25 noviembre 2010

De blog a blog, pasando por el suelo

Venía esta mañana en el autobús con el librito de G.Steiner Nostalgia del Absoluto, y al encontrarme con el pasaje en el que, hablando de Freud y del psicoanálisis, compara la concepción tripartita de la conciencia  -aquello del ello, el yo y el superyó freudiano- con las casas vienesas de tres pisos, me he puesto contentísima. He pensado que la crítica, aunque pelín malévola, era genial, que la semejanza estaba muy bien hallada, y que tenía que colgarlo en el blog.

Me bajé del autobús y seguía dándole vueltas a los tres pisos, a la escalera que los comunicaría, si sería de caracol o con rellanos entre piso y piso, y a si la teoría de Freud habría sido diferente de haber existido ascensores en las casas vienesas de fines del XIX, cuando mi casa propia, con su ello, su yo y su superyó, ha pegado un resbalón y se ha venido al suelo. No pasa nada, me caigo mucho, desde pequeña, así que tengo práctica. Sé caer muy finamente, levantarme como un resorte y seguir el camino como si tal cosa.

Al llegar al trabajo me han comentado que debería ir al médico, que podría tener que ver con el laberinto del oído. Siempre hay quien se resiste a aceptar que hay cosas sin remedio y que una es como es. Tampoco me he atrevido a contarles que, en todo caso, con lo que podría tener algo que ver no es con el laberinto, sino con las escaleras vienesas de caracol. Por otra parte, caerse es reconfortante, te permite recordar que la gente es buena. No ha habido resbalón al que no hayan acudido raudas un par de personas. Hoy han sido dos señores la mar de animosos -que si este suelo desliza que es un horror, que si el ayuntamiento no repone los adoquines rotos-  y, además, de muy buen ver. Igual repito el número mañana.

Lo que empieza a preocuparme es que lo primero que se me ha venido a la cabeza, una vez incorporada, ha sido otra entrada de blog, ésta de J.M.Mora Fandos, en la que se declaraba contrario a los pavimentos de caucho en los parques infantiles. Tiene razón, pensé ayer leyéndolo, la vida es dura y cuanto antes se enteren los niños, mejor. Hoy, sin embargo, he pensado que lo que debe pavimentarse con caucho es, a excepción de los parques infantiles,  todo el resto del mundo mundial.
Tengo que entrar a decírselo a Mora Fandos: que la tierra para los niños, que con algo tienen que llenar el cubo y si se perdieran el sana-sana y los mimos no habrían ganado nada. Y el caucho para los demás, que ni cubo, ni sana-sana, ni necesidad de descubrir que la vida es dura.

Aquí os dejo, por fin, con G. Steiner:
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"Progresivamente, hemos llegado a comprender que los modelos y conceptos freudianos son imágenes, escenas, metáforas cautivadoras; que están anclados no en un cuerpo de hechos externos científicamente demostrables, sino en el genio individual de su fundador y en circunstancias locales.
Propongo con vacilación, pero con cierta seriedad, la sugerencia de que la famosa división de la conciencia humana -el ello, el yo, el superyó- no es en sí misma más que el reflejo anatómico del sótano, la vivienda y la buhardilla de un hogar de la clase media de la Viena del cambio de siglo. Las teorías de Freud no son científicas en el sentido de ser universales, de ser independientes de su medio étnico-social, como lo son las teorías de la física o la biología molecular. Son lecturas inspiradas y proyecciones a partir de las muy especiales condiciones sexuales, familiares y económicas de la vida burguesa en la Europa central y occidental entre, digamos, los años 1880 y 1920. [...] Sus verdades son de un orden estético, intuitivo, como las que encontramos en la filosofía y en la literatura. Los compañeros de Freud, sus aliados en el gran viaje hacia el interior, fueron, como él mismo llegó a presentir, Schopenhauer, Proust o Thomas Mann."
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Es decir, que  la psicopatología de la vida cotidiana y el psicoanálisis a las estanterías de literatura.

14 comentarios:

Jesús dijo...

Freud, así, sale ganando, por más que le pisaría mil veces la cabeza a Steiner por desacreditarlo como científico y acreditarlo como literato.

E. G-Máiquez dijo...

Una entrada con mucho vuelo. Gracias por escribirla.

Jaimemarlow dijo...

Usted sí que está de muy buen ver. Guapa, pero no con una guapura sosa, vacía y plástica de una top-model, sino con una lozanía, un porte y un donaire que acrecienta la ya de por sí considerable gracia de su rostro.

Cristina Brackelmanns dijo...

Sí que es verdad, Suso, y además como literato lo deja bastante bien. A mí me ha empezado a caer más simpático.

Cristina Brackelmanns dijo...

Yes, Enrique, un vuelo con aterrizaje de emergencia.
El arte de la caída es el único que domino, ¿cómo no iba a contarlo?
Gracias a ti por leerla.

Cristina Brackelmanns dijo...

Caramba, señor Marlow, dígame dónde mandarle unos turrones por Navidad. Serán de los buenos, que lo de la lozanía me ha llegado al alma.
Puede usted venir a recogerme del suelo cuando quiera.
Voy corriendo a llamar a mi hermana, que me dijo que con la foto con cara de panoli que había colgado iba a espantar al personal.
Bienvenido y muchas gracias.

Luis Rosales dijo...

He caído tantas veces que el aire es mi maestro.

Cristina Brackelmanns dijo...

Qué grande es Rosales.

También "yo he perdido el contacto del vivir -o del suelo- muchas veces,/el contacto del aire solamente una vez./Lo sé, no me lo digas..."

Muchas gracias!

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Yo también doy costaladas de cierta importancia. Con el tiempo aprende uno a caerse tanto como a levantarse poniendo gesto de indiferencia, "sin mirarse", como los toreros valientes.

Saludos

Mora Fandos dijo...

Vaya, lamento la caída, y ahora entiendo tu comentario. Espero que no haya sido nada grave. Y, sí el pavimento de caucho para los mayores, sobre todo para los que les damos vueltas a las cosas y abstraemos.
Steiner es un grande, y haces muy bien en poner a Freud en la estantería de literatura. Yo lo situaría entre los best-sellers de ciencia ficción psicológica.

Cristina Brackelmanns dijo...

Es un consuelo, Sr.GdL, ya somos dos.
Me ha gustado mucho el simil taurino. Aunque me temo que, en mi caso, el no mirarse tenga más de puro corte que de valentía torera.
Su Retablo es una joya.
Saludos y muchas gracias.

Cristina Brackelmanns dijo...

Por ahí van los tiros, José Manuel: la cabeza en otro sitio, y el suelo que reclama sus derechos y no se deja ignorar. No pasó nada, muchas gracias, es verdad que aprendes a caer con garbo y sin secuelas.
Y sí, En Freud hay un poco de todo, relatos míticos, tragedia griega y, desde luego, mucha ciencia ficción.

Anónimo dijo...

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Cristina Brackelmanns dijo...

Espero que el asunto semejante no haya sido un patinazo ni nada que tenga que ver con "besar el suelo", que decimos por aquí.
Merci beaucoup, cher anonyme, y saludos cordiales. Aquí tiene usted su casa.