que inscribió este precepto a las puertas del templo de Apolo en Delfos? ¿O es una cosa muy difícil que no es dado a todos los hombres conseguir?
ALCIBÍADES.- Para mí, Sócrates, he creído con la mayor evidencia, que es dado a todos los hombres conseguirlo; pero también que ofrece gran dificultad.
[...]
SOCRATES.- ¿Cómo podríamos saber con mayor claridad lo que es en sí [el alma]? Porque, al parecer, si lo supiéramos nos conoceríamos también a nosotros mismos. ¿Acaso no comprendimos bien, por los dioses, el justo precepto de la inscripción délfica que hace un momento recordamos?
ALCIBÍADES- ¿Qué quieres decir, Sócrates, con esta pregunta?
[...]
SOC.- Reflexionemos juntos. Imagínate que el precepto dirigiera su consejo a nuestros ojos como si fueran hombres y les dijera: "mírate a ti mismo". ¿Cómo entenderíamos este consejo? No pensaríamos que aconsejaba mirar a algo en lo que los ojos iban a verse a sí mismos.
ALC.- Es evidente.
SOC.- Consideremos entonces cuál es el objeto que al mirarlo nos veríamos al mismo tiempo a nosotros mismos.
ALC.- Es evidente, Sócrates, que se trata de un espejo y cosas parecidas.
SOC.- ¿Te has dado cuenta de que el rostro del que mira a un ojo se refleja en la mirada del que está enfrente, como un espejo, en lo que llamamos pupila, como una imagen del que mira?
ALC.- Tienes razón.
SOC.- Luego el ojo al contemplar otro ojo y fijase en la parte del ojo que es la mejor, tal como la ve, así se ve a sí mismo. (...) Por consiguiente, si un ojo tiene la idea de verse a sí mismo, tiene que mirar a un ojo, y concretamente a la parte del ojo en la que se encuentra la facultad propia del ojo: esa facultad es la visión.
ALC.- Así es.
SOC.- Entonces, mi querido Alcibíades, cuando un alma desea conocerse, es en otra alma donde debe mirarse, y sobre todo a la parte del alma en la que reside su propia facultad, la sabiduría, o a 
cualquier otro objeto que se le parezca.

Platón. Diálogos. Alcibíades I, 124a, 132c-133b


19 abril 2010

Identidades narrativas 2. Caballero andante o pastor por andar


—Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.
Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías. (I-V)

*****
—... Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte, que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.
Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo sabio no podrás errar en nada.
Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse... (II-XLII)
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*****
... y en breves razones les contó su vencimiento y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea en un año, y que tenía pensado de hacerse aquel año pastor y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y virtuoso ejercicio (...) que lo más principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les vendrían como de molde. Díjole el cura que los dijese. Respondió don Quijote que él se había de llamar el pastor Quijótiz; y el bachiller, el pastor Carrascón; y el cura, el pastor Curiambro; y Sancho Panza, el pastor Pancino. (...)
—¿Qué es esto, señor tío? Ahora que pensábamos nosotras que vuestra merced volvía a reducirse en su casa y pasar en ella una vida quieta y honrada, ¿se quiere meter en nuevos laberintos, haciéndose «pastorcillo, tú que vienes, pastorcico, tú que vas»? (...)
—Callad, hijas —les respondió don Quijote—, que yo sé bien lo que me cumple. Llevadme al lecho, que me parece que no estoy muy bueno, y tened por cierto que, ahora sea caballero andante o pastor por andar, no dejaré siempre de acudir a lo que hubiéredes menester...(II-LXXIII)

Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.


[¿Qué nos dice Cervantes?  ¿Que Don Quijote sabe quién es y el mundo se equivoca? ¿Que no lo sabe; que no quiere saberlo; que ni falta que le hace? ¿Que tendemos a desbarrar y vivir en la impostura; que el mundo real es un asco...? ¿O que la vida real, aunque sea plana y prosaica, tiene más peso específico que los juegos y las ficciones: ahora me planto el yelmo y me tiro al camino, ahora compro unas ovejas y me convierto en Quijotiz...?
Y ese sorprendente destello de sensatez y buen criterio cuando, revestido de Catón, aconseja a Sancho que ponga los ojos en quien es y procure conocerse a sí mismo, ¿a qué se debe? ¿Es un indicio de la conciencia del propio disparate? ¿Muestra simplemente lo bien que sabemos aconsejar a los demás y lo mal que nos aconsejamos? ¿No parece sugerir que vivir es emular, que somos como si fuéramos... y que el acierto o el error de la vida en buena parte se juega en la elección del modelo?]

18 abril 2010

Identidades narrativas 1. Yo no soy yo

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Identidades narrativas. 1 

DONADOR

Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo;
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

Juan Ramón Jiménez (Eternidades)

***

"Oh Dios, mirad que no nos entendemos a nosotros mismos, y que no sabemos lo que queremos y que nos alejamos infinitamente de lo que deseamos".

Santa Teresa de Jesús (Exclamaciones del alma a Dios)_

14 abril 2010

Creados cada día

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"Así como el que no tiene idea de la gracia no la tiene tampoco del cristianismo, el que no tiene noticia de la providencia de Dios está en la ignorancia más completa de todas las cosas. La providencia, tomada en su acepción mas general, es el cuidado que tiene el Criador de todas las cosas creadas. Las cosas existieron porque Dios las crió; pero no existen sino porque Dios cuida de ellas por medio de un cuidado continuo que viene a ser una creación incesante. Las cosas que antes de que fueran no tuvieron en sí razón de ser, no tienen en sí razón de subsistir después de que fueron. (...)

Corren las fuentes porque Dios las manda correr con un mandamiento actual, y las manda correr porque hoy, como en el día de su creación, ve que es bueno que corran; fructifican los arboles porque Dios les manda fructificar con un actual mandamiento, y les da este mandamiento porque hoy, como en el día de su creación, ve que es bueno que los árboles fructifiquen. (...)
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Considerando las cosas desde esta altura, se ve claro que de la misma manera depende de Dios lo que es natural, que lo que es sobrenatural y lo que es milagroso. Lo milagroso, lo sobrenatural y lo natural son fenómenos idénticos sustancialmente entre sí por razón de su origen, que es la voluntad de Dios; voluntad que, siendo actual en todos ellos, es en todos eterna. Dios quiso eterna y actualmente la resurrección de Lázaro, como quiere eterna y actualmente que los árboles fructifiquen; y los árboles no tienen una razón más independiente de la voluntad divina para fructificar que Lázaro para salir después de muerto del sepulcro. La diferencia de estos fenómenos no está en su esencia, puesto que uno y otro dependen de la voluntad divina, sino en el modo, porque en los dos casos la divina voluntad se ejecuta y se cumple por dos diferentes maneras ... Una de estas dos maneras se llama y es natural, y la otra se llama y es milagrosa. Los hombres llamamos naturales a los prodigios diarios, y milagrosos a los prodigios intermitentes. (...)

Volviendo a anudar, para concluir, el hilo de este discurso, diré que la providencia viene a ser una gracia general, en virtud de la cual Dios mantiene en su ser y gobierna según su consejo todo lo que existe, así como la gracia viene a ser a manera de una providencia especial, con la que Dios tiene cuidado del hombre. El dogma de la providencia y el de la gracia nos revelan la existencia de un mundo sobrenatural en donde residen sustancialmente la razón y las causas de todo lo que vemos; sin la luz que viene de allí, todo es tinieblas; sin la explicación que está allí, todo es inexplicable... Lo sobrenatural está sobre nosotros, fuera de nosotros, dentro de nosotros mismos. Lo sobrenatural circunda lo natural y lo penetra por todos sus poros (...) En vano aspiraréis a explicar al hombre sin la gracia y a la sociedad sin la providencia.

Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. Libro Primero, Capítulo VI.

