26 febrero 2011

Palabras de José Cereijo sobre Enrique García-Máiquez (2)

PRESENTACIÓN ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ EN LIBRERÍA ALBERTI, 24 FEBRERO 2011

Soy amigo de Enrique García-Máiquez desde hace bastantes años. Cuando nos conocimos, él no había publicado aún ningún libro. Luego, por azares editoriales, salieron dos casi al mismo tiempo (y en orden inverso: su primer libro publicado es el segundo escrito), y yo los reseñé –favorablemente, como merecían– para una revista.

Desde el principio me llamó la atención su uso, frecuente, del humor y la ironía, quizá porque en mi propia poesía están mucho menos presentes (y, en opinión de alguno, con el riesgo de, en palabras cervantinas, “quebrarse de sotiles”, esto es, sin que ni siquiera esté claro si efectivamente están o no).

Me llamaron la atención también, no hay que decirlo, muchas otras cosas: la intensidad y naturalidad de lo que dice, su habilidad retórica (en el antiguo y mejor sentido de esta expresión), que llega incluso a la suprema perfección de hacerse invisible, la levedad de toque, que puede dar vida a lo más insólito o complejo mediante una simple y ligera alusión... Tantas cosas.

Pero, si he destacado la faceta humorística, es porque ella arriesga siempre, para un lector poco atento, el confundirse con la intrascendencia. Baste citar, entre nosotros, el ejemplo de Manuel Machado, a quien durante tantos años se tuvo como un versificador folclórico y menor cuando es, entre otras cosas mayores, uno de los fundadores de la lengua poética moderna en España. (Recuérdese, a este respecto, la observación de Moreno Villa: «Cuando algún día se haga recuento de las influencias ejercidas por él y por Juan Ramón en las generaciones que les siguieron, veremos quién se lleva el mayor tanto»).

Yo creo que algo de esto puede ocurrirle también a Enrique, de cara a ciertos lectores. Que tiendan a pensar que eso, tan ligero y divertido, no puede ser a la vez hondo, trascendente y conmovedor. Si es así, desde luego, se equivocan. Como Goethe dijera de Lichtenberg, el admirable aforista alemán, también en Enrique, tantas veces, “donde hace una broma, hay un problema oculto”. Por donde su humor resulta a menudo una forma, elegante y discreta, del pudor.

No sé lo que va a leerles a continuación. Ignoro, por tanto, si aparecerán en su lectura muchas o pocas muestras de ese sentido del humor suyo. A fin de cuentas, es sólo una faceta –aunque sin duda importante– en una poesía que tiene muchas otras. Y que, por otra parte, a medida que maduraban, ella y su autor, al compás de las tragedias y los logros de la vida, ha ido adquiriendo una gravedad de tono y una profundidad que sólo asomaban, o se presentían, al principio.

En todo caso, si en la lectura que va a seguir el humor está menos presente, quizá eso sirva también para ver mejor que el Enrique más ligero y el más hondo son el mismo: alguien que cree irremediablemente en la vida (y en la poesía, como mirada privilegiada sobre ella), a pesar de tantas cosas, y que sabe decirlo (o, mejor, contarlo) sin tener que adoptar para ello una actitud de predicador o de “sabio”, entre comillas, sin envanecimiento ni énfasis. Precisamente por esa creencia suya en la vida, sabe bien que las cosas que nos pasan o que pueden pasarnos no necesitan de afeites, de realce artificial alguno: bastan ellas, por sí mismas, para que, cuando se sabe contarlas con la desnuda eficacia de lo verdadero, podamos sentirnos emocionados, acompañados y convencidos.

Porque el tono menor, en Enrique, no es limitación o carencia. Si un escritor de la talla de Josep Pla supo siempre que tenía un problema con la intimidad, con el relato de lo verdaderamente íntimo, y eso limitaba de algún modo el alcance de su mirada magistral, penetrante y amplísima, Enrique, en cambio, sabe también desnudarse. Pudorosa, elegante, escuetamente. También eso, en un tiempo que demasiadas veces tiende a confundir la desnudez con el exhibicionismo, puede pasar inadvertido, para una mirada no suficientemente atenta. De ahí que quiera señalarlo ahora.

