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"Charlando con un crítico de arte, mi vecino en las páginas dominicales del diario "El Mercurio", llegábamos, desde nuestras respectivas disciplinas -la literatura y la plástica-, a un acuerdo axiomático: la gran creación artística de nuestro siglo se sitúa en el intervalo entre las dos guerras mundiales, y más en la cercanías de la primera que de la segunda. En ese punto mi interlocutor me pidió, sin piedad ni ambages, que le indicara los tres nombres más significativos de la poesía del siglo XX, tanto por su calidad propia como por su influencia. Poco amigo de rankings poéticos, confieso que en el calor de la conversación, lancé los dos primeros nombres con los ojos cerrados, sin duda alguna: Rainer Maria Rilke y Ezra Pound. El tercer nombre me resultó mucho más problemático (...) ¿Uno de tantos franceses: Eluard, Breton, Aragon, Saint-John Perse? Ninguno me convencía como talento individual. Lo mismo me ocurría con los herméticos italianos: Ungaretti, Montale, Quasimodo. El griego Kavafis es grande, pero poco representativo, y Pound realizó mejor que él una tarea vagamente similar."
"Charlando con un crítico de arte, mi vecino en las páginas dominicales del diario "El Mercurio", llegábamos, desde nuestras respectivas disciplinas -la literatura y la plástica-, a un acuerdo axiomático: la gran creación artística de nuestro siglo se sitúa en el intervalo entre las dos guerras mundiales, y más en la cercanías de la primera que de la segunda. En ese punto mi interlocutor me pidió, sin piedad ni ambages, que le indicara los tres nombres más significativos de la poesía del siglo XX, tanto por su calidad propia como por su influencia. Poco amigo de rankings poéticos, confieso que en el calor de la conversación, lancé los dos primeros nombres con los ojos cerrados, sin duda alguna: Rainer Maria Rilke y Ezra Pound. El tercer nombre me resultó mucho más problemático (...) ¿Uno de tantos franceses: Eluard, Breton, Aragon, Saint-John Perse? Ninguno me convencía como talento individual. Lo mismo me ocurría con los herméticos italianos: Ungaretti, Montale, Quasimodo. El griego Kavafis es grande, pero poco representativo, y Pound realizó mejor que él una tarea vagamente similar."
"¿Los españoles? De la generación de 1927 yo sólo salvaría enteramente a García Lorca, pero aun éste tiene algo de parcial, casi de local. Borges, ni pensarlo. Paz, tampoco. Me pareció entonces -y no por coterraneidad- que sólo Pablo Neruda resume como ningún otro el siglo entero, con todos sus vaivenes y aun con todas sus contradicciones. Poeta enorme, "gran mal poeta" para sus enemigos, "fenómeno de la naturaleza" para sus admiradores, uno se explica bien la intensa impresión de fuerza y vitalidad americana que causó en Miguel Hernández, quien comparaba tristemente ese desborde volcánico con aquella poesía peninsular que no sabía sino conmoverse delicadamente ante el temblor de un chopo en el crepúsculo castellano."
"Rilke, Pound, Neruda: tres claves de la poesía contemporánea. (...) Quedaba la tarea -que se cumple inicialmente en estas líneas- de desentrañar a grandes rasgos qué había aportado de propio y específico, a la lírica de nuestro siglo, cada uno de estos hombres tan disímiles. "
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(Continuará)
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José Miguel Ibáñez Langlois, Rilke, Pound, Neruda. Tres claves de la poesía contemporánea, Ediciones Rialp, Madrid, 1978
José Miguel Ibáñez Langlois, Rilke, Pound, Neruda. Tres claves de la poesía contemporánea, Ediciones Rialp, Madrid, 1978
2 comentarios:
Estoy pendiente de la continuación, porque no sé nada ni de Rilke ni de Pound ni de Neruda y además me conmuevo "ante el temblor de un chopo en el crepúsculo castellano".
A mí también me emociona mucho más el temblor del chopo en el crepúsculo que todos los desbordamientos esdrújulos volcánicos- telúricos- cosmogónicos del Sr. Neruda.
Será la impronta castellana (impronta de la que ni el exuberante Neruda se libró por cierto, y que asoma cuando canta, en tono bajo y mucho más conmovedor a mi gusto, a España: "llanura y nido de águilas", "la flor perdida/de tus aldeas arrugadas" "violentas y delicadas viñas"...)
Simpatías aparte, que se me van todas para Rilke y Pound, hay que reconocer que era un gran poeta.
Gracias, Ángel, ahora mismito voy con ello.
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