18 septiembre 2012

Una cicatriz eternamente mal cerrada- Charles Péguy



Hoy os traigo une texto de Charles Péguy sobre "lo que llamamos moral", la Gracia y las cicatrices mal cerradas:


"Hay algo peor que tener un mal pensamiento: es tener un pensamiento hecho del todo. Hay algo peor que tener un alma mala, o incluso que se vuelva mala: es tener un alma hecha del todo. Hay algo aún peor que tener un alma perversa: es tener un alma acostumbrada.

Se han visto juegos increíbles de la Gracia  y  gracias increíbles de la Gracia penetrar un alma mala, incluso un alma perversa, y se ha visto salvar lo que parecía perdido. Pero nadie ha visto nunca que se mojara lo barnizado, ni se calara lo impermeable, nadie ha visto empaparse a lo acostumbrado.

Las curaciones, los logros y los salvamentos de la gracia son maravillosos, y se ha visto ganar y se ha visto salvar lo que estaba (como) perdido, porque las peores miserias, porque las peores bajezas, las torpezas y los crímenes, porque el mismo pecado, son a menudo grietas en la armadura del hombre, defectos en la coraza, en la coraza de la dureza del hombre,  por los que puede penetrar la Gracia. Mas sobre la coraza inorgánica de la costumbre todo resbala, y toda espada rebota.
O si se quiere, en el mecanismo espiritual,  los puntos de articulación de las palancas de la Gracia son precisamente las peores miserias, bajezas, crímenes, torpezas, el pecado mismo.  Ahí es donde trabaja, ahí donde encuentra el punto que hay en todo hombre pecador, ahí como se apoya sobre ese punto doloroso. Se ha visto a los criminales más grandes salvarse. Por su crimen mismo. Por el mecanismo, por la articulación de su crimen. Nadie ha visto a los habituados más grandes salvarse por la articulación de su hábito, porque precisamente lo habitual es lo que no tiene articulación. [...] De ahí vienen muchos de los fallos que constatamos en la eficacia de la Gracia, la cual, alcanzando victorias inesperadas en el alma de los pecadores más grandes, a menudo permanece inoperante ante la gente más decente, sobre la gente más decente. Porque precisamente la gente más decente, o sencillamente la gente decente o, en fin, esos que así se nombran, no tienen ningún defecto en su armadura. No están heridos. Su piel de moral siempre intacta les otorga un cuero y una coraza impecable. No tienen esa brecha que se produce por una herida terrible,  por una inolvidable miseria,  un invencible pesar, por un punto de sutura eternamente mal cosido, por una inquietud mortal,  por una sorda ansiedad indomable, una secreta amargura,  por un caer sin fondo perpetuamente enmascarado, por una cicatriz eternamente mal cerrada.

No ofrecen esa entrada a la gracia que es esencialmente el pecado. Como no están heridos, no son vulnerables. Como no carecen de nada, no se les da nada. Como no carecen de nada, no se les da lo que es todo. Ni la misma caridad de Dios venda al que no tiene llagas. Porque había un hombre tirado en el suelo, el Samaritano lo levantó. Porque la cara de Jesús estaba sucia, Verónica la limpió con un pañuelo. De modo que quien no esté caído nunca será levantado, y quien no esté sucio no será lavado.

Las «personas honestas» no se dejan mojar por la gracia.  Es una cuestión de física molecular y globular. Lo que denominamos moral es un revestimiento que vuelve al hombre impermeable a la Gracia. La moral recubre al hombre contra la gracia”

