25 junio 2010

La imposible posibilidad . Kierkegaard (2)

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(...Continuación)

"La desesperación vista en relación a la doble categoría de lo posible y de la necesidad: La desesperación en la necesidad, o la carencia de posible.

Suponed que descarriarse en lo posible sea comparable a los balbuceos de la infancia, sin embargo carecer de posibilidad es estar mudo. La necesidad parece no ser más que las consonantes, pero para pronunciarlas se necesita lo posible. Si falta, si el destino hace que una existencia carezca de posibilidad, ésta desespera, y estará desesperada en todo instante que le falte.

Hay, como se dice, una edad para la esperanza, o bien, en un cierto momento de la vida, se está o se estuvo, dícese, desbordante de esperanza o de posibilidades. Pero esto no es más que verborrea que no alcanza a lo verdadero: pues esperarlo todo y desesperar de tal cosa aún no es verdadera esperanza, ni verdadera desesperación. El criterio es el siguiente: todo le es posible a Dios. Verdad de siempre y, por lo tanto, de cualquier instante. Es un refrán cotidiano del que se hace uso todos los días sin pensar en él, pero su palabra no es decisiva más que para el hombre que se encuentra al fin de todo, cuando no subsiste ninguna otra posibilidad humana. Entonces, lo esencial para él consiste en si quiere creer que para Dios todo es posible, si tiene la voluntad de creer en ello. ¿Pero no es esta la fórmula para perder la sensatez? Perderla para ganar a Dios, es el acto mismo de creer. Supongamos a alguien en este caso: todas las fuerzas de una imaginación en el espanto le muestran temblando ante no sé qué horror intolerable; ¡y es este horror el que le llega! En opinión de los hombres su perdición es algo seguro ... la desesperación de su alma lucha por el derecho a desesperar, por el contentamiento de todo su ser en instalarse en la desesperación; incluso llegará a no maldecir a nadie tanto como a quien pretenda evitárselo, según la palabra del poeta de los poetas, en Ricardo II:

---Beshrew thee, cousin, which didst lead me forth
---Of that sweet way I was in to despair. ---
(Acto III, escena II).


Así, pues, la salvación es el supremo imposible humano; ¡pero a Dios todo le es posible! Este es el combate de la fe, que lucha como un demente por la posibilidad. Sin ella, en efecto, no hay salvación. Cuando uno se desmaya, la gente grita: ¡Agua! ¡Agua de Colonia! ¡Gotas de Hoffman! ¡Cualquier cosa fuerte! Pero para alguien que desespera hay que gritar: ¡Una posibilidad! ¡Encontradle una posibilidad! La posibilidad es el único remedio. Dadle una posibilidad y el desesperado recobra el aliento, se reanima, pues si el hombre se encuentra sin posibilidad, es como si le faltara el aire. A veces el ingenio de los hombres es suficiente para encontrarla, pero, al final, cuando se trata de creer, sólo queda un único remedio: Todo es posible para Dios.

Tal es el combate. (...) El creyente ve y comprende en tanto que hombre su derrota , pero cree. Y es esto lo que le preserva de perecer. Confía íntegramente en Dios sobre el modo en que le llegarán los socorros, pues se conforma con creer que a Dios todo le es posible... Comprender que humanamente está perdido y, a la vez, creer en lo posible, es creer. Entonces Dios viene en ayuda del creyente, quizá dejándole escapar del horror, acaso mediante el horror mismo en el cual, a pesar de toda suposición, brota el socorro, milagroso, divino. Milagroso, ¡pues qué gazmoñería es creer que el hombre sólo ha sido socorrido milagrosamente hace diecinueve siglos! ...
En cuanto a la posibilidad, el creyente posee el eterno y seguro antídoto de la desesperación, pues Dios lo puede todo en cualquier instante. Es ésta la salvación de la fe, que resuelve las contradicciones, como lo es el hecho de que la certidumbre humana de la perdición coincide sin embargo al mismo tiempo con la existencia de una posibilidad. ¿La salvación no es, en suma, el poder de resolver lo contradictorio? Así en lo físico, una corriente de aire es una contradicción, una desproporción entre el frío y el calor, que un cuerpo sano resuelve sin darse cuenta. Lo mismo sucede con la fe. Carecer de posibilidad significa que todo se nos ha hecho necesidad o trivialidad. "

S.Kierkegaard, La enfermedad mortal (Tratado de la desesperación. Libro III-Personificaciones de la desesperación). Texto tomado y corregido de: http://www.librodot.com/

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