11 abril 2010

Lo que más vale

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Cuando todo se ha perdido:

"...marchábamos a trompicones durante kilómetros, resbalando en el hielo...De vez en cuando yo levantaba la vista al cielo y veía diluirse las estrellas al primer albor rosáceo de la mañana ... Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprehendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor.
Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad —aunque sea sólo momentáneamente— si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente —con dignidad— ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido. Por primera vez en mi vida podía comprender el significado de las palabras: “Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita.”
Delante de mí tropezó y se desplomó un hombre, cayendo sobre él los que le seguían. El guarda se precipitó hacia ellos y a todos alcanzó con su látigo. Este hecho distrajo mi mente de sus pensamientos unos pocos minutos, pero pronto mi alma encontró de nuevo el camino para regresar a su otro mundo y, olvidándome de la existencia del prisionero, continué la conversación con mi amada: yo le hacía preguntas y ella contestaba; a su vez ella me interrogaba y yo respondía.
“¡Alto!” Habíamos llegado a nuestro lugar de trabajo. Todos nos abalanzamos dentro de la oscura caseta con la esperanza de obtener una herramienta medio decente. Cada prisionero tomaba una pala o un zapapico.
“¿Es que no podéis daros prisa, cerdos?” Al cabo de unos minutos reanudamos el trabajo en la zanja, donde lo dejamos el día anterior... Mi mente se aferraba aún a la imagen de mi mujer. Un pensamiento me asaltó: ni siquiera sabía si ella vivía aún. Sólo sabía una cosa, algo que para entonces ya había aprendido bien: que el amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo. Que esté o no presente, y aun siquiera que continúe viviendo deja de algún modo de ser importante. No sabía si mi mujer estaba viva, ni tenía medio de averiguarlo, pero para entonces ya había dejado de importarme, no necesitaba saberlo, nada podía alterar la fuerza de mi amor, de mis pensamientos o de la imagen de mi amada. Si entonces hubiera sabido que mi mujer estaba muerta, creo que hubiera seguido entregándome a la contemplación de su imagen y que mi conversación mental con ella hubiera sido igualmente real y gratificante: “Ponme como sello sobre tu corazón... pues fuerte es el amor como la muerte”. -(Cantar de los Cantares, 8,6.)"
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Monólogo al amanecer:

"En otra ocasión estábamos cavando una trinchera. Amanecía en nuestro derredor, un amanecer gris... Mientras trabajaba, hablaba quedamente a mi esposa o, quizás, estuviera debatiéndome por encontrar la razón de mis sufrimientos, de mi lenta agonía. En una última y violenta protesta contra lo inexorable de mi muerte inminente, sentí como si mi espíritu traspasara la melancolía que nos envolvía, me sentí trascender aquel mundo desesperado, insensato, y desde alguna parte escuché un victorioso “sí” como contestación a mi pregunta sobre la existencia de una intencionalidad última. En aquel momento y en una franja lejana encendieron una luz, que se quedó allí fija en el horizonte, como si alguien la hubiera pintado, en medio del gris miserable de aquel amanecer en Baviera. “Et lux in tenebris lucet”, y la luz brilló en medio de la oscuridad. Estuve muchas horas tajando el terreno helado. El guardián pasó junto a mí, insultándome, y una vez más volví a conversar con mi amada. La sentía presente a mi lado, cada vez con más fuerza y tuve la sensación de que sería capaz de tocarla, de que si extendía mi mano cogería la suya. La sensación era terriblemente fuerte; ella estaba allí realmente."

La ultima voluntad aprendida de memoria:

"Y ahora se disponía por segunda vez el transporte al campo de reposo. Y también ahora se desconocía si era una estratagema para aprovecharse de los enfermos hasta su último aliento, o si su destino serían las cámaras de gas... El médico jefe, que me había tomado cierto apego, me dijo furtivamente una noche a las diez menos cuarto: “He hecho saber en el cuarto de mando que todavía se puede borrar su nombre de la lista; tiene de tiempo hasta las diez.” Le dije que eso no iba conmigo; que yo había aprendido a dejar que el destino siguiera su curso.
Despacio, volví a mi barracón y allí encontré a un buen amigo esperándome... Se le saltaron las lágrimas y yo traté de consolarle. Todavía me quedaba algo por hacer, expresarle mi última voluntad: Otto, escucha, en caso de que yo no regrese a casa junto a mi mujer y en caso de que la vuelvas a ver, dile que yo hablaba de ella a diario, continuamente. Recuérdalo. En segundo lugar, que la he amado más que a nadie. En tercer lugar, que el breve tiempo que estuve con ella tiene más valor que nada, que pesa en mí más incluso que todo lo que hemos pasado aquí."

[No son los valores, los principios, la fortaleza de ánimo lo que nos sostiene en las situaciones límite, nos dice V. Frankl mientras levanta acta, sin disimulo ni adorno, de cómo se desmorona y se rompe un hombre, de la enorme fragilidad de nuestras supuestas virtudes. Sólo el amor y su recuerdo iluminan la existencia y la sostienen, nos devuelven la visibilidad del alma y apuntalan nuestra dignidad. Decía Borges que la lluvia, minuciosa, es una cosa que sin duda sucede en el pasado. Una de las grandes cualidades del amor es la de ser algo -minucioso como la lluvia- que sin duda sucede, siempre, en el presente.]

Viktor Frankl, El Hombre en busca de Sentido (Parte I. Un psicólogo en un campo de concentración), Editorial Herder, Barcelona, 1979.

09 abril 2010

Una hernia estrangulada

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« Je sens contre la bêtise de mon époque des flots de haine qui m'étouffent. Il me monte de la merde à la bouche, comme dans les hernies étranglées. Mais je veux la garder, la figer, la durcir. J'en veux faire une pâte dont je barbouillerais le XIXe siècle, comme on dore de bougée de vache les pagodes indiennes. »

[Siento contra la estupidez de mi época oleadas de odio que me asfixian. Se me sube la mierda a la boca, como en las hernias estranguladas. Pero quiero conservarla, congelarla, endurecerla. Quiero convertirla en una masa con la que embadurnaré el siglo XIX, como se doran con boñiga de vaca las pagodas indias]
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Gustave Flaubert . Carta a Louis Bouilhet, 30 septiembre 1855.

05 abril 2010

El río más grande. (Pero la esperanza... Charles Péguy)

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PERO LA ESPERANZA...

Mais l'espérance, dit Dieu, ... que ces pauvres enfants voient tous les jours comme ça va.
Et que tous les jours ils croient que ça ira mieux le lendemain matin.
Justement le lendemain matin.
Tous les jours depuis qu'il y a des jours.
Et qu'un soleil se lèvera meilleur.
Que tous les matins en se levant ils croient que la journée sera bonne.
Cette journée.
Et que tous les soirs en se coucha
nt ils croient que le lendemain.
Que justement le lendemain, que le jour du lendemain
Sera, fera un bonne journée.
Depuis tant de temps qu'il y a des jours.
Et que ça recommence.
Que tous les démentis ne comptent pas, tant de démentis qu'ils reçoivent précisément tous les jours.
Que les démentis ne soient comme rien, ne les arrêtent pas, que les démentis de tous les jours,
Innombrables comme les jours,
Innombrables dans les innombrables jours, que les démentis
Ne les désabusent pas de cette idée, de cette conviction absurde,
Que le jour d'aujourd'hui sera un jour meilleur,
Un autre jour, un jour nouveau, un jour frais, un jour neuf,
Un jour levant,
Bien lavé,...
Un jour pas comme les autres...
Qu'ils croient quand même, que ce matin, ça va bien,
Ça ça me confond.
Ça ça me passe.
Et je n'en reviens pas moi-même.
Et il faut que ma grâce soit tellement grande. (...)
Que ce soit juste avec cette matière, avec ces innombrables jours mauvais qui pleuvent et qui pleuvent
Qu'ils fassent, qu'ils jaillissent, qu'ils fassent sortir, qu'ils fassent jaillir cette source même de l'espérance.
Ce fleuve le plus grand de tous mes fleuves.
Le seul grand.
Voilà ce que j'admire, moi, qui m'y connais pourtant...
Et il faut que ma grâce soit tellement grande.


La foi que j'aime le mieux, dit Dieu, c'est l'espérance.

