"Desde el primer instante en que mi alma, humillada y llena de asombro, se postró ante la música de Mozart, muchas veces ha sido para mí una actividad grata y reconfortante la de pensar en aquella jovial concepción griega que denómina al mundo κόσμος , puesto que se muestra como un todo bien ordenado, como una grácil ydiáfana alhaja del espíritu que obra en él y lo entrelaza; y pensar que esa jovial concepción puede repetirse en un orden de cosas superior, que también en él hay una providencial sabiduría que es digna de admiración, puesto que, ante todo, reúne a los que se pertenecen de manera mutua: Axel y Valborg, Homero y la guerra de Troya, Rafael y el catolicismo, Mozart y el Don Juan. Hay una miserable incredulidad que cree disponer de un sinnúmero de alicientes. Supone que ese vínculo es incidental, y no ve en él otra cosa que la afortunada conjunción de diferentes potencias en el juego de la vida. Supone que es incidental que los enamorados se encuentren, que es incidental que se amen, que habría cientos de otras muchachas junto a las cuales un hombre podría haber alcanzado la misma dicha y a las que podría haber amado del mismo modo. Supone que muchos otros poetas habrían podido ser tan inmortales como Homero, si éste no hubiese acaparado ese glorioso tema, que muchos compositores habrían podido ser tan inmortales como Mozart si se les hubiese dado la oportunidad. [...]
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En lo incidental hay un solo factor [...] Lo venturoso tiene dos factores: es un hecho venturoso que la más excelsa materia épica le haya sido acordada a Homero, pues aquí el acento recae tanto sobre Homero como sobre la materia. En eso consiste la profunda armonía que resuena en todas las obras que llamamos clásicas. Lo mismo sucede con Mozart: es un hecho venturoso que aquello que, en sentido profundo, es acaso el único tema de la música, le haya sido dado ... a Mozart. [...]
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Lo que hay de afortunado en una producción clásica, lo que le hace ser clásica e inmortal, es la absoluta conjunción de dos fuerzas. Esa conjunción es tan absoluta, que la reflexión de épocas posteriores no podrá separar ni siquiera en el pensamiento lo que está tan íntimamente unido sin correr el riesgo de provocar o favorecer un malentendido. Así cuando se dice que Homero tuvo la fortuna de hallar la materia épica más excelsa, puede que esto le haga olvidar a uno que esa materia épica le llega siempre a través de la concepción de Homero, y que eso que se presenta como la materia épica más perfecta sólo está listo para nosotros en virtud de la transustanciación que es propiedad de Homero. Si se hace resaltar en cambio la actividad poética de Homero al penetrar esa materia, se corre el riesgo de olvidar que el poeta jamás habría llegado a ser lo que es si el pensamiento que le permitió penetrarla no fuera el pensamiento propio de la materia, si la forma no fuese el pensamiento propio de la materia. El poeta desea su materia; pero es muy cierto aquel dicho según el cual desear no es no es ningún arte, y hay un sinnúmero de impotentes anhelos que confirman esa enorme verdad. Anhelar de la manera correcta, en cambio, es un gran arte, o mejor aún, es un don. Es lo que hay de inexplicable y misterioso en el genio, lo mismo que una vara mágica a la que nunca se le ocurriría anhelar algo distinto de lo que obtendrá. El anhelo tiene allí un significado mucho más profundo del que suele tener, algo que la razón abstracta hallará tal vez ridículo, pues ésta piensa más bien el anhelo en relación con lo que no hay, no en relación con lo que hay."
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Søren Kierkegaard, O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida (2. Los estadios eróticos inmediatos. Preámbulo intrascendente), Edit. Trotta, Madrid, 2006, Traducc. Darío González y Begoña Saez.
2 comentarios:
Estoy muy de acuerdo. Eliot, en ¿Qué es un clásico? habla de algo parecido: una conjunción de elementos culturales, históricos, lingüísticos, literarios y el escritor de genio. Y no hay nada asegurado. Verdaderamente, es un misterio, un milagro.
Es un poco extremado, José Manuel, pero todo en ese libro, que agrupa escritos de´la fase estética, lo es. Extremado o provocativo. Sólo serían clásicos media docena de autores, inseparables de esa materia acordada: Dante y la Commedia, Homero y la Iliada, Cervantes y el Quijote... Te preguntas si Lope no es un clásico, porque ¿cuál es su materia?. Y sin embargo, sientes que sí hay una verdad en lo que dice: precisamente ese misterio, ese milagro, algo providencial.
Muchas gracias por tu respuesta en Mil lecturas y por el enlace, me interesa mucho.
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