Porque, en resumidas cuentas, lo que en apariencia pueda tener esta poesía de fácil y de ligero no es más que eso, apariencia. Quienes confundan la sabiduría con el virtuosismo y lo lúcido con lo lucido corren el riesgo de resbalar por ella sin comprender que eso que tal vez no encuentran no está ausente aquí por impotencia, sino por voluntad deliberada de quien no quiere aparentar, sino ser. Con desnudez y hondura. Con la exacta discreción de la verdadera maestría.

Muchas gracias.


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[Muchas gracias a José Cereijo, por su amabilidad al entregarme el texto de la presentación y permitirme publicarlo]

25 febrero 2011

Sobre la presentación de "Con el tiempo" (1)

[Para los que viven lejos de Madrid o no pudieron asistir a la presentación del libro de poemas de Enrique García-Máiquez]
Ayer estuve en la presentación de Con el tiempo en la Librería Alberti. Fui con Mª Jesús, que descubrió el escalofrío poético el día que leyó In Memoriam y quería conocer al autor , y con Cristina, mi hija, que me acompañó diciendo que como se enterasen sus amigas de que iba a lecturas de poesía con su madre, de oírse llamar " pringada" un par de meses no la libraba nadie. Al salir le pregunté “¿Ha sido muy pringado?” –“No, ha estado bien”. No sabe Enrique García-Máiquez lo que ese "bien" adolescente vale.
Fue una tarde perfecta: un aire de primavera anticipada de camino hacia allí; Leonor y Carmencita, con esos ojos de comerse el mundo, a la entrada de la librería, que las ves y ya te vas contenta a casa; y por si todo eso fuera poco, una lectura emocionante y redonda.
Abrió el acto José Cereijo. Sus palabras, exactas y sentidas, como no podía ser menos viniendo del gran poeta que es Cereijo, dejaron el ambiente en el punto justo para que la lectura empezara. Cualquiera que siga, conozca y admire a Enrique García-Máiquez --y quien le sigue, le conoce y le admira-- las habría aplaudido. Yo para mis adentros le solté un par de bravos. Es un enorme placer oír hablar de quien se aprecia como merece. En la siguiente entrada os dejo el texto que leyó (eso también me gustó; las improvisaciones, por geniales y simpáticas que sean, nunca tienen el primor ni la atención de un texto bien escrito) y que, cuando le pregunté si habría algún modo de conseguirlo para poder contaros, tuvo la amabilidad y la generosidad de entregarme.
La lectura, como os decía, fue emocionante y, en algunos poemas, muy discretamente emocionada. La sala, pequeñita pero llena, y la voz de Enrique, recitando los poemas al contraluz de una lámpara de papel, te hacían sentir que estabas en una velada entre amigos. Y como amigos íbamos todos por donde los poemas y la voz nos llevaban: ahora un nudo en la garganta, ahora una sonrisa de satisfacción, ahora una sorpresa y ahora un silencio. La lectura de Salto, esa instantánea impresa en el corazón de un hijo, que por obra del poema vuelve a cobrar vida y vuelve a detenerse (siempre, alta y elástica, entre el agua y la tierra,/ grácilmente arqueada, suspendida en el aire), fue como un relámpago, deslumbrante. Cristina me dijo “éste”. Entre poema y poema, Enrique rebajaba la tensión, pero mantenía el vínculo, con aclaraciones que le agradecí mucho: los diálogos establecidos con otros poetas --y aquí, si supiera, os pondría un link a la entrada del Blog "En Compostela" del 23 de febrero--, el título, la estructura y las transiciones del libro, las circunstancias en las que nació cada poema.... Terminó la lectura y nos fuimos todos felices y en sintonía. Y es que la buena poesía es lo que tiene: su belleza exalta, la hondura y la bondad hermanan.
Y mañana, porque no quiero que quede aquí abajo y tengo que copiarlo -que a ello me pongo-, el texto de José Cereijo.