[...Pero la esperanza, dijo Dios, ...que esas pobres criaturas vean todos los días cómo van las cosas/ Y que todos los días crean que irán mejor la mañana siguiente
/ Justo la siguiente mañana./ Todos los días desde que los días existen./ Y que amanecerá un sol mejor./ Que todas las mañanas al levantarse crean que el día será bueno./ Este día./ Y que todas las noches al acostarse crean que el día siguiente./ Que precisamente el próximo, que el próximo día/ Será, traerá una buena jornada./ Desde todo el tiempo que hace que existen días./ Y que eso recomience./ Que ninguno de los desmentidos cuente, con la de desmentidos que reciben precisamente cada día./ Que los desmentidos sean como nada, no los detengan, que los desmentidos de todos los días,/ Incontables como los días,/ Incontables en los incontables días, que los desmentidos/ No los desengañen de esta idea, de esta convicción absurda:/ Que el día de hoy será un día mejor,/ Otro día, un día distinto, un día fresco, un día nuevo,/ Un día que nace,/ Bien lavado.../ Un día diferente a los otros.../ Que incluso crean,  que esa misma mañana, todo va bien,/ Eso... eso me confunde./ Eso... eso me sobrepasa./ Y ni yo mismo salgo de mi asombro./ Y qué inmensa ha de ser mi gracia. (...) Que sea precisamente con esa materia, con esos innumerables días malos que llueven y llueven/ Con lo que hacen, con lo que alumbran, con lo que hacen salir, con lo que hacen brotar esa fuente misma de la esperanza.../ Ese río, el más grande de todos mis ríos./ El único grande./ Eso es lo que me admira, a mí, aunque me reconozca en ello./  Y qué inmensa ha de ser mi gracia.//
La fe que sobre todas amo, dijo Dios, es la esperanza// ]

Charles Péguy, Le Porche du mystère de la deuxième vertu. Préface et notes de Jean Bastaire, Éditions Gallimard, Paris 2006  [la  traducción, claramente mejorable,  es  propia]

30 marzo 2010

Bitterlich

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Pedro replicó: - «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.»
Jesús le contestó: - «¿Conque darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.» 
Cinco capítulos más adelante, en Juan 18:27, el episodio de las negaciones de Pedro finaliza con un lacónico: "Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo".

En el Evangelio de San Juan, Pedro no llora, tampoco nos dice que Jesús lo mire. Es terrible ese dolor seco, no visto, no lavado. Casi se siente la necesidad de correr al texto de Lucas para descubrir la mirada de Cristo: Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro (Lc 22, 61); para encontrarse con Pedro deshecho en llanto: y saliendo afuera, lloró amargamente (Lc 22,62). Qué consuelo esos ojos, qué alivio, por fin,  esas lágrimas.

Aquí os dejo la plegaria de arrepentimiento más conmovedora que conozco: Erbarme Dich, mein Gott (Aria para contralto, violín solo, cuerda y bajo continuo, de la Pasión según San Mateo. BWV 244).

Inmediatamente después del recitativo que termina "y saliendo fuera, rompió a llorar amargamente", ese llanto de amargura se convierte en aria:  del violín brota un río de pena, del bajo continuo caen a tierra, una tras otra, las lágrimas.

Dirige la Pasión mi querido Karl Richter. Interpreta el aria, pura desolación, Júlia Hamari:


El texto del aria dice:
Erbarme Dich,
mein Gott. Um meiner Zähren willen,
schaue hier.
Herz und Auge weint vor Dir
bitterlich.
Erbarme Dich!

(Compadécete, Dios mío. A mis lágrimas vuelve tu mirada.
Corazón y ojos lloran ante ti amargamente. Compadécete)


[Para los que no entran a los comentarios, me traigo aquí esta joya de mi querido amigo Santiago:
"Llora el ojo y el corazón, que es tanto como decir que llora todo el ser, y llora al modo como sabía hacerlo Bach, cara a cara con Dios, que por algo en su Iglesia el hombre se enfrenta a Dios sin intermediarios. Es un llanto que espera (y confía) en el perdón, es amargo pero no desesperado; por eso la coral que va después afirma, sin ningún pudor, que no niega su culpa y que la misericordia de Dios es mucho más grande que sus pecados.
El timbre de la contralto da al violín una entonación sombría, dulce y melancólica: Bach, el genio inconmensurable de Bach, nunca se equivoca al elegir la voz adecuada con los intrumentos adecuados y las palabras precisas. La versión que nos recomiendas es excelente, pero hay otras también muy buenas. Para mí, la mejor es una, cualquiera, de las que se oyen estos días en las iglesias de barrio alemana, con pocos músicos, pocos cantantes y un público de respiración contenida que, por respeto al lugar, se va después del último coro sin aplaudir y sin hablar por no romper la bendición de tres horas de oración pura."]

27 marzo 2010

Viernes de Dolores

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Esquilo. Es una ley, sufrir para comprender.

San Agustín. No es bueno sufrir, pero es bueno haber sufrido.

Donoso Cortés. Pasea toda la tierra en ancho y en largo, vuelve los ojos atrás, tiéndelos adelante, devora los espacios y recorre los tiempos, y ninguna otra cosa hallarás en los dominios de los hombres sino esto que ves aquí: un dolor que no remite y una lamentación que nunca acaba. Y ese dolor, aceptado voluntariamente, es la medida de toda grandeza; porque no hay grandeza sin sacrificio, y el sacrificio no es otra cosa sino el dolor voluntariamente aceptado. Los que el mundo llama héroes son aquellos que, siendo traspasados por un cuchillo de dolor, aceptaron voluntariamente el dolor con su cuchillo. Los que la Iglesia llama santos son aquellos que aceptaron todos los dolores, los del espíritu y los de la carne juntamente.
El género humano ha sido unánime en reconocer una virtud santificante en el dolor. Por esta razón se observa que en todos los tiempos, en todas las zonas y entre todas las gentes, el hombre ha rendido culto y homenaje a los grandes infortunios. Edipo es más grande en el día de su infortunio que en los tiempos de su gloria... El hombre, sin saber cómo, se inclina siempre del lado del vencido: el infortunio le parece más bello que la victoria. Sócrates es menos grande por la vida que vivió que por la muerte que le dieron... él debe menos a la filosofía que a la cicuta. (...)-
El dolor pone una cierta manera de igualdad entre todos los que padecen, lo cual es ponerla en todos los hombres, porque padecen todos; por el gozar nos separamos, por el padecer nos unimos con vínculos fraternales. El dolor nos quita lo que nos sobra y nos da lo que nos falta, poniendo en el hombre un perfectísimo equilibrio: el soberbio no padece sin perder algo de su soberbia, ni el ambicioso sin perder algo de su ambición... el duro no padece nunca sin sentirse más inclinado a compasión, ni el altivo sin encontrarse más humilde; el violento se amansa, el flaco se fortalece. Ninguno sale peor que entró de esa gran fragua de los dolores; los más salen de ella con altísimas virtudes que nunca conocieron; (...)
... adondequiera que tienda su vista o enderece sus pasos el hombre, se encuentra con el dolor, estatua muda y llorosa que siempre tiene delante. El dolor tiene de común con la divinidad que es para nosotros a manera de círculo que nos contiene. A él vamos igualmente cuando gravitamos hacia el centro y cuando corremos hacia la circunferencia, y correr y gravitar hacia él es correr y gravitar hacia Dios, hacia el cual corremos con todos nuestros pasos y gravitamos con todas nuestras gravitaciones.

Léon Bloy. Habría que escribir un libro para demostrar con genio esta verdad sin embargo tan elemental, la de que es necesario haber sufrido para ser capaz de amor. El amor es un acto de la voluntad, pero el dolor es siempre una revelación anterior a ese mismo acto, porque el hombre tiene en su mísero corazón lugares que todavía no existen, en los que el dolor entra para que existan. Por ese motivo, el martirio, es decir la aceptación completa de todo el dolor posible, precipita en un instante el alma en el amor perfecto... Podemos verlo en la historia de los santos, y más o menos comprenderlo. Pero parece evidente que Dios aquí no lo hace todo de una manera sobrenatural, sino que actúan las leyes mismas del ser humano. (...)
¡Oh, Dios mío, qué grandes cosas podrían decirse sobre el dolor considerado metafísicamente! Por mi parte, no dejo de pensar en ello, y cuanto más reflexiono sobre ese grave e inflexible designio de nuestros corazones, con el que el hombre se encuentra por doquier - “estatua muda y llorosa que siempre tiene delante”- más bello lo encuentro, más benéfico, santo y divino. El dolor es la punta de diamante con la que entré en mi propio corazón, es el santo velo en el que quedó impreso el rostro sangrante de nuestro dulce Salvador crucificado. Se sabe que las estrellas ocupan siempre el mismo lugar en el cielo, pero según los diferentes estados de la atmósfera, a veces parecen más distantes, y a veces mucho más próximas, como lágrimas de luz a punto de caer sobre la tierra. Lo mismo ocurre con Dios. La alegría lo hace parecer alejado, mientras que la aflicción lo acerca y lo hace como habitar en nosotros. .. Un corazón sin aflicciones es como un mundo sin Revelación. No se ve a Dios sino a la débil luz del crepúsculo. Nuestros corazones están repletos de ángeles cuando están llenos de aflicciones. (...)
Es en las tinieblas de la naturaleza donde encontramos realmente la cercanía de Jesús. Y es cuando las criaturas a las que queremos están ausentes, mi tierno amigo, cuando somos sostenidos por el abrazo sensible del Creador... Es el Dolor quien nos lo revela... Durante un instante quedamos a ciegas…, después, gradualmente, la blanca figura de Jesús se destaca en medio de la oscuridad profunda... Aquí está, todo nuestro, así es como nos lo revela el alejamiento de las criaturas. Siempre estuvo ahí, siempre del mismo modo en nuestras almas, sólo estaba eclipsado por el falso brillo de las criaturas. Aparece, al fin, en la noche, como las estrellas.

