18 agosto 2018

Lectura y locura


"-GASTÓN GARCÍA: … Pienso también en la madre, que se la pasa leyendo novelas, todo tipo de novelas excepto las argentinas.
-RICARDO PIGLIA: No quiere leer novelas argentinas, no.
-GG: Dice que esas “historias ya las conoce”
-RP: En eso se parece a mí... La madre es un personaje lateral, que en vez de enloquecer leyendo, como es tradicional, pierde la calma cuando no está leyendo.
-GG: ¿Y en eso también se parece a usted?
-RP: También. La lectura también es un espacio de calma, de corte con la realidad. Yo tengo una teoría, porque como sabés los argentinos no tienen ideas pero tienen teorías, entonces voy a hacer una teoría sobre la locura: la locura es un exceso de realidad. No tanto una carencia de realidad, sino un exceso que pone al sujeto en situaciones muy extremas. Entonces leer un libro, estar conectado a un mundo de ficción, supone un cierto aislamiento en lo que la realidad insiste en provocar. La lectura es un espacio de calma."


Ya me parecía a mí....que no fueron los Palmerines, ni los Amadises, ni las novelas de caballerías las que enloquecieron a Alonso Quijano. Más bien al contrario. Fueron su refugio, su espacio de cordura.  Le permitieron convertirse en don Quijote. 
¿Qué habría sido del infeliz sin ellas? 
Estoy segura de que Cervantes, que sabía de lecturas y de insoportables excesos de realidad, compartía la teoría de Ricardo Piglia. Es otra teoría, por supuesto.

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