24 febrero 2011

Verdad, y no costumbre, se llamó a sí mismo

"Lo paradójico de la antigua filosofía estriba, desde un punto de vista histórico religioso, en que conceptualmente ha destruido el mito, pero al mismo tiempo ha querido legitimizarlo desde el punto de vista religioso. Es decir, la antigua filosofía no era religiosamente revolucionaria, sino muy evolucionista (1); consideraba la religión como ordenación de la vida moral, no como verdad. En la carta a los romanos (Rom 1,18-31) lo ha descrito Pablo maravillosamente en un lenguaje profético comentando un texto de la literatura sapiencial. Ya en los capítulos 13-15 del libro de la Sabiduría se alude al destino mortal de las antiguas religiones y a la paradoja que existe en la separación de la verdad y de la piedad.[...] La religión no iba por el camino del Logos, sino que permanecía en él como mito inoperante. Por eso su fracaso inevitable procede de la separación de la verdad, lo que lleva a que se la considere como pura institutio vitae, es decir, como pura organización y forma de la configuración de la vida. Frente a esta situación Tertuliano describió con palabras sencillas y majestuosas la posición cristiana cuando dijo: Cristo no se llamó a sí mismo costumbre, sino verdad [Dominus noster Christus veritatem se, non consuetudinem cognonminavit] .
A mi modo de ver, ésta es una de las grandes ideas teológicas de los Padres. Ahí se resume, en maravillosa poesía, la lucha de la primitiva Iglesia y la tarea continua que incumbe a la fe cristiana si quiere seguir siendo fiel a sí misma. La divinización de la consuetudo romana, de la "costumbre" de la ciudad de Roma, que quiere erigir sus usos en norma autosuficiente de la actitud, contradice a la única exigencia de la verdad. (2).
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Joseph Ratzinger, Introducción al cristianismo. 5.- El Dios de la fe y el Dios de los filósofos.

[(1) El texto procede de la página de "mercaba.org". Me pareció chocante ese muy evolucionista referido a la filosofía antigua, y al contrastarlo con el original alemán, encuentro que lo que dice es esto: ...nicht revolutionär, sondern höchstens evolutionär... Es decir: no "muy", sino "a lo sumo" o "como mucho" (tampoco me parece que el evolucionismo tenga vela alguna en este entierro, creo que se trata simplemente de un juego de palabras con "revolucionaria" que podría mantenerse: a lo sumo 'evolucionaria', pero eso ya queda al gusto).
-(2) A continuación, donde en el texto de Ediciones Sígueme, Salamanca 2005, dice: Con ello el cristianismo se pone decididamente de parte de la verdad y se separa de una concepción de la religión que se reduce a un conjunto de ceremonias..., en la versión digital se saltan un renglón (las tres o cuatro que he mirado deben proceder de la misma, porque tienen el mismo error) y dicen justo lo contrario: Con ello el cristianismo se ha colocado decididamente del lado de la religión que se limita a ser forma ceremonial... Así que, ojo con las ediciones en línea, que tienen algún error, como éste, importante.]
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19 febrero 2011