Luis Rosales. Las personas que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir .


[Los parrafos de Donoso Cortés pertenecen al Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. Los de Léon Bloy, que, como puede verse, conocía la obra de Donoso, a Lettres de jeunesse 1870-1893, en traducción de esta servidora. Las citas de Esquilo y Luis Rosales están cogidas de aquí y de allá y no consigo ubicarlas. (Nota 1: corregidas y ubicadas en los comentarios). 

25 marzo 2010

ni división, ni duda...

-
Mara- y- Tacoa
...te preocupas y agitas con muchas cosas;
en verdad sólo una es necesaria. María ha
escogido la mejor parte, y no le será quitada.
Lc,10
No sé dónde estarán, igual que tantas cosas,
de estar en algún sitio —sin sitio— pero a veces
me recuerdan a aquellas criaturas de un fósil
que de pronto aletean dando vida a las piedras.

No sé dónde estarán, pero siempre me llaman,
cada vez que despierta también desde su huella
la locura que espera, saltando sobre el tiempo,
volver a acariciarlos, cuando el tiempo termine.

No sé dónde ni cómo pero los veo ahora,
como todo lo mío, de un color de resina,
tras un fanal brillante, tan terso y tan pulido
como el cristal que parte los lados de un espejo.

Ellos están allí, donde siempre han estado,
y yo soy el que falta sobre la hierba rala
que agosta el sol de plano, junto a las peñas grises,
de espaldas a los chopos que habitan los jilgueros.

Hay un perro que corre y otro perro tumbado.
Hay un perro que salta sin parar y otro quieto.
Hay un perro que todo lo remueve, lo husmea,
y otro absorto, quisiera decir que pensativo.

De los dos, uno irrumpe con ladridos y gime
cada vuelta nerviosa que descubre un reclamo:
una flor, una mata de tomillo, una abeja,
un ratón que se asoma levantando el terreno.

Hay veces que, aturdido, parece que se queja
—las raras ocasiones que se rompe, agotado—
del trajín que acumula sin poder dar abasto
a las mil mariposas que lo hostigan sin tregua.

Mientras tanto, su hermano —porque son dos hermanos
pese a ser tan distintos, y una sangre los junta,
y no hay nada en el mundo que pueda separarlos—
ajeno a cuanto pasa, ni siquiera lo mira.

Este perro en reposo permanente, de tardos
movimientos escasos y seguros, vigila
lo que nunca se mueve detrás del horizonte,
lo que siempre parece anunciarse a lo lejos.

Y así, cuando uno trisca sacudiendo la baba
que hace cintas al aire, repartiendo mordiscos,
y el otro alza el hocico, sólo atento a la mano
de aquél al que le basta llamarlo con un gesto;

así, como dos ramas crecidas de un mismo árbol,
como si fueran pájaro que empujan sus dos alas,
como el día y la noche, que giran en un círculo,
así despiertan juntos los dos de mi recuerdo.

Eran dos, eran dos como el sol y el verano.
Eran dos como el hueco de vivir y la vida.
Y no como figuras o signos que explicaran
con el uno el error, con otro la certeza.

Con los dos perros negros encendidos de manchas
que teñían sus patas y sus pechos de fuego,
con los dos grandes perros, pastores de ese tiempo
que guarda mi memoria, sepultado entre símbolos;

con los dos centinelas de mi monte y mi cielo,
se me divide el alma... Pero si el alma entera
volviera a hacerse niña juntando sus mitades,
y si alguien, ese día, cuando el tiempo termine,

despertara, pero alguien no como yo, sino alguien
que fuera para ellos, como Dios, niño y dueño,
ya no habría parábolas, ni división, ni duda;
ellos ya no tendrían ni premios ni castigos.

Sólo habría una sola mirada compasiva
del amo a esos dos seres, juntos en la hermosura,
que ya no necesitan oír del que obedecen
cuál es la mala parte, cuál es la vida buena.
-
-
Enrique Andrés Ruiz, Estrella de la tarde, Fundación Mainel, Valencia, 2000

24 marzo 2010

¿Dónde estás?

-
------ -Y-Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo:

-----------------«¿Dónde estás?»--

--------(Génesis 3, 9)

22 marzo 2010

Ese invisible garabato

Ramón Gaya. "La realidad -eso lo sabemos todos, lo sentimos todos- es... sagrada; y es sagrada -no divina- sin duda por ser portadora, encerradora, escondedora de ese Algo tan... evidente; Velázquez -como Cervantes, y acaso como Murillo, y también como Galdós- supo darse cuenta... de que la realidad no puede ser esquivada, evitada, saltada, por muy deleznable, provisional o externa que nos parezca, y por muy espirituales, esenciales y profundos que nos supongamos, ya que es precisamente en ella, dentro de ella, donde habita, viva y fija, esa sustancia que, sin embargo, no es en absoluto -como algún día hemos podido creer- sustancia suya propia... sino más bien como un... Son, el invisible garabato de un son, el son de un Algo que está, sí, dentro de la realidad o detrás de ella, pero sin serla, ni expresarla, ni significarla; un «Algo» que, al ser percibido por nosotros, sabemos en seguida que es más, mucho más que la simple realidad, y también... otra cosa, aunque inseparable de su cuerpo, de su ineludible cuerpo real. (...) La realidad no es divina, es sagrada; la realidad es el sagrario de la divinidad, el escondite de la divinidad. Por eso la realidad, por un lado, no puede ser esquivada, evitada, saltada, y por otro, no puede ser venerada, adorada; por eso el «realismo» -todo realismo- es siempre tan estúpido, y equivocado (...) porque enamorarse del «realismo»,... no es más, en definitiva, que tomar gato por liebre. La realidad no puede ser borrada, ignorada o pasada por alto en una obra de arte bien nacida... ni puede ser adulada, exaltada, glorificada; y tampoco... analizada, espiada, estudiada, viviseccionada; la realidad ha de ser... recibida, bien recibida, recibida con limpieza, y después, claro, ha de ser tenida siempre presente...y, al mismo tiempo... casi como abandonada, abandonada a su hermosísima y humildísima presencia. (...) sólo si hemos acertado en nuestra actitud y en nuestra... distancia respecto a ella -que acaso consista en una especie de amoroso despego-, podrá ella quedarse aquí, delante de nosotros, dando la cara, dándose, y, al mismo tiempo, conservándose propia y... virgen, sucesivamente virgen, en todo el esplendor oscuro, enigmático, de su exterioridad."

Ramón GayaAntología, Selección y prólogo de Andrés Trapiello, Edición digital basada en la de Fundación Santander Central Hispano, Madrid, 2003.
__________________________________


F.Bacon- Cada generación está forzada a rehacer lo que llamamos realidad, queremos deformarla para dar fuerza a la realidad. (...)
D.Sylvester- ¿El cuerpo como carne, cadáver...?
FB- El cuerpo es la carne...
DS- Habla de su arte como accidente. ¿Piensa lo mismo de su vida?
FB- Sí... Es un accidente. Como no soy nada religioso creo que nacemos y morimos y no pasa nada más.
DS- Pero la vida ¿no tiene sentido?
FB- No, no para mi...
DS- ¿No es, por lo tanto, un hombre desesperado?
FB- No, no... precisamente soy lo contrario... Muy optimista, pero optimista en la futilidad. (...)
DS- ¿A qué edad llegaste a comprender que la muerte te llegaría a ti también algún día?
FB- Me di cuenta cuando tenía diecisiete años. Lo recuerdo muy bien, muy claramente. Recuerdo que estaba mirando una cagada de perro en la acera y de pronto lo comprendí; ahí está, me dije, así es la vida. Curiosamente, me atormentó durante meses, hasta que llegué, como si dijésemos, a aceptar que uno está aquí, existiendo durante un segundo, y que le aplastan luego como a una mosca contra la pared. (...)
FB- El hombre comprende hoy que es un accidente, que es un ser absolutamente fútil, que tiene que jugar hasta el final sin motivo... todo el arte se ha convertido hoy completamente en un juego con el que el hombre se distrae".

