"La palabra 'bien' puede tomarse en dos sentidos muy distintos : como correlato del mal y como bien
absoluto. En este segundo sentido el bien no es lo opuesto al mal, lo absoluto
no puede tener ningún correlato, pues está en un plano donde todas las
oposiciones se trascienden. Por su mismo carácter absoluto el bien no puede
darse en una instancia puramente humana como es la sociedad. "El bien es
Dios". Como no somos Dios, no somos buenos, y el bien sólo puede provenir
de lo bueno. El bien real para el hombre
estará siempre acompañado de mal, como el objeto iluminado de su sombra.
Aparentemente no habría entonces ninguna salida para el problema de la acción.
La única solución para Simone Weil es actuar contemplando "el bien puro e
imposible, saber que es imposible y no amarlo menos", y luego obrar. Y en
cuanto al mal que inevitablemente acarreará, rogar que caiga sobre la propia
cabeza. En este sentido una sociedad humana nunca puede ser buena. Está en el
terreno de lo relativo, como la familia, las tradiciones, la cultura, etc., son
metaxu, es decir, intermediarios. Su uso consiste en
saber que son puentes y no quedarse a vivir en ellos. El gran peligro de lo
social es que puede convertirse en un ídolo. Se toma entonces lo relativo como
absoluto y se lo adora como a un bien. Para designar a esta sociedad así
divinizada, Simone Weil utiliza una expresión tomada de Platón, la llama el
"gran animal". El gran animal es lo colectivo que ahoga a la persona
rodeándola de muros que impiden llegar a lo real. La sociedad se convierte
entonces en una pantalla entre el hombre y Dios. Pero quizá no
sea correcto decir que la sociedad ahoga al individuo, puesto que supone una
personalización inadecuada, sino que sería más exacto afirmar que es el individuo
quien se arroja en lo social para ahogarse.
El dolor es uno de los grandes temas de Simone Weil. Es
sagrado porque es real. El hombre que sufre no se miente a sí mismo. Contemplar
el dolor, no desde fuera, sino desde el dolor mismo, es un camino hacia Dios. Por
eso siente tanto respeto por los desposeídos, por los pobres, por todos
aquellos a quienes las circunstancias ofrecen mayores posibilidades de
sufrimiento y menos recursos para disfrazarlo. Aquí también está el peligro de las virtudes
sociales que no son más que eso. Aquel a quien la sociedad aplaude no
conocerá jamás la amargura extrema. Quizá
también se complacerá en este aplauso y no buscará otra cosa. "El
fariseo", dice Simone Weil, "es aquel que es bueno por respeto al
gran animal". Pero es bueno con ese bien que es correlato del mal y que se
sitúa en el mismo plano. Es bueno como un hombre que acumula dinero frente al
ladrón que se lo roba . "Son los que, según el Evangelio, ya recibieron su
salario".
Lo social y lo
absoluto en el pensamiento de Simone Weil, artículo de Maria Eugenia Valentié. Ideas y Valores, Volumen 2, Número 7-8, p.
610-618, 1953.
2 comentarios:
Interesante Simone Weil, yo siento no conocerla mejor, pero todo tiene arreglo
No sé si todo, querido Enrique, pero conocerla mejor desde luego que lo tiene. En eso sigo yo también.
Hay un artículo de J.Jiménez Lozano: "Queridísima e irritante Simone", publicado en el monográfico que Archipiélago dedicó a S.Weil, del que creo que dije hace unos años que iba a colgar algo. Hace poco volví a leerlo, es tan bueno que es difícil hacer cortes pero lo intentaré.
Un abrazo.
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