Aviso: Presentación de "Con el tiempo" de Enrique García-Máiquez

El próximo jueves 24 de febrero, a las 7 de la tarde, en la Librería Alberti de Madrid (Calle Tutor, 57) tendrá lugar la presentación del último libro de poemas, Con el tiempo (edit. Renacimiento), de nuestro admirado Enrique García-Máiquez. La presentación correrá a cargo del poeta José Cereijo, y tendremos la suerte y la oportunidad de escuchar algunos de los poemas en la voz de Enrique. Inolvidables poemas, como ese In Memoriam, dedicado a su madre, con el que se abre el libro, o El llanto de una niña sostiene las constelaciones, dedicado a su primera hija, con el que se cierra; que supongo que ya conocéis, y si no, no sé a qué estáis esperando. Aquí más detalles: http://www.libreriaalberti.com/ . El que se lo pierda, salvo por causas de fuerza mayor, pero muy fuerte y muy mayor, tonto será.
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Del libro yo no puedo hablar, no porque no tenga nada que decir, sino porque muchos de sus poemas los he hecho ya tan míos que tendría demasiado, no sabría por dónde empezar. Tendría que decir, por ejemplo, que un simple haiku, el primero de Las estaciones (Alguien me manda/ cientos de flores todas/ las primaveras) me ayudó a respirar en momentos en los que me faltaba el aire. Es una, sólo una, de las virtudes del libro, la de afectar de manera íntima a quien lo lee, la del reencuentro con uno mismo, la del reconocimiento. Sé de dos personas, no lectores habituales de poesía, que -despúes de darles a leer alguno de los poemas, y de verlas callar al terminar, con ese silencio que sigue al touché, al descubrimiento de algo que toca en lo hondo-, fueron a buscarlo y a comprarse su primer libro de poesía (sin contar las Coplas de Manrique y los obligatorios de las clases de Lengua de años ha, junto a los que ahora, como me dijo una de ellas, está puesto Con el tiempo).
-
De todos modos, para ir abriendo oído, y practicando la crítica del escriba, de la que hablaba Enrique García-Máiquez ayer en "Rayos y Truenos", aquí os dejo esta pequeña selección:

VERSION

Estas líneas traducen un poema
de autor desconocido.
Una música antigua, oída un día
en el coche, camino del trabajo,
o la conversación en la que hablaban
de novios unas chicas jovencísimas
que espié sin querer, transido de nostalgia.
O puede que traduzcan la sonrisa
que salva una mañana, o bien las voces
que nos hieren en sueños, o un paisaje,
o una historia olvidada... Es un poema
incierto de autor desconocido el que estas líneas
traducen torpemente consultando
un diccionario oscuro.
Su lengua original fue la del fuego
y nunca nadie ha hecho una versión exacta.
*********

Más vale que no sepan para qué
sirve leer poesía, si algunos aún la leen.
No les expliques,
............................. calla,
.......................................que no sepan
que su belleza no es neutral, que hace
insoportables la crueldad, la idiotez y el ruido
y por eso nos vuelve solitarios. [...] (de LECTURA EN UN COLEGIO)
*********
[...]
el poema de amor de un joven siempre
será una redundancia;
un himno, una obviedad;
una elegía, un ejercicio..
........................................En cambio,
qué natural una elegía ahora,
cuando las dicta el tiempo,
y un himno es algo heroico, inconcebible,
y un poema de amor es la esperanza
única de vivir
....................... aún
................................estremecidos. (de ORATIO PRO DOMO SUA)
**********
El pasado me pisa los talones. [...]
Pero yo me resisto. Hacia delante
huyo cada mañana
con los brazos abiertos. [...]
La esperanza es lo único que queda
a salvo del pasado, más allá de su alcance,
y a salvo incluso del convencimiento
de que no por ahora.
De que luego tampoco. [...] (de SIN CONVENCIMIENTO, CON ESPERANZA)
**********
Aquella higuera que por no dar fruto
maldijo Jesucristo
sin pararse a esperar, sacrificándola
a una enseñanza dura para todos,
dio la leña más seca, las mejores
fogatas del invierno se encendieron
con sus resecos troncos y a su arrimo
se juntaron extraños, se bebía,
se inflamaba el amor de los esposos [...]
......................................... Alguna viga
también salió de aquella higuera inútil
y sostuvo una casa. Y hecha barco
hubo una tabla que llegó hasta Tarsis [...]
Aquella higuera pobre, sólo sombra
y polvo recibió una maldición
y en ese mismo instante fue bendita.
Cuántos frutos la higuera. Siempre es tiempo. (de LA HIGUERA ESTERIL]
********
[...]
Pero tú ven, vente conmigo
hasta las páginas de un libro,
aunque sea mío. (de FUGA)
*********