David Sylvester, Entrevista con Francis Bacon, Random House Mondadori, Basrcelona, 2003

16 marzo 2010

Tierras de penumbra

'
Verdadera y falsa sabiduría
'
La sabiduría inferior se mide por las preguntas que contesta, la sabiduría superior por las que hace innecesarias.
A medida que avanzamos en la vida, nuestros saberes disminuyen en número y en precisión, pero crecen en profundidad, en intimidad, en certeza: son cada vez más seguros y menos comunicables.
-
Madurez
'
Se saben menos cosas pero se adivinan más. El espíritu se limita a menudo a plantear cuestiones, pero a un nivel infinitamente más profundo que antes, cuando creía resolverlas. Se pasa de la falsa luz del conocimiento artificial a la penumbra del conocimiento intuitivo.
'
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Gustave Thibon, Nuestra mirada ciega ante la luz, Ediciones Rialp, Patmos nº146, Madrid 1976. Traducción de Julián Urbistondo.

15 marzo 2010

"In nomine suo"

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"El hombre prevaricador y caído no ha sido hecho para la verdad, ni la verdad para el hombre prevaricador y caído... el hombre, desde que se rebeló contra su Dios, no consiente otra soberanía sino la suya propia... Por eso, cuando la verdad se pone delante de sus ojos, luego al punto comienza por negarla... Si la vence, la crucifica; si es vencido, huye; huyendo cree huir de su servidumbre, y crucificándola cree crucificar a su tirano.
Por el contrario, entre la razón humana y lo absurdo hay una afinidad secreta, un parentesco estrechísimo... su voluntad lo acepta porque es hijo de su entendimiento, su propio verbo; porque es testimonio vivo de su potencia creadora: en el acto de creación el hombre es a su manera Dios y se llama Dios a sí propio. ¿Qué importa que el otro sea el Dios de la verdad, si él es el Dios de lo absurdo?"

***
"Vosotros los que aspiráis a sojuzgar a las gentes, a dominar en las naciones y a ejercer un imperio sobre la raza humana, no os anunciéis como depositarios de verdades clarísimas y evidentes... porque jamás el mundo os reconocerá por señores, antes se rebelará contra el yugo brutal de vuestra evidencia. Anunciad, por el contrario... que vais a demostrar que dos y dos no hacen cuatro, sino cinco; que Dios no existe o que el hombre es Dios; que la sabiduría de los siglos no es otra cosa sino pura ignorancia; ... que lo hermoso es feo, que lo feo es hermosísimo; que el bien es mal, y el mal es bien... que fuera de este mundo no hay infierno ni paraíso; que el mundo que habitamos es un infierno presente y un paraíso futuro; que la libertad, la igualdad y la fraternidad son dogmas incompatibles con la superstición cristiana; que el robo es un derecho imprescriptible, y que la propiedad es un robo... y estad ciertos de que, con este solo anuncio, el mundo, maravillado de vuestra sabiduría y fascinado por vuestra ciencia, pondrá a vuestras palabras un oído atento y reverente. Si al buen sentido, de que habéis dado larga muestra anunciando la demostración de todas estas cosas, añadís después el buen sentido de no demostrarlas de ninguna manera, entonces el género humano os pondrá sobre los cuernos de la luna. (...)"

***
"Yo no sé si hay algo debajo del sol más vil y despreciable que el género humano fuera de las vías católicas.
... Los primeros idólatras salen apenas de la mano de Dios, cuando dan consigo en la de los tiranos babilónicos. El paganismo antiguo va rodando... de sofista en sofista y de tirano en tirano, hasta caer en la mano de Calígula, monstruo horrendo y afrentoso con formas humanas y apetitos bestiales. El moderno comienza por adorarse a sí propio en una prostituta, para derribarse a los pies de Marat, el tirano cínico y sangriento, y a los de Robespierre, encarnación suprema de la vanidad humana con sus instintos inexorables y feroces. El novísimo va a caer en un abismo más hondo y más oscuro; tal vez se remueve ya en el cieno de las cloacas sociales el que ha de ajustar a su cerviz el yugo de sus impúdicas y feroces insolencias. (...)"

***
"Ego veni in nomine Patris mei, et non accipitis me: si alius venerit in nomine suo, illum accipietis (Io 5,43). En estas palabras está anunciando el triunfo natural del error sobre la verdad, del mal sobre el bien."

-Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Libro primero, cap. V-VI.

["El novísimo va a caer en un abismo más hondo y más oscuro...", dice Donoso en 1851. ¿Cómo lo sabía?
Mucho se ha hablado de las cualidades proféticas de Donoso Cortés, las mismas cualidades que le serán adjudicadas más tarde a Léon Bloy, otro profeta del abismo: "¿Cómo lo sabía?", le preguntaban los combatientes que consiguieron volver a casa, como muertos ambulantes, tras la guerra del 14. "¿Cómo lo sabían?", se podrían preguntar tantas víctimas y supervivientes de los sucesivos abismos que en el mundo han sido y son.
Donoso, que, al igual que Bloy, negaba su condición de profeta (cosa natural en tiempos en que el mismo Jeremías habría sido tenido por charlatán de parque o ingresado a la fuerza en un manicomio), explicaba con estas palabras el "cómo" de ese saber: "Para anunciar estas cosas no necesito ser profeta. Me basta considerar el conjunto pavoroso de los acontecimientos humanos desde su único punto de vista verdadero: desde las alturas católicas". Las mismas alturas desde las que se compadecía Léon Bloy por "ese pobre rebaño que muere de sed a orillas de los ríos del Paraíso"]

