08 septiembre 2018

Con aire de filósofos amargos


Ahora sí que sí. Esto es Septiembre.
No es cuestión de cantidad, de días más o menos largos, de las horas de luz menguantes o la creciente oscuridad. No es eso lo que se nos mete en el alma.
Es, como todo lo que se mete en el alma, una cuestión de cualidad.
Ese ligero cambio, ese no sé qué en la luz y en su modo de envolvernos, ahora casi piadoso.
Es el lento aprendizaje al que nos somete el otoño, entrenándonos, año tras año, en el difícil arte de no resistirse,  de disponerse a morir. 
Una y otra vez, año tras año, repasamos la lección: por septiembre el capítulo de la muerte, después llegará abril con el de la resurrección.
Porque no sólo hay que aprender a morir, esa es la parte fácil, hay que aprender, sobre todo, a resucitar. 
De momento, esto es septiembre y aquí os dejo con Carlos Marzal:


                                                    A Fernando Delgado
AULLIDOS EN SEPTIEMBRE                                                         

Ha cambiado la luz: esto es septiembre.

La fórmula del aire ha padecido
la imperceptible mutación fatal
que sólo se percibe en el espíritu;
esta milmillonésima unidad de nostalgia
que flota alrededor y que electriza
la túnica inconsútil de las tardes.

El peso de la luz ha transformado
la eterna proporción de nuevos óleos
que enturbian hacia el gris la transparencia;
los plomizos pigmentos que averiguo
en la balanza de la hipocondría,
y cuya nada impregna el horizonte.

Ya se ha desvanecido en el silencio
el rumor entusiasta de los veraneantes,
y las casas adquieren su pátina lunar,
su quietud de artilugio al que nadie da cuerda.
Las piscinas difunden con un escalofrío
el eco fantasmal de su música acuática.

Entonces aparecen errabundos
los perros que abandonan a su suerte.
Como cada septiembre, merodean
con aire de filósofos amargos,
y ladran mendicantes a una luna
que los contempla impávida en su cielo.

¿Y en qué roto verano sucedió mi extravío?
¿A quién se le ocurrió la idea de perderme?
¿Dónde estuvo la casa de mi sueño y mi dueño?

Septiembre se desploma
                         aullando en esta página.


Carlos Marzal, Metales pesados (Parte III ."La mirada conforme") 
Tusquets. Barcelona, 2001



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Después llegará abril como acostumbra. Y sabrá usted lo q dice Eliot de abril.

Cristina Brackelmanns dijo...

Yes, don Anónimo, cómo no.
Abril viene con Eliot y su pereza de resucitar, como mayo con el prisionero y su avecilla.
Y septiembre, claro, con Marzal y sus perros errabundos con aire de filósofos amargos.
Un saludo.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Vuelvo a leer su blog. Después de tanto tiempo. Lo enlazo en Retablo de la Vida Antigua.
Reciba usted mis saludos.

Cristina Brackelmanns dijo...

¡Qué alegría tener noticia suya, don Retablo! Un gran honor, como siempre.
Y aún más que siempre, después de tanto tiempo y con esto tan de capa caída.
Saludos muy cordiales y gracias por su visita.