[« Il y a quelque chose de pire que d'avoir une mauvaise pensée. C'est d'avoir une pensée toute faite. Il y a quelque chose de pire que d'avoir une mauvaise âme et même de se faire une mauvaise âme. C'est d'avoir une âme toute faite. Il y a quelque chose de pire que d'avoir une âme même perverse. C'est d'avoir une âme habituée.
On a vu les jeux incroyables de la grâce et les grâces incroyables de la grâce pénétrer une mauvaise âme et même une âme perverse et on a vu sauver ce qui paraissait perdu. Mais on n'a jamais vu mouiller ce qui était verni, on n'a pas vu traverser ce qui était imperméable, on n'a pas vu tremper ce qui était habitué.
Les cures et les réussites et les sauvetages de la grâce sont merveilleux et on a vu gagner et un a vu sauver ce qui étais (comme) perdu. Mais les pires détresses, mais les pires bassesses, les turpitudes et les crimes, mats le péché même sont souvent les défauts de l'armure de l'homme, les défauts de la cuirasse par où la grâce peut pénétrer dans la cuirasse de la dureté de l'homme. Mais sur cette inorganique cuirasse de l'habitude tout glisse, et tout glaive est émoussé.
Ou si l'on veut dans le mécanisme spirituel les pires détresses, bassesses, crimes, turpitudes, le péché même, sont précisément les points d'articulation des leviers de la grâce. Par là elle travaille. Par là elle trouve le point qu’il y a dans tout homme pécheur. Par là elle appuie sur ce point douloureux. On a vu sauver les plus grands criminels. Par leur crime même. Par le mécanisme, par l’articulation de leur crime. On n'a pas vu sauver les plus grands habitués par l'articulation de l'habitude, parce que précisément l'habitude est celle qui n'a pas d'articulation. [...]. De là viennent tant de manques que nous constatons dans l'efficacité de la grâce, et que remportant des victoires inespérées dans l'âme des plus grands pécheurs elle reste souvent inopérante auprès des plus honnêtes gens, sur les plus honnêtes gens. C'est que précisément les plus honnêtes gens, ou simplement les honnêtes gens, ou enfin ceux qu'on nomme tels, n'ont point de défauts eux-mêmes dans l'armure. Ils ne sont pas blessés. Leur peau de morale, constamment intacte, leur fait un cuir et une cuirasse sans faute. Ils ne présentent pas cette ouverture que fait une affreuse blessure, une inoubliable détresse, un regret invincible, un point de suture éternellement mal joint, une mortelle inquiétude, une invincible arrière-anxiété, une amertume secrète, un effondrement perpétuellement masqué, une cicatrice éternellement mal fermée. Ils ne présentent pas cette entrée à la grâce qu'est essentiellement le péché. Parce qu'ils ne sont pas blessés, ils ne sont pas vulnérables. Parce qu'ils ne manquent de rien, on ne leur apporte rien. Parce qu'ils ne manquent de rien, on ne leur apporte pas ce qui est tout. La charité même de Dieu ne panse point celui qui n'a pas de plaies. C'est parce qu'un homme était par terre que le Samaritain le ramassa. C'est parce que la face de Jésus était sale que Véronique l'essuya d'un mouchoir. Or celui qui n'est pas tombé ne sera jamais ramassé; et celui qui n'est pas sale ne sera pas essuyé.
Les "honnêtes gens" ne mouillent pas à la grâce.
C'est une question de physique moléculaire et globulaire. Ce qu'on nomme morale est un enduit qui rend l'homme imperméable à ta grâce.  s'ils sont malheureusement enduits de morale, sont inattaquables à la grâce, inentamables.»] 


Charles Péguy, Oeuvres en prose complète,  pp.1388-1390. Gallimard, 1992

4 comentarios:

Jesús dijo...

Los inarticulados de los que habla Peguy me hacen pensar en Doña Perfecta, de Galdós, y en el abad Cénabre, de "La alegría", de Bernanos. En este último, sin embargo, consigue entrar Dios...

¡Qué grande nuestro amigo Peguy, querida Cristina!

Cristina Brackelmanns dijo...

Claro, Suso, "los juegos increíbles de la Gracia". Si no puede por la epidermis, ya encontrará por dónde...
Péguy pensaría en lo que pensaría. Y supongo que, hablando de heridas, él respiraba por la suya.

Nuestro querido Péguy, querido Suso. Muchas gracias, sienta muy bien compartir entusiasmos.

Josefina dijo...

Gracias, Cristina. Un texto maravilloso, porque Péguy es una maravilla. Yo también digo "nuestro querido Péguy". Nos enseñan tanto estos grandes conversos. Recuerdo una conferencia sobre "Othello" que dio un cura en la que habló de las heridas del alma que todos tenemos, pero no todos reconocen, y ahí es cuando se cae. Dios quiera que no sea yo una de esas "honnêtes gens" impermeables a la gracia.

Cristina Brackelmanns dijo...

Jajaja, eso mismo pienso yo cuando lo leo, Josefina.
Es lo que tiene Péguy, que a la vez que nos entusiasma, nos deja temblando.
Yo creo que todos pasamos rachas impermeables.
Y que Péguy en el fondo sabía que hasta en los barnizados, impermeables y acostumbrados, afortunadamente, la Gracia encuentra por dónde abrirse camino. Sólo es que estaba enfadado, las "honnêtes gens" le hicieron sufrir mucho.