11 marzo 2010

Los lirios del campo. Kierkegaard

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"Mirad a los lirios del campo, miradlos. Ello quiere decir: préstales cabal atención, conviértelos en objeto no de una furtiva mirada al pasar, sino de tu consideración; por eso se emplea allí la expresión que el sacerdote suele usar en las reflexiones más serias y solemnes; ...muchos viven quizá en la gran ciudad y jamás contemplan los lirios; muchos habitan seguramente en el campo y pasan por delante de ellos sin regalarles una mirada. ¡Ay, cuántos habrá que según la indicación evangélica los contemplen debidamente! (...)
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Los lirios "no se fatigan ni hilan", en realidad no hacen otra cosa sino adornarse, o mejor dicho: estar adornados. De la misma manera que en la primera parte de este Evangelio -cuando se hablaba de las aves del cielo y se afirmaba: "no siembran ni siegan, ni encierran en los graneros"- se estaba como aludiendo al trabajo que el varón se impone para alimentarse a sí y a los suyos, así también estas palabras sobre los lirios son como una alusión al trabajo de la mujer. La mujer no sale fuera para cubrir las necesidades de la vida, permanece en el hogar, cose e hila, procura tenerlo todo tan primoroso como sea posible: su tarea diaria, su diligente trabajo está en la relación más próxima con la elegancia. Esto es lo que acontece también con el lirio: se queda en casa, no se aparta del sitio, pero ni trabaja ni hila, no hace sino adornarse, o mejor dicho: estar adornado.
-
De esta manera ya tenemos al afligido, que con su pena se fue hasta los lirios, allá en el campo en medio de ellos; sorprendido por su hermosura, ha cogido el primero que topó, sin ninguna elección previa, pues ni siquiera se le ha pasado por las mientes que pudiera haber un único lirio respecto del cual no fueran válidas las palabras de que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Supongamos que el lirio pudiese hablar, ¿no tendría que decirle al afligido: Cómo es posible que te admires tanto de mí? ... ¿Lo que es válido acerca de un pobrecito como yo, no lo será respecto de ser hombre, que es indudablemente el milagro de la creación? Sin embargo, el lirio no puede hablar; y precisamente por eso, porque allá fuera reina un silencio ininterrumpido y nadie está presente, el afligido está en situación de hablar consigo mismo... No es el lirio quien lo dice; ni es ningún otro hombre, ya que con otro hombre surge con la mayor facilidad la idea inquietante de la confrontación ... y se olvida lo que es ser hombre a expensas de las diferencias entre uno y otro hombre. Mas en el campo junto a los lirios... donde los grandes pensamientos de las nubes disipan todas las pequeñeces: allí el afligido es el hombre único, y aprende de los lirios lo que probablemente no aprendería de ningún otro hombre. (...)
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¿Qué aprende, pues, el afligido de los lirios? Aprende a contentarse con ser un hombre y a no preocuparse de las diferencias ente hombre y hombre; aprende a hablar tan brevemente, tan solemnemente, tan elevadamente de eso de ser hombre, como el Evangelio lo hace acerca de los lirios. Pensemos en Salomón. Si está revestido de la púrpura real y sentado en su trono rodeado de toda su gloria, es obvio que se le hablará solemnemente diciendo: "Su Majestad"; mas cuando se tiene que hablar con una solemnidad suprema, con el lenguaje eterno de la seriedad, entonces hay que decir : ¡Hombre! Y justamente lo mismo solemos decirle al más insignificante cuando, como Lázaro, yace casi desconocido en la pobreza y en la miseria: ¡Hombre! Y en el momento decisivo de la muerte, cuando todas las diferencias quedan eliminadas, decimos: ¡Hombre! Y no es que con ello hablemos de una manera empequeñecedora, al revés, afirmamos lo supremo; ... pues esta -esencialmente igual- gloria de todos los hombres no es por cierto la triste igualdad de la muerte... sino cabalmente la de la hermosura."
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Sören Kierkegaard, Los lirios del campo y las aves del cielo, Editorial Trotta, Madrid, 2007. Prólogo y traducción de Demetrio Gutiérrez Rivero.
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[Me ha sorprendido mucho, por evidente y por no haber reparado nunca en ello, la relación del lirio con las tareas femeninas y la del gorrión con las tareas masculinas. ¿Es un hallazgo de Kierkegaard? ¿Es algo que se entendía con naturalidad en tiempos pasados y ha dejado de entenderse en estos, en los que la mujer, como el gorrión, "vuela de acá para allá para aprovisionarse de alimentos" ? ¿Formaba parte de la exégesis tradicional y ha sido eliminado en los actuales comentarios bíblicos por "incorrecto"? Y sobre todo ¿habrá más cosas que, estando claras antes, se nos hayan vuelto oscuras?  Y otra pregunta me hago: sumando -porque normalmente sumamos- al adorno el vuelo y al hilado el llenado del granero, ¿habremos dejado de ser comparables con los lirios? ]

08 marzo 2010

El género adulatorio

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PÓLUX. ... Puesto que Gorgias se muestra embarazado para explicar lo que es la Retórica, dinos lo que tú piensas de ella.
SÓCRATES. ¿Me preguntas qué clase de arte es en mi opinión?
P. Sí.
S. A decir verdad, Pólux, yo no la tengo por un arte.
P. ¿Entonces cómo la consideras?
S. Una especie de rutina.
P. ¿Luego a tu juicio la Retórica es una rutina?
S. Sí, a no ser que tú pienses de otro modo.
P. ¿Y cuál es el objeto de esta rutina?
S. Procurar el recreo y el placer.
P. ¿No crees que la Retórica es una cosa bella, puesto que capacita para agradar a los hombres?
S. Pero, Pólux, ¿te he explicado lo que es la Retórica, para que vengas después a preguntarme, como lo haces, si la encuentro bella?
P. ¿No te he oido decir que es una especie de rutina?
S. Puesto que tanto mérito tiene a tus ojos el causar placer, ¿querrías proporcionarme a mí uno, aunque sea pequeño?
P. Con gusto.
S. Pregúntame por un momento, si considero la cocina como un arte.
P. Consiento en ello. ¿Qué arte es la cocina?
S. No es arte, Pólux.
P. ¿Pues qué es? dilo.
S. Voy a decírtelo. Es una especie de rutina.
P. ¿Cuál es su objeto?
S. El siguiente, mi querido Pólux: procurar el bienestar y el placer.
P. La cocina y la Retórica ¿son la misma cosa?
S. Nada de eso; pero ambas forman parte de la misma profesión.
P. ¿De qué profesión, si tienes a bien decirlo?
S. Temo que sea una grosería decir lo que es, y no me atrevo a hacerlo por Gorgias, pues temo que se imagine que quiero poner en ridículo su profesión... En cuanto a lo que yo llamo Retórica, es una parte de cierta cosa, que no tiene nada de bella.
GORGIAS. ¿De qué cosa, Sócrates? di y no temas que me ofenda.
S. Me parece, Gorgias, que es cierta profesión en la que el arte no entra para nada, pero que supone en el alma tacto, audacia, y grandes disposiciones naturales para conversar con los hombres. Yo llamo adulación al género en que ella está comprendida; género que me parece que está dividido en no sé cuántas partes, una de las cuales es la cocina. Créese comunmente que es un arte, pero a mi parecer no lo es; sólo es una costumbre, una rutina. Cuento también entre las partes de la adulación a la Retórica, así como el tocador y el arte del sofista; y atribuyo a estas cuatro partes cuatro objetos diferentes. (...) Voy a hacer una tentativa para explicarte sobre este punto mi pensamiento. Si no es como yo digo, Pólux me refutará. ¿No hay una sustancia a la que llamas cuerpo y otra a la que llamas alma?
G. Sin duda.
S. ¿No reconoces igualmente, respecto de las mismas, una constitución que parece buena y que no lo es ? Me explicaré. Muchos, en apariencia, tienen el cuerpo bien constituido, y el que no sea ni médico ni maestro de gimnasia no nota fácilmente que está mal constituido.
G. Tienes razón.
S. Digo, pues, que hay en el cuerpo y en el alma un no sé qué, que hace que uno juzgue que ambos están en buen estado, aunque realmente no lo estén.
G. Es cierto.
S. Veamos si puedo hacerte entender con mayor claridad lo que quiero decir. Digo que hay dos artes que responden a estas dos sustancias: el que corresponde al alma, le llamo política; y respecto al otro, que mira al cuerpo, no puedo designarle con un solo nombre. Y aunque la cultura del cuerpo sea una, yo la divido en dos partes, que son la gimnasia y la medicina. Y dividiendo igualmente la política en dos, pongo la parte legislativa frente a frente de la gimnasia, y la parte judicial frente a frente de la medicina; porque, de un lado, la gimnasia y la medicina y, de otro, la parte legislativa y la judicial tienen mucha relación entre sí, porque recaen y se ejercen sobre el mismo objeto y, sin embargo, difieren en algo la una de la otra.   La adulación conoció que estas cuatro artes son tales como he dicho, y que tienen siempre por objeto el mejor estado posible del cuerpo las unas, del alma las otras... y habiéndose dividido en cuatro, se ha insinuado en cada una de estas artes, pretendiendo ser el arte en cuyo seno se ha deslizado.adulación se cuida muy poco del bien, y mirando sólo al placer, envuelve en sus redes a los insensatos, y los engaña; de suerte que la consideran como de gran valor. La cocina o arte culinario se ha deslizado a la sombra de la medicina, atribuyéndose el discernimiento de los alimentos más saludables al cuerpo. De manera que si el médico y el cocinero disputasen delante de niños y delante de hombres tan poco razonables como los niños, para saber quién de los dos, el cocinero o el médico, conoce mejor las cualidades buenas o malas de los alimentos, indudablemente el médico se moriría de hambre. He aquí a lo que yo llamo adulación, y lo que digo que es una cosa vergonzosa, Pólux, puesto que sólo se cuida de lo agradable, despreciando lo mejor. Añado que no es un arte, sino una rutina, tanto más cuanto no tiene ningún principio cierto, tocante a la naturaleza de las cosas que ella propone, y que pueda servirla de guía; de suerte que no da razón de nada; y a lo que está desprovisto de razón, yo no lo llamo arte. Si te atreves a negar esto, estoy dispuesto a responderte. La adulación, en punto a alimentos, se oculta bajo la medicina, como ya he dicho. A la sombra de la gimnasia se desliza igualmente el tocador, práctica falaz, engañosa, innoble y cobarde, que para seducir emplea las farsas, los colores, el refinamiento y los adornos... Y para no extenderme más, te diré como los geómetras ... que lo que el tocador es a la gimnasia es la sofística a la parte legislativa, y lo que la cocina es a la medicina es la Retórica al arte judicial. La diferencia que la naturaleza ha puesto entre estas cosas, es tal como acabo de explicarla; pero, a causa de su afinidad, los sofistas y los oradores se confunden con los legisladores y los jueces, y se consagran a los mismos objetos; de donde resulta que ni ellos mismos saben exactamente cuál es su profesión, ni los demás saben para qué son buenos tales hombres.

