29 junio 2015

Ó rama ó que linda rama


Más Teresa Silva Carvalho, que canta que da gloria.
Ahora, por cambiar de tono, una canción del Alentejo, de las que dicen "de labor". 
Esta, en concreto, de la labor de apañar aceitunas, que también tenemos nosotros unas cuantas (canciones y aceitunas).
A mí se me hace rarísimo pensar en la gente del campo cantando deslomada, pero parece que sí, que era costumbre cantar mientras se trabajaba, que la jornada se hacía más leve. 
Habría que probar, a ver qué pasa .



Ó rama ó que linda rama
Ó rama da oliveira
O meu par é o mais lindo
Que anda aqui na roda inteira

Que anda aqui na roda inteira
Aqui e em qualquer lugar
Ó rama ó que linda rama
Ó rama do olival.

Eu gosto muito de ouvir
Cantar a quem aprendeu
Se houvesse quem me ensinara
Quem aprendia era eu.

Ó rama ó que linda rama...

Não m'invejo de quem tem
Carros, parelhas e montes
Só m'inveja de quem bebe
A água em todas as fontes.

Ó rama ó que linda rama...


27 junio 2015

A quem não entras na alma. Pessoa


F.PESSOA- CANÇÃO

Sol nulo dos dias vãos
Cheios de lida e de calma,
Aquece ao menos as mãos
A quem não entras na alma!
Que ao menos a mão, roçando
A mão que por ela passe,
Com externo calor brando
O frio da alma disfarce!
Senhor, já que a dor é nossa
E a fraqueza que ela tem,
Dá-nos ao menos a força
De a não mostrar a ninguém!


12 junio 2015

La grâce à l’intérieur de la disgrâce. Christian Bobin.


Un querido amigo de Asturias, al que aprovecho para saludar y dar nuevamente las gracias, sabiendo de mi querencia por Christian Bobin me envía este enlace a la revista digital Adiciones, que corro a compartir con vosotros. Además del documento enlazado, resumen de una entrevista radiofónica, podéis encontrar algunos textos más de Bobin -todos ellos traducidos por Teresa Campoamor- pinchando en la pestaña Colaboraciones.

Pues bien, buscando en la revista Esprit  el original del texto titulado "Lo ideal sería tener al mismo tiempo un alma contemplativa y guerrera" -un extracto de la entrevista realizada con ocasión de la publicación de  L'homme joie-, me encuentro con el párrafo que más abajo os copio, de final tan imposible de traducir como de olvidar.

En él, preguntado por André Dhôtel, uno de sus autores preferidos, Bobin nos habla de la profunda exactitud con la que este escritor percibe la vida, de su facultad para hacer brillar la gracia en el interior de la desgracia, y a continuación, como ejemplo, nos resume un texto del autor  -el texto más bello de toda la literatura de todos los tiempos, comenta (a lo que una piensa: hombre, tampoco será para tanto...)-, una media cuartilla, dice, que tiene el acierto de comenzar planteando una pregunta infantil, de esas que nunca se nos ocurriría hacer: ¿puede ser fea una flor?  

Y sigue Bobin, haciéndose eco del texto de Dhôtel:  ...él empieza respondiendo que sí , y nos habla de las aquileas (o las milenramas), unas flores umbelíferas. Entonces dice«Un día vi una milenrama grisácea, de un  blanco sucio, y no me gustó». Y continúa: «Poco después, en otro jardín, vi unas flores de la misma especie, también milenramas pero llenas de color. Eran deslumbrantes, magníficas, y me parecieron adorables». Seguidamente añade, y aquí es donde este texto me conmueve: «Volví donde la primera, es decir: la sucia, la rechazada, et je l’ai aimée d’amour ». 

Según Bobin, en este texto está todo Dhôtel. También se encuentra en él todo Bobin. En ese movimiento desde el  natural rechazo del et je ne l'ai pas aiméee (y no me gustó), hasta el tocado por la gracia et je l’ai aimée d’amour (tan difícil de verter al castellano sin caer en la cursilería o la inexactitud). Porque de lo que se habla, en suma, es de que la flor fallida, la malograda, la carente de hermosura y excelencia, la que pierde en la comparación, precisamente por ello, le gustó. Y no por ninguna especie de sentimiento compasivo, en el que siempre hay uno arriba -el que compadece- y otro abajo -el compadecido-,  sino con amor de predilección, con amor de enamorado, en el que de haber uno abajo es el enamorado.

Y quizá es un poco exagerado calificarlo del texto más bello de la literatura de todos los tiempos, pero se comprende el entusiasmo de Bobin. La fuerza iluminadora de esa pequeña historia de nada. La que me hace ver de pronto lo que une a autores tan dispares como Simone Weil, tan matemática ella,  Léon Bloy, tan insultador él,  Péguy, tan dado a llorar en el tranvía como a exponer el pecho ante las balas enemigas, o el mismo Bobin, tan contemplativo: Amor de predilección, por lo carente, por lo mal visto, por lo desafortunado. 

Y pienso en Weil, que encontraba más guapos a los obreros que a los burgueses -y no sólo por espíritu de justicia, añadía-, y en su decidida posición junto al acusado que balbucea frente al enhebrador de brillantes discursos. Y en Bloy y en su predilección por las prostitutas, por los excluidos del festín que pegan las narices al cristal de la pastelería. Y pienso en Bobin y su tonto del pueblo, Albain, que ve lo que a los demás se les oculta. Y en la predilección de Péguy por los agrietados, por los que cada noche se acuestan con la asombrosa esperanza de que al día siguiente todo irá mejor. Y pienso también, cómo no hacerlo, en Él, que tenía el mismo género de predilecciones.

Y aquí, por fin,  las palabras de Bobin:
- Il y a un autre écrivain qui est très présent dans vos livres, c’est André Dhôtel. Comment a commencé ce compagnonnage?Qu’est-ce qui vous attire chez lui. De quoi vous parle-t-il ?
CB- Je ne sais plus quand ses livres sont arrivés jusqu’à moi. Mais ce que je sais c’est que dès qu’ils sont arrivés ils ne sont plus jamais repartis. Et ils ont ramené tous leurs frères un à un. Ce qui me touche c’est son toucher de la vie, c’est la justesse profonde d’un homme qui fait que la grâce est à l’intérieur de la disgrâce. Pour le résumer, je dirais - et il est tout entier là-dedans -, qu’il a écrit, ça fait une demi-page, le plus beau texte de toute la littérature de tous les temps. Je peux vous le résumer, ce texte. Il commence par une question d’enfant, Dhôtel a la vertu de commencer par une question d’enfant que nous ne poserions pas, que nous ne saurions pas poser. Est-ce qu’on peut détester une fleur? Il commence par répondre oui. Et il parle des achillées, des fleurs qui sont des ombellifères. Il dit "Un jour j’ai vu une achillée qui était grise pâle, un blanc sale, et je ne l’ai pas aimée". Ensuite, il continue et dit: "Je suis allé dans un autre jardin un peu plus tard et j’ai vu des fleurs de cette sorte-là, d’autres achillées mais colorées. Et elles étaient éclatantes, magnifiques. Je les ai adorées". Ensuite, et c’est là où ce texte me bouleverse, il dit: "Je suis revenu vers la première, c'est-à-dire la souillon, la rejetée et je l’ai aimée d’amour". On sent même qu’il l’a aimée plus que les autres. Et ça, c’est tout à fait le mouvement de ses livres. 
http://www.esprit.presse.fr/news/frontpage/news.php?code=346
Entretien avec Christian Bobin réalisé par Didier POBEL et Bernard REVEL. 24-10-2014.