09 abril 2013

El "correctivo" y el edificio. Kierkegaard (1)


 "¿Acaso el catolicismo y el protestantismo no están relacionados el uno con el otro como, por ejemplo -puede parecer extraordinario, pero en realidad es tremendamente físico-, un edificio que no se sostiene, con un contrafuerte que no puede sostenerse solo, aunque el todo que conforman sea incluso muy firme y seguro siempre que el edificio y el contrafuerte se mantengan unidos?  Dicho de otro modo, el protestantismo, el luteranismo, es realmente un correctivo y el resultado de haberlo convertido en regulador ha sido una gran confusión.
[...]
Intentemos desarrollar la idea de manera más clara. Fue después de que un yugo muy pesado hubiera oprimido a los hombres durante mucho tiempo, después de que fueran asustados con la muerte, el Juicio Final y el infierno de generación en generación, con ayunos y azotes, fue entonces cuando se rompió la cuerda. El hombre Lutero se fugó de la celda de un monasterio. Ahora bien, procuremos no separar lo que va junto, el primer y el segundo plano, procuremos no quedarnos con un paisaje sin segundo plano, sin trasfondo, no saquemos conclusiones que carezcan de todo sentido. Lo que Lutero osó hacer fue lo correcto dadas las circunstancias,  pues lo opuesto había sido falsamente exagerado. Entonces, decíamos que Lutero escapó del monasterio. Pero ésta no era realmente la mejor ocasión para contemplar con dulce sensatez cuánta verdad había en lo opuesto cuando no era exagerado. Lutero sabía que no estaba precisamente a salvo y, por lo tanto, era más bien una cuestión de aprovechar la ventaja ganada en la fuga para herir a lo opuesto lo más profundamente posible.

 Ahora veamos el orden de las cosas, tal como estaban cuando Lutero se escapó: estaban equivocadas. Eliminemos la suposicion necesaria para Lutero, y el luteranismo carecerá absolutamente de sentido.  Intentemos imaginar el ataque de Lutero contra lo que consideraba excesivo, en un estado de extrema tensión,  y que ese ataque se convierte en una especie de Resultado, hasta tal punto que desaparece la extrema tensión, y el luteranismo será un absoluto sinsentido. Imaginemos un país, aislado de cualquier influencia católica, al que este Resultado luterano ha sido llevado. Allí la generación actual nunca ha oído hablar de ese aspecto de la cuestión religiosa, expresado a través del monasterio, el ascetismo, etc. y que la Edad Media exageró; al contrario, es educada desde la infancia, suavizada desde la infancia con la idea luterana de calmar las conciencias intranquilas. Sin embargo, es importante señalar que no hay ni una sola alma cuya conciencia necesite ser calmada, ni lejanamente. Entonces ¿qué es el luteranismo? ¿Tiene sentido calmar la conciencia inquieta cuando la suposición "conciencias inquietas" simplemente no existe? ¿Acaso no pierde el luteranismo su sentido y, lo que es peor, no se convierte en un refinamiento que denotaría la diferencia entre la corrupción de un protestantismo degenerado y la de un catolicismo degenerado?

 Y eso es precisamente lo que pretendía mostrar, junto con el hecho de que el protestantismo no está hecho para sostenerse solo."
(Continuará)

El pensamiento vivo de Kierkegaard. Edición y prólogo de W.H.Auden. Ediciones Duomo, 2012, pp.184-186 (en ninguno de los textos seleccionados, titulados y agrupados según el criterio de Auden, se cita la obra de la que provienen. Éste, con el título "Catolicismo-Protestantismo", forma parte del capítulo 6: "Cristo, el tropiezo").
 [La obra de Auden, en tono académico y escrita por encargo,  es una presentación de las ideas centrales kierkegaardianas (lo existencial, el individuo, las tres categorías o estadios, el instante, la angustia, etc). Lo más personal del libro está en  la comparación de Kierkegaard con J.H.Newman, "ese otro gran predicador del S.XIX",  y en la selección en sí.  Auden, según la solapa del libro, nació en el seno de una familia anglocatólica de clase media.]

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