Platón, Diálogos. Gorgias. Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 5, Madrid 1871

01 marzo 2010

III. Pound (Por orden de la usura)

Y terminamos con el libro de J.M.Ibáñez Langlois:


"...[Rilke y Pound] representaban dos estirpes humanas y literarias del todo diversas. Sólo los unía el estar igualmente alejados de esa veta lírica oscura y aun esotérica, poesía mórbidamente pura, que desde Mallarmé suele pasar por ser la genuína raíz de la poesía "contemporánea": ambos se dieron el lujo de desestimarla.
[...] Creo ver su diferencia poética más abrupta en el hecho de que Rilke es todavía y esencialmente un poeta lírico, que habla en primera persona y moldea la materia de sus sentimientos profundos, Pound en cambio, es mucho más que un poeta lírico. Posee, por de pronto, la vena dramática... forja y reinventa caracteres, máscaras -"personae"- que diluyen al hablante poético en una multitud de voces heterogéneas: "Soy un pobre amanuense, Arnaut el pequeño me llaman"; "Soy tu alma, Nikoptis; he velado/estos cinco milenios..." Su obra está llena de la ficción del diálogo:"Es tiempo de que pactemos, Walt Whitman,/te he detestado ya bastante". [...] He aquí una poesía que es mucho más que lírica, porque trasciende el mundo de los sentimientos llamados "poéticos" para incorporar, como los antiguos latinos, la cotidianidad más prosaica al mundo del verso y a la secreta trabazón del poema. [...] Pound ha roto el círculo hermético, la clausura tradicional del lirismo con su efusión sentimental en primera persona:
Ni la sensualidad del fauno
ni la visión del santo son para nosotros.
La prensa es nuestra historia,
nuestra circunsición el sufragio.
Todos los hombres son iguales ante la ley.
Libres de Pisistratos
elegimos a un bribón o a un eunuco
para que nos gobierne."
***

"Es demasiado evidente que Pound, en las antípodas de la pedantería o la erudición, ha cumplido como nadie el prodigio de asimilar la cultura a la vida, o como dijo alguien, de "incorporar su erudición a su sensibilidad". Podrá llamársele un poeta libresco, que se nutre de las citas de antiquísimos textos; pero debe confesarse que, desde el fondo mismo de esos libros, o papiros, o fragmentos, Pound ha extraído una fosforescencia, una energía, una vitalidad más concentrada que la de tantas pasiones o acontecimientos "actuales"... Alcanza su máxima fuerza creadora precisamente cuando revive en forma contemporánea la poesía china o latina, la poesía provenzal o la italiana primitiva, revelando su mundo, sus personajes y pasiones como algo estrictamente actual."
***

"...Pound no dispensa a nadie el conocimiento de la gran poesía del pasado. "Si quieres encontrar el meollo de todo esto, tienes que acudir a Safo, Catulo, Villon, Heine..." No se trata de repetir. Al contrario: es que no estamos para "empañar la memoria de los muertos diciendo lo mismo, pero con menos habilidad y convicción" (...) La densidad es para Pound el signo máximo del valor poético: No emplees una sola palabra superflua, ni un solo adjetivo que no sea revelador. "
***

"Ezra Pound ha difundido en nuestro siglo un concepto muy peculiar y sencillo de la palabra poética: poesía es el lenguaje cargado al máximo de significación... La poesía es justamente esa sobrecarga. No estaríamos tan dispuestos a creerle -a pesar de la gran verosimilitud interna de este concepto- si él mismo no lo hubiera realizado en una multitud de brevísimos poemas que encierran cada uno todo un mundo de experiencia. To see a world in a grain of sand, así describía ya Blake a la intuición poética."
***

"...Pound razona así: el mal arte es un arte inexacto, y por tanto inmoral: rinde informes falsos sobre la naturaleza humana. [...] Es quizá el intento más drástico que se haya hecho en este siglo para convertir la poesía en una ciencia y una ética, es decir para identificar la belleza con la verdad y el bien, o a la inversa, la fealdad con la falsedad y el mal. Pero en nuestro desgarrado mundo empírico, o en el estado de nuestra naturaleza caída, experimentamos tanto la unidad como la dolorosa discordancia de estos atributos. Existe para nosotros una belleza maligna, mezclada con el desorden y la falsía; y a la inversa no es imposible encontrar el bien y la verdad revestidos de formas estéticamente humildes. El intento de Pound no sirve del todo para este mundo."
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"El conflicto humano y ético de Pound nace cuando proyecta sobre los tiempos actuales, no sólo las formas de expresión literaria de ese pasado remoto, sino también otras formas antiguas de organización económica y social, de vida moral y política, que a él se le ofrecen como haciendo un todo con la literatura, pero que -a diferencia de las formas poéticas- no son en absoluto "recreables" en la complejidad de la vida moderna. [...] Cuando Pound experimentó, desde 1924 en adelante, el imperativo de reflexionar sobre el orden social, no pudo menos que abominar de la podredumbre de la civilización contemporánea, donde todo se hace -como dirá en uno de sus Cantos- "para venderse cuanto antes"... La economía fundada sobre el interés del capital -la usura- se le apareció como el demonio que corroe el mundo moderno, como la raíz de todos los males. [...] Esta obsesión, aparte de sus dolorosas consecuencias psicológicas y civiles, contaminó una buena parte de su poesía de entonces. Debe exceptuarse, sin embargo, su famoso Canto XLV, sobre la Usura precisamente, que -tal vez por su fondo más cultural que económico- es uno de los grandes poemas de su obra:

...CON USURA
la lana no llega al mercado
las ovejas no dan ganancias con la usura.
La usura es una plaga, embota
la aguja en la mano de la doncella
y paraliza el arte del hilandero.
Pietro Lombardo no surgió con la usura
ni vino Duccio con la usura
ni Pier della Francesca ni Zuan Bellini
ni fue pintada la Calumnia.
Angélico no surgió por la usura, ni Ambrogio Praedis,
ni templo de piedra tallada con la inscripción: ADAMO ME FECIT.
Ni por la usura St. Trophime
ni St. Hilaire,
la usura herrumbra el cincel
herrumbra al artesano y su artesanía
roe el hilo en el telar.
Nadie aprendió a tejer el oro en su patrón;
la usura gangrena el azur y deja el carmesí sin recamar
el esmeralda no halla su Memling
la usura mata al niño en el vientre
frena el galanteo del joven
trae parálisis al lecho, yace
entre la joven desposada y el esposo
CONTRA NATURA
Han traído rameras para Eleusis
los cadáveres están listos para el banquete
por orden de la usura."
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José Miguel Ibáñez Langlois, Rilke, Pound, Neruda. Tres claves de la poesía contemporánea. Editorial Rialp, Madrid, 1978
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[Ezra Pound, un volcán solitario en palabras de W.B.Yeats, miglior fabbro del parlar materno en palabras de T.S.Eliot que recogen las que Dante dedicara a Arnaut Daniel, es uno de los personajes más apasionantes que haya dado el mundo literario de la modernidad.
Fue un verdadero Quijote del siglo XX , en pie de guerra contra "aquellos que allí ves, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas", gigantes de la explotación, la rapiña y la usura. Visionario de un nuevo orden económico y más humano basado en el crédito social --que se dedicó a difundir en emisiones radiofónicas desde Roma en plena segunda guerra, después de que Roosevelt ni se molestara en recibirle--, fue acusado de colaboración con el enemigo por una corte federal de los Estados Unidos. Enviado en 1945 a un "Centro de entrenamiento disciplinario" al norte de Pisa, lo encerraron en una jaula con barrotes reforzados por su "especial peligrosidad". Allí, a la intemperie, sin el telón del que disponían los otros prisioneros para protegerse de las inclemencias, con un volumen de Confucio, un diccionario chino-inglés y la Biblia, estuvo encarcelado durante un mes antes de ser extraditado, casi ciego por el sol, el viento y la arena, para ser juzgado por alta traición. Al llegar a los EE.UU. lo declararon "mentalmente insano, no apto para ser juzgado" y lo ingresaron en un hospital psiquiátrico. Pound pasó doce años en una celda hermética a la que llamó "el pozo del infierno". En los informes de sus vigilantes puede leerse: "a veces en la noche se ve luz en su pieza, a menudo parece canturrear", "a veces se le oye tararear una especie de vaga tonada".
Y ahora sí, premio por llegar al final: Aquí lo tenéis, escuchadle canturrear, si la emoción lo resiste, esta "especie de vaga tonada": http://www.youtube.com/watch?v=Aba1dVLVSFg (Recording of "With Usura", read by Ezra Pound)]