... aunque sea mío, dice Enrique García-Máiquez y , dicho por él, no es un recurso literario, no se trata de una captatio benevolentiae, quiere decir exactamente "aunque sea mío". No sabe que ése precisamente es el argumento de autoridad, es decir, de humanidad y hondura, de que lo que nos vamos a encontrar es auténtica poesía: que sea suyo. Con el tiempo es un libro inolvidable, que deja tocado, y que, además, como lo es un alma, sólo podría ser suyo.

16 febrero 2011

... tal como somos. L.Bloy (y 2)

(Cont.)

"...No obstante, trataré de darte algún consejo. Me dices que lo que más te aleja de la Confesión es la extrema mediocridad de tantos sacerdotes. Es decir, que querrías que Dios gobernara su Iglesia por medios humanos, pero sigamos. Desearías que el sacerdote fuese un profundo moralista. Pero, desdichada criatura, si es diez mil veces mejor que eso... Añades que querrías una penitencia proporcionada a la falta. Esta última frase, perdóname que te lo diga, no es más que charlatanería sentimental. Santa Catalina de Génova caía desfallecida cuando Dios consentía en mostrarle a la vista el horror de un solo pecado venial. ¡Y tú, tú querrías ser juzgado! Me empiezas a dar miedo. ¿Cómo podríamos vivir si Dios nos mostrara a nosotros mismos tal como somos? Por eso es necesario que nos hayamos vuelto inmortales antes de que llegue la hora de nuestro Juicio. Acuérdate bien, ese es el triple fondo de la doctrina. Me dices, en fin, que es posible que el orgullo tenga algo de parte en tus consideraciones. ¡Desde luego! ¡Puedes estar seguro! Y sobre todo tiene parte la mucha ignorancia. La confesión no debe ser discutida por almas tan nobles como la tuya ni siquiera en la práctica. Eso hay que dejarlo para los bribones. Lo que hay aquí de particularmente inaudito es la debilidad misma del instrumento. Si un sacerdote fuera completamente imbécil, sólo me parecería aún más sublime. Pensaría que el Hijo de Dios, con la Sabiduría del Todopoderoso y del Dios de la Ciencia, escoltado por novecientos millones de espíritus celestiales, desciende cada día de lo alto de los cielos hasta la voz de esa pobre criatura, y quedaría deshecho de admiración y de fe.

Sólo me quedan dos cosas por decirte y ojalá puedan llegarte al corazón. En primer lugar: No existe ningún caso en el que un alma arrepentida no termine por encontrar la dirección que necesitaba. Dios jamás permite que una inquietud tan santa permanezca estéril. En segundo lugar: Hay tres personas en la Confesión: Jesucristo, el confesor y el penitente. Es una imagen absolutamente exacta y profunda de la Santísima Trinidad (si tuviera tiempo intentaría desarrollarte esta idea, que es prodigiosa). Estas tres personas concurren en una sola acción, pero son perfectamente distintas unas de otras, y cada una de ellas tiene su propia función. Nuestro Señor Jesucristo y el confesor no lo hacen todo. Es necesario que tú, el penitente, te esfuerces en volar un poco con tus propias alas. Dios ha concedido libertad al alma del hombre para que haga uso de ella. Tienes que procurar leer libros capaces de transmitirte la admiración de Dios, de provocarte al amor. Tú tienes imaginación, pues bien, lee libros elocuentes: los Sermones y las Meditaciones de Bossuet, las Cartas espirituales de Fénelon, el Amor a Dios de san Francisco de Sales, lee al Padre Faber, ese segundo Shakespeare que ha dado Inglaterra. Reza mucho y confiésate por obediencia. Comulga por obediencia. Muy pronto lo harás por amor.

