02 mayo 2013

El paso del primer al segundo Donoso Cortés (2)

(Seguimos con Donoso Cortés)

1. Lo que decía Donoso Cortés en 1845 ( Discurso Parlamentario 15 de enero ):
 la libertad no es otra cosa que la discusión; y en este punto soy tan exigente que me gustan hasta las discusiones peligrosas” 

2. Lo que dice Donoso Cortés en 1851 (Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo):

"La sociedad entonces se deja gobernar de buen grado por una escuela que nunca dice afirmo ni niego y que a todo dice distingo. El supremo interés de esa escuela está en que no llegue el día de las negaciones radicales o de las afirmaciones soberanas; y para que no llegue, por medio de la discusión confunde todas las nociones y propaga el escepticismo, sabiendo como sabe, que un pueblo que oye perpetuamente en boca de sus sofistas el pro y el contra de todo, acaba por no saber a qué atenerse y por preguntarse a sí propio si la verdad y el error, lo justo y lo injusto, lo torpe y lo honesto, son cosas contrarias entre sí o si son una misma cosa mirada desde puntos de vista diferentes."

 "La legitimidad de la razón son dos palabras, de las cuales la última designa el sujeto y la primera el atributo; yo niego el atributo y el sujeto. ¿Qué cosa es la legitimidad y qué cosa es la razón? Y en el caso que sean alguna cosa, ¿de dónde sabes que esa cosa esté en el liberalismo y no en el socialismo, en ti y no en mí, en las clases acomodadas y no en el pueblo? Yo niego tu legitimidad y tú la mía; tú niegas mi razón y yo la tuya."

"Cuando me provocas a discutir, te perdono, porque no sabes lo que haces; la discusión, disolvente universal, cuya virtud secreta no conoces, acabó ya con tus adversarios y va a acabar contigo ahora; por lo que hace a mí, tengo propósito firme de ganarla por la mano, matándola para que no me mate. La discusión es espada espiritual que revuelve el espíritu con ojos vendados; contra ella, ni vale la industria ni la malla de acero; la discusión es el titulo con que viaja la muerte cuando no quiere ser conocida y anda de incógnito.
Roma la sesuda la conoció, a pesar de sus disfraces, cuando entró por sus muros en traje de sofista; por eso, prudente y avisada, le refrendó su pasaporte.
El hombre, al decir de los católicos, no se perdió sino porque entró en discusiones con la mujer, ni la mujer sino por haber discutido con el diablo. Más adelante, hacia la mitad de los tiempos, dicen que este mismo demonio se apareció a Jesús en un desierto, provocándole a una batalla espiritual, o como quien diría, a una discusión de tribuna; pero aquí parece que tuvo que habérselas con otro más avisado, el cual le hubo de contestar: Vade Satanas, con cuya palabra puso fin a un mismo tiempo a la discusión y a los diabólicos prestigios."

3. ¿Qué ocurrió entre tanto, qué pudo transformar de ese modo la actitud,  las convicciones, la manera de ver y estar en el mundo del  brillante polemista Donoso Cortés?  Él mismo lo cuenta en la famosa carta de 21 de julio de 1849, dirigida a su amigo Alberich Blanche-Raffin:

"Yo siempre fui creyente en lo íntimo de mi alma; pero mi fe era estéril, porque ni gobernaba mi pensamiento, ni inspiraba mis discursos, ni guiaba mis amores. (/...) Tuve un hermano a quien vi vivir y morir, y que vivió una vida de ángel y murió como los ángeles morirían si muriesen. Desde entonces juré amar y adorar, y amo y adoro... –iba a decir lo que no se puede decir–, con ternura infinita, al Dios de mi hermano. Dos años van ya recorridos de aquella tremenda desgracia... Vea usted aquí, amigo mío, la historia íntima y secreta de mi conversión... Como usted ve, aquí no ha tenido influencia ninguna ni el talento ni la razón; con mi talento flaco y con mi razón enferma, antes que la verdadera fe me hubiera llegado la muerte. El misterio (porque toda conversión es un misterio) es un misterio de ternura. No le amaba, y Dios ha querido que le ame, y le amo; y porque le amo, estoy convertido. (...) ahora soy otro (...) Yo amo a Dios porque creo que me ha amado antes. Sin duda, la mayor elevación que siente el ser humano consiste en cerciorarse por la fe de que es amado por Dios.»

4. No se trata, naturalmente, de que Donoso rechace desde ese momento cualquier clase de discusión:  a la discusión de  las ideas socialistas y liberales dedica, de hecho, el Ensayo. En lo que ha dejado de creer Donoso es en la posibilidad de llegar a la verdad por medio de la discusión como pretende el liberalismo relativista: Ni la discusión, ni una razón viciada, insegura y tendenciosa, podrán por sí solas alcanzar a distinguir el bien y el mal en el orden moral,  político o social.
Donoso Cortés terminó siendo apodado por sus adversarios "Quiquiriquí de Extremadura". El liberal-progresista Modesto Lafuente decía que en Donoso el miedo de la revolución "rayaba en la locura"; otros lo llamaron apocalíptico o mártir plenipotenciario... Y sin embargo, anticipó las claves de la política europea del siglo XX  y fue el único que supo prever el auge de los totalitarismos y hasta sus tipos (que algo tienen que ver con la capacidad de discernir, o incluso de invertir, el bien y el mal) .  Mañana, o así,  Hannah Arendt, tan distante y tan distinta, pero...