26 febrero 2010

II. Rilke (Tengo miedo)

Seguimos con el libro de J.M. Ibáñez Langlois (Rilke, Pound, Neruda. Tres claves de la poesía contemporánea) :

"Han pasado los ismos a la vera del Libro de horas y de las Elegías; se han hecho y deshecho los gustos y las modas literarias, y la lírica intemporal de su obra, esa poesía esencial de la condición humana, se yergue inalterada en el más cambiante de los tiempos.
Y es que, de este cambio él parece haber poseído la anticipada clave. El hombre en descampado sobre las cumbres del corazón; el hombre indefenso y proyectado hacia lo abierto; el hombre, habitante de la total, la pura peligrosidad del mundo. [...] Rilke es lectura que no puede ahorrarse quien quiera comprender el signo de este tiempo. [...] Los críticos alemanes han encontrado la palabra justa: "Gedankenlyrik"; una "lírica del pensamiento" es la de este artista, para quien pensar y poetizar eran energías aún no escindidas, un solo movimiento del intelecto y el corazón."
***

"...Y ciertamente no le interesó su propia personalidad a la manera romántica, el culto al yo, la genialidad consciente. (...) En él, precursor, la exacerbación del autoanálisis se convierte en olvido de sí, en pura mirada, atención al misterio de la cosa, palabra que la revela. (...) "¿Qué derecho tendrían esos libros a nacer de mí si no fueran más que yo?" (...) Lo dice en el Réquiem para un poeta:
Oh vieja maldición de los poetas
que se quejan cuando deben decir;
que siempre opinan sobre sus sentires
en lugar de formarlos, y suponen
que cuanto en ellos es triste y gozoso
sabrían y podrían en poemas
llorarlo o festejarlo. Como enfermos
convierten en lamento su lenguaje,
para decir dónde les duele, en vez
de transformarse, duros, en palabras,
como el cantero de una catedral
se transforma en la calma de la piedra..."
***

"Pero Rilke no es sospechoso de interesarse por el puro juego de las formas. Se recordará aquel célebre pasaje donde por boca de Malte, identifica los versos con experiencias, y para cada uno de ellos pide a su autor haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; haber conocido animales, pájaros, flores; retener lugares, encuentros inesperados, noches de viaje, días de infancia, compañias de agonizantes, noches de amor y tantas cosas más que han de hacerse sangre en nosotros, mirada y gesto; sólo de todo eso, sólo entonces, puede ocurrir que en una hora muy extraña se levante en su centro la primera palabra de un verso."
***

"Se sintió enfermo del alma, pero no estuvo dispuesto a curarse porque, una vez sano, hubiera quedado vacío para la creación...:  Me sentía tan íntimamente ligado a la obra iniciada, a la dicha y al dolor que me procuraba, que jamás deseé sinceramente cambio alguno... Me parece que si se hacía salir a mis demonios interiores, alguno de mis ángeles, aunque fuese el más pequeño, quedaría aterrado, y usted comprenderá que a esto no puedo exponerme."
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"Padre y no hijo de filósofos. Su gran poesía, gestada en los mismos años que las grandes novelas de Kafka, también coterráneo suyo, va a pesar no menos que éstas en la génesis del pensamiento existencial, en Heidegger, Marcel, Jaspers. Así el precursor de las sombrías intuiciones de lo abierto, del existir, de la angustia, de la muerte propia, de la soledad, del riesgo, con medio siglo de posterioridad, se sigue beneficiando de la vertiginosa actualidad de tales exploraciones:
Sólo nosotros vemos muerte. El libre
animal tiene tras de sí su ocaso
y ante sí a Dios, y cuando va, camina
por lo eterno, lo mismo que las fuentes.
Nunca tenemos, ni un momento, el puro
espacio por delante, en que las flores
se abren interminables. Siempre hay mundo
(...)
¿Quién nos volvió al revés, para que siempre
por más que hagamos, nuestro gesto sea
el de marcharse...?
Así vivimos siempre en despedida."
***

En cuanto a la valoración de la obra de Rilke exclusivamente por sus conexiones filosóficas, continúa Ibáñez Langlois :


"...es la invalidación del Rilke joven, el más alejado de toda filosofía, el que en Ewald Traggy ridiculiza las "Weltanschauung" y las visiones del mundo: Una mañana, todavía en noviembre, despierta Traggy y tiene una cosmovisión, de veras. No se puede negar, está ahí... puesto que se la ha encontrado en casa, asume que sea suya...
[...] Pero, ¿se puede juzgar la obra de Rilke con este metro? Estos señores metafísicos germánicos... con ese solo desplazamiento están leyendo a Rilke como a Husserl. (...) ¿Es que nadie querrá leer un poema como poema y entender a un poeta como poeta? ¿Es que los psiquiatras y filósofos serán por profesión ajenos a la belleza pura, a la inocencia creadora, al resplandor no comprometido de estos libros henchidos de versos así? :
Señor, es tiempo. Enorme fue el verano.
Pon ya sobre el reloj de sol tu sombra
y deja suelto el viento en las llanuras."
***

"Es hora de terminar esta ya extensa incursión.... Allí donde se cumple el último círculo de su existencia, el más vasto: ... Giro en torno de Dios, antigua torre,/giro hace miles de años./ Y aún no sé si soy águila o tormenta/ o si soy un gran cántico. Allí donde terminan incluso sus exploraciones descendentes, su vertiginoso caer en la angustia y en la muerte: Pues hay Alguien que acoge esta caída/ con suavidad inmensa entre sus manos.
[...] Su esencial heterodoxia fue la idea, recogida de la mística de Silesius y del maestro Eckhart, según la cual   "Dios necesita de nosotros, Dios no puede existir sin el hombre".  Lo dicen los más hermosos poemas del Libro de horas...:

¿Qué vas a hacer, Señor, cuando me muera?
Tu cántaro soy yo (¿y cuando me rompa?)
tu bebida soy yo (¿y cuando me vierta?)
Tu mirada, que acojo en mi mejilla
tibia, como una almohada, largo tiempo
caminará en mi busca
y a la puesta del sol se dormirá
en el regazo de piedras extrañas.
¿Qué harás, Señor, entonces? Tengo miedo."

José Miguel Ibáñez Langlois, Rilke, Pound, Neruda. Tres claves de la poesía contemporánea, Ediciones Rialp, Madrid, 1978.
(Continuará)
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[Tengo que decir que los articulos sobre Rilke recogidos en este librito de Ibáñez Langlois (Rilke en su tiempo; Las patrias de Rilke: Rusia, París, Toledo; Rilke ante los psicólogos; ¿Rilke existencialista?; Rilke frente a Dios...así hasta nueve artículos, más una historia personal del descubrimiento de este poeta por parte del autor del libro) son lo mejor que he leído sobre Rilke.  Alguien, no recuerdo quién, decía que sólo los poetas están capacitados para ejercer la crítica poética. No sé si se puede ser tan tajante, lo que sí sé es que se nota cuándo es un poeta, y un poeta agradecido, el que la ejerce. Sólo hay dos cosas en el libro que me perturban: la irónica alusión al
" temblor de un chopo en el crepúsculo" en la introducción (véase la entrada anterior), y la "esencial heterodoxia" de esa idea de Rilke: la de que Dios nos necesita. ¿Por qué le extraña la idea? ¿Qué es lo que tiene de esencialmente heterodoxo?
P.S.: Dos buenos amigos, experimentados en esto de la bloguería, me han aconsejado reducir el tamaño de las entradas. Parece que es un poco disuasorio. Así que gracias a quien haya llegado hasta aquí, puede pasarse a cobrar por caja... En serio, procuraré corregirme. Esta entrada la dejo ya así porque tenemos un largo fin de semana por delante. Así que ¡feliz fin de semana!]