Y con esto he terminado. ¿Qué más podría decirte? He puesto mi corazón en esta carta. Si algunas de las cosas que en ella has de encontrar, te parecen duras y te causan pena, perdóname, te lo ruego. He hecho cuanto estaba en mis manos. Dentro de algunos días te estrecharé entre mis brazos. Llegaré a París el sábado próximo... Ese día es la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, es decir, la conmemoración del día en que santa Elena, madre de Constantino, encuentra la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo en Jerusalén; esa reliquia más preciosa que todos los mundos, cuya sola visión hizo expirar de amor a un santo que acudió a verla. Yo no escogí el día de mi llegada a París, así que nuestro encuentro me parece muy significativo. Voy a París, para quedarme y sin proyecto alguno. Baste con decirte que yo también encontraré la Cruz. Vuelvo tan pobre como cuando lo dejé, pero quizá con un poco más de coraje y de confianza en Dios, que, así lo espero, me dará fortaleza. Ya te explicaré cuando hablemos por qué se me ha hecho imposible alargar la estancia aquí. ¡Pero fíjate qué extraño! He sufrido mucho en Périgueux, he deseado con todas mis fuerzas abandonarlo, y resulta que en el momento de partir siento que mi corazón se quiebra. La alegría de volveros a ver, mis buenos y fieles amigos, esa alegría que habría juzgado capaz de consolarme de todo, no endulza de ninguna manera la amargura inexplicable y horrorosa de esta marcha. ¡Ya ves! Había echado raíces. ¡Me admira lo admirablemente organizado que estoy para no ser jamás feliz en el mundo!"

-Léon Bloy, Lettres de jeunesse, 1870-1893, Lettre IX. Périgueux, 25 avril 1873 [ la traducción es mía; los subrayados, suyos]

15 febrero 2011

,,, y compartiendo el peso. L.Bloy (1)

.
"... De todas las criaturas humanas que andan por el mundo, qué pocas tienen la profundidad de alma necesaria para saber hasta qué punto el dolor espiritualiza los afectos. Las almas vulgares piensan que la ternura de corazón, ese inestimable tesoro de la vida, es como una moneda que sólo se acuña con la brillante efigie de la abundancia y dentro de encantadores palacios llenos de felicidad. No conozco ninguna idea falsa tan estúpida como esa. Precisamente lo contrario es lo cierto. Habría que escribir un libro para demostrar con genio esta verdad, sin embargo tan elemental, la de que es necesario haber sufrido para ser capaz de amor. El amor es un acto de la voluntad, pero el dolor es siempre una revelación anterior a ese mismo acto, porque el hombre tiene en su mísero corazón lugares que todavía no existen, en los que el dolor entra para que existan. Por ese motivo, el martirio, es decir la aceptación completa de todo el dolor posible, precipita en un instante el alma en el amor perfecto, sin pasar siquiera por esa laboriosa imitación que es la penitencia [...]


-En efecto, casi nunca nos es posible, sea en el dolor, sea en la alegría, abrazar por entero lo que se presenta. En todo lo que nos pasa, lo que está implícito sobrepasa siempre a lo que se manifiesta. Es lo que queremos decir cuando hablamos de un dolor creciente. No es el dolor el que crece, es la apreciación que hacemos de él, y ese progreso tiene que ver con la imperfección de nuestros espíritus. De ahí viene que a menudo parezcamos mucho más heroicos de lo que realmente somos. No llevamos de nuestro fardo sino lo que vemos de él, y no vemos de él más que una parte. Nuestro Padre celestial lo hace descender sobre nosotros gradualmente y compartiendo el peso entre su propia mano y nuestros hombros, hasta que la costumbre nos hace capaces de soportar la presión entera sin ser aplastados. Nunca podemos ir más allá del presente por la inteligencia o por el sentimiento. Es así como los dolores son la mayor parte de las veces menos penosos de soportar de lo que parecen, pues los soportamos por grados, casi sin darnos cuenta. ¿Sabes por qué Jesucristo sufrió tanto? Trataré de explicarte en dos palabras una idea sobrecogedora. Es porque en su alma, todo el tiempo de su vida, hubo una identidad perfecta de presente, pasado y futuro. Eso es particularmente impresionante en la agonía del Huerto de los Olivos. Pero ese pensamiento es un abismo… Aceptar el presente no es nada, pero aceptar el porvenir… [...]

--Antes de seguir, he releído una vez más tu carta. Es singularmente elocuente y amarga, y me ha entristecido y afectado tan profundamente que creí que no me sería posible responderla. Por eso lo he retrasado tanto tiempo y tan cobardemente. Lo que sobre todo me desconsuela, acabas de verlo, es esa confianza en mí, esa creencia de que tengo lo que necesitas en la palma de la mano, que me bastaría abrirla para consolarte. ¡Pobre alma triste! ¡Qué gran error el tuyo! Piensas que tengo penetración y corazón bastantes para darte algo diferente a esas imbecilidades desoladoras tan liberalmente prodigadas por los regaladores de consejos en general: “tenga coraje, cárguese de paciencia, etc. etc.”. El corazón se me subleva sólo de pensar en esos consoladores idiotas por los que Rochefoucauld decía que siempre se tiene mucha fuerza para sobrellevar las desgracias ajenas. En lo que hace al coraje y la paciencia, uno tiene lo que tiene y se carga de lo que puede. Hay almas desdichadas en su martirio, que no dan la impresión de estar muy resignadas y que, sin embargo, son sublimes ante Dios sencillamente porque no se dejan caer en la desesperación. En general, la vida es insoportable. Esa es la verdad y lo grave del asunto. Si no comulgara muy a menudo, te aseguro que me moriría de asco. Por otra parte, hay un pasaje de M. de Saint-Bonnet, terrible para los que no son cristianos: La esperanza –dice – existe para desvanecerse, la ilusión para desaparecer, la juventud para ajarse. ¿Estas enamorado? Un corazón te rechazará. ¿Eres amado? Los que te amaban ya no existen. Todo gran suspiro es ignorado, la lágrima verdadera nunca es vista, el corazón… el corazón siempre está solo."

Léon Bloy, Lettres de jeunesse, 1870-1893, Lettre IX. Périgueux, 25 avril 1873. [ la traducción es mía, los subrayados son suyos]

11 febrero 2011

Anhelar lo que hay

"Desde el primer instante en que mi alma, humillada y llena de asombro, se postró ante la música de Mozart, muchas veces ha sido para mí una actividad grata y reconfortante la de pensar en aquella jovial concepción griega que denómina al mundo κόσμος , puesto que se muestra como un todo bien ordenado, como una grácil ydiáfana alhaja del espíritu que obra en él y lo entrelaza; y pensar que esa jovial concepción puede repetirse en un orden de cosas superior, que también en él hay una providencial sabiduría que es digna de admiración, puesto que, ante todo, reúne a los que se pertenecen de manera mutua: Axel y Valborg, Homero y la guerra de Troya, Rafael y el catolicismo, Mozart y el Don Juan. Hay una miserable incredulidad que cree disponer de un sinnúmero de alicientes. Supone que ese vínculo es incidental, y no ve en él otra cosa que la afortunada conjunción de diferentes potencias en el juego de la vida. Supone que es incidental que los enamorados se encuentren, que es incidental que se amen, que habría cientos de otras muchachas junto a las cuales un hombre podría haber alcanzado la misma dicha y a las que podría haber amado del mismo modo. Supone que muchos otros poetas habrían podido ser tan inmortales como Homero, si éste no hubiese acaparado ese glorioso tema, que muchos compositores habrían podido ser tan inmortales como Mozart si se les hubiese dado la oportunidad. [...]
-
En lo incidental hay un solo factor [...] Lo venturoso tiene dos factores: es un hecho venturoso que la más excelsa materia épica le haya sido acordada a Homero, pues aquí el acento recae tanto sobre Homero como sobre la materia. En eso consiste la profunda armonía que resuena en todas las obras que llamamos clásicas. Lo mismo sucede con Mozart: es un hecho venturoso que aquello que, en sentido profundo, es acaso el único tema de la música, le haya sido dado ... a Mozart. [...]
-
Lo que hay de afortunado en una producción clásica, lo que le hace ser clásica e inmortal, es la absoluta conjunción de dos fuerzas. Esa conjunción es tan absoluta, que la reflexión de épocas posteriores no podrá separar ni siquiera en el pensamiento lo que está tan íntimamente unido sin correr el riesgo de provocar o favorecer un malentendido. Así cuando se dice que Homero tuvo la fortuna de hallar la materia épica más excelsa, puede que esto le haga olvidar a uno que esa materia épica le llega siempre a través de la concepción de Homero, y que eso que se presenta como la materia épica más perfecta sólo está listo para nosotros en virtud de la transustanciación que es propiedad de Homero. Si se hace resaltar en cambio la actividad poética de Homero al penetrar esa materia, se corre el riesgo de olvidar que el poeta jamás habría llegado a ser lo que es si el pensamiento que le permitió penetrarla no fuera el pensamiento propio de la materia, si la forma no fuese el pensamiento propio de la materia. El poeta desea su materia; pero es muy cierto aquel dicho según el cual desear no es no es ningún arte, y hay un sinnúmero de impotentes anhelos que confirman esa enorme verdad. Anhelar de la manera correcta, en cambio, es un gran arte, o mejor aún, es un don. Es lo que hay de inexplicable y misterioso en el genio, lo mismo que una vara mágica a la que nunca se le ocurriría anhelar algo distinto de lo que obtendrá. El anhelo tiene allí un significado mucho más profundo del que suele tener, algo que la razón abstracta hallará tal vez ridículo, pues ésta piensa más bien el anhelo en relación con lo que no hay, no en relación con lo que hay."
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Søren Kierkegaard, O lo uno o lo otro. Un fragmento de vida (2. Los estadios eróticos inmediatos. Preámbulo intrascendente), Edit. Trotta, Madrid, 2006, Traducc. Darío González y Begoña Saez.

07 febrero 2011

lumen cordium, consolator optime

...Luz de los corazones, el que mejor consuela... dulce huésped del alma...; así invoca al Espíritu Santo la Secuencia Veni Sancte Spiritus.

El Iluminador es también el Consolador. El que, a la vez que ilumina, consuela. No podía ser de otro modo. -Con las luces de los hombres, sin embargo, no pasa lo mismo. No son dulces huéspedes del alma. Lo iluminado, por lo general, espanta.

05 febrero 2011

La interné me asusta

Resulta que después de pasar un buen rato buscando las gafas por toda la casa, enciendo el ordenador, miro el Blog, me pongo a corregir una entrada pasada sobre ojos que no ven, y estando en ello me aparece en el lateral el anuncio de una clínica oftalmológica. En el anuncio me cuentan que han conseguido liberar de gafas y lentillas a no sé cuántos miles de cegatos y me ofrecen una cirugía láser a precio especial. Es inquietante... ¿cómo saben que me paso la vida buscando las gafas?
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Al momento aparece otro, éste de unos profesores que llevan tiempo empeñados en que aprenda hebreo en línea. Esta proposición ya me gusta más que el láser, pero ¿a qué viene tanto empeño? ¿Y por qué no me proponen aprender inglés, que me sería más útil?
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Termino, abro el correo por si hay algo, y me encuentro un mail de "tu amigo-marketing Editorial Trotta", con quien no tengo más relación que la pasta que me gasto en Trottas, informándome de la reciente publicación de un libro de la sobrina de Simone Weil, titulado "En casa de los Weil. André y Simone". Esta información no es que me guste, me encanta, les quedo muy agradecida, pero...
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Por lo pronto desenchufo y me voy a dar un paseo, que hace un esplendido día de sol, a ver si se me pasa el escalofrío.