[Para los que viven lejos de Madrid o no pudieron asistir a la presentación del libro de poemas de Enrique García-Máiquez]
Ayer estuve en la presentación de Con el tiempo en la Librería Alberti. Fui con Mª Jesús, que descubrió el escalofrío poético el día que leyó In Memoriam y quería conocer al autor , y con Cristina, mi hija, que me acompañó diciendo que como se enterasen sus amigas de que iba a lecturas de poesía con su madre, de oírse llamar " pringada" un par de meses no la libraba nadie. Al salir le pregunté “¿Ha sido muy pringado?” –“No, ha estado bien”. No sabe Enrique García-Máiquez lo que ese "bien" adolescente vale.
Fue una tarde perfecta: un aire de primavera anticipada de camino hacia allí; Leonor y Carmencita, con esos ojos de comerse el mundo, a la entrada de la librería, que las ves y ya te vas contenta a casa; y por si todo eso fuera poco, una lectura emocionante y redonda.
Abrió el acto José Cereijo. Sus palabras, exactas y sentidas, como no podía ser menos viniendo del gran poeta que es Cereijo, dejaron el ambiente en el punto justo para que la lectura empezara. Cualquiera que siga, conozca y admire a Enrique García-Máiquez --y quien le sigue, le conoce y le admira-- las habría aplaudido. Yo para mis adentros le solté un par de bravos. Es un enorme placer oír hablar de quien se aprecia como merece. En la siguiente entrada os dejo el texto que leyó (eso también me gustó; las improvisaciones, por geniales y simpáticas que sean, nunca tienen el primor ni la atención de un texto bien escrito) y que, cuando le pregunté si habría algún modo de conseguirlo para poder contaros, tuvo la amabilidad y la generosidad de entregarme.
La lectura, como os decía, fue emocionante y, en algunos poemas, muy discretamente emocionada. La sala, pequeñita pero llena, y la voz de Enrique, recitando los poemas al contraluz de una lámpara de papel, te hacían sentir que estabas en una velada entre amigos. Y como amigos íbamos todos por donde los poemas y la voz nos llevaban: ahora un nudo en la garganta, ahora una sonrisa de satisfacción, ahora una sorpresa y ahora un silencio. La lectura de Salto, esa instantánea impresa en el corazón de un hijo, que por obra del poema vuelve a cobrar vida y vuelve a detenerse (siempre, alta y elástica, entre el agua y la tierra,/ grácilmente arqueada, suspendida en el aire), fue como un relámpago, deslumbrante. Cristina me dijo “éste”. Entre poema y poema, Enrique rebajaba la tensión, pero mantenía el vínculo, con aclaraciones que le agradecí mucho: los diálogos establecidos con otros poetas --y aquí, si supiera, os pondría un link a la entrada del Blog "En Compostela" del 23 de febrero--, el título, la estructura y las transiciones del libro, las circunstancias en las que nació cada poema.... Terminó la lectura y nos fuimos todos felices y en sintonía. Y es que la buena poesía es lo que tiene: su belleza exalta, la hondura y la bondad hermanan.
Y mañana, porque no quiero que quede aquí abajo y tengo que copiarlo -que a ello me pongo-, el texto de José Cereijo.
4 comentarios:
Soy José Cereijo. Curioseando por internet (a veces lo hago) he llegado a esta entrada. Lo primero, darte las gracias por los elogios, mucho más generosos, desde luego, que merecidos. Lo segundo: eso que dices acerca de copiar mi texto me ha hecho pensar que, si todavía no lo has hecho, puedo evitártelo enviándotelo por correo electrónico. No he sabido acceder al tuyo a través del blog (me pide unas cosas demasiado complicadas para mis escasas habilidades internéticas), pero si me facilitas una forma de hacerlo, te será rápidamente remitido, y con las gracias, asimismo, por la difusión.
¡Qué buena lectura di!... vista con unos ojos que me tienen tanto cariño. Y sé lo que vale ese "bien" de Cristina hija, y esta entrada de Cristina madre. Gracias, gracias a ambas.
Un honor, José Cereijo. No creas que mis habilidades internéticas son mayores que las tuyas, pero el correo lo tienes nada más pinchar en el perfil.
Te agradezco infinito que me lo envíes y me libres de teclear, y sobre todo evitamos que me trague puntos o comas, que soy bastante propensa.
Muchísimas gracias por la dedicatoria de "Música para sueños", leyéndolo con calma estoy. "Las trampas del tiempo", que también lo leí con calma, me gustó mucho.
La verdad, querido Enrique, es que eso de "ir a escuchar poemas con tu madre", dicho así, sí que suena un poco pringado. De no ser porque quería ver a Carmencita no sé si habría conseguido convencerla, pero salió encantada, y mi amiga Mª Jesús también. Ya tienes dos más en la afición.
Fue una lectura genial, todo un privilegio.
Muchas gracias a ti.
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