10 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Qué bueno y qué interesante.
Yo también dejé de creer en eso de llegar a la verdad por medio de la discusión, así sin más, como dogma evidente.

Anónimo dijo...

Volver a Donoso: tarea urgente. Gracias por la información.
E.B.

Cristina Brackelmanns dijo...

Yo también, Ángel, "dejé de creer" (lo que quiere decir que creímos). Ni a la verdad ni al acuerdo siquiera, al final volvemos al tema de siempre, el del fuerte que se come al débil (el que tiene más labia, el que más enreda o el que tiene más adeptos).
Donoso Cortés es un fenómeno, de inteligencia, de claridad expositiva y de fuerza profética. Hay que tener mucha fuerza para decir lo que dijo (para hablar, por ejemplo, de "pecado original") en aquellos tiempos tan racionalistas e ilustrados (en España se convirtió en el jajajá de toda la clase política), y para ver lo que vio. Y eso que cuando habla de socialismo piensa en Proudhon. El Capital no se había publicado todavía, él no conoció el marxismo, sólo lo imaginó.
La entrada, aunque no se notara, era una entrada de Pentecostés. Sólo de ahí pudo sacar la fuerza para escribir el Ensayo en apenas un par de años y prácticamente antes de morir, como un legado.

Cristina Brackelmanns dijo...

Sí, volver a Donoso y a donde él señala: a la historia del siglo XX (y lo que te rondaré, morena), y a todo lo que se cuece en el XIX, y al Génesis.
Leyendo a Donoso entendí por fin lo del árbol de la ciencia del bien y del mal. Que no era una metáfora, ni una prohibición caprichosa, que es un aviso como una casa: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
Parece increíble pero ahí está, bien clarito desde el principio, más claro agua.
Muchas gracias a ti, Enrique.

Ángel Ruiz dijo...

Espero que otro día nos puedas contar qué dice Donoso Cortés sobre el árbol del paraíso: yo sigo sin saber qué quiere decir, si entenderlo como "el saber da dolor" o qué.

Cristina Brackelmanns dijo...

Donoso cortés habla más bien del pecado original, pero lo relaciona con la flaca razón y su pretensión de decidir, por sí sola, dónde está el bien y dónde está el mal.
No comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal, esto ya es cosa mía, quiere decir que no hagas justamente eso, que no pretendas construir una ética autónoma porque vas derecho a la ruina.
Spinoza decía, por lo visto siguiendo una una tradición interpretativa del judaísmo, que lo que Adán entendió como una ley o una prohibición, era sólo la revelación de una verdad necesaria y eterna. Como cuando se dice no toques el fuego porque te quemarás: el que lo toca no se quema porque desobedezca, sino porque quemar es lo propio del fuego. Búscate en Google, que te gustará, el artículo de Miguel Beltrán: "Spinoza y el árbol de la ciencia del bien y del mal".

Ángel Ruiz dijo...

Ya tengo el artículo: me lo leeré.

Cristina Brackelmanns dijo...

Que sea con un buen pedazo de tarta de chocolate.

Ah, luego pensé en lo de "el saber da dolor". Pero fíjate que el árbol prohibido no es el árbol de la ciencia (o el del saber), sino el de la ciencia "del bien y del mal". Es sólo esa ciencia la que se veta, o sobre la que se avisa, como dice Spinoza.

Feliz cumple, Ángel.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

La tentación del reaccionario -y del conservador en cierto modo- es encerrarse en una torre de marfil. En el aristócrata que había en Donoso esta querencia al aislamiento era doble. Posiblemente.

Y no le faltaba razón. Es más elegante el desdén y eludir la discusión para publicar ingeniosos y sabios aforismos (¿era el caso de Gómez Dávila?). Después habrá otros que saldrán a la arena. Eso sí pocos.

Discutir es incómodo, ingrato. Dar la batalla y exponerse.Equivocarse, salir escaldado y, también, tener días de triunfo. Fatigoso pero necesario. Conducta incorregible para otros. Fuente de incomodidades y apuros, incluso, para los propios partidarios.

Por otra parte, esa negativa a la discusión tan frecuente en el campo conservador, y en muchos católicos, ha tenido unas consecuencias que son fáciles de ver en el ámbito político y cultural.

En fin, sus reflexiones, como siempre brillantes.

Mis saludos.

Cristina Brackelmanns dijo...

Cuánto me alegra verle por aquí, sr. del Retablo.
Leyendo su entrada sobre los benditos liberales del XIX, que da mucho que pensar, casi casi llegué a plantearme algo así. No con esa claridad, desde luego, pero sí que me hizo dudar si en verdad la discusión sería la muerte viajando de incógnito.
Tiene razón Donoso en que hay verdades que son innegociables, y en que la verdad es la que es y no procede del acuerdo.
Creo que él habla de verdades a las que no ha llegado por el ejercicio intelectual, sino por pura Gracia (y por el ejemplo de su hermano, que simplemente era ejemplar, no parece que se hubiera dedicado a querer convencerle de nada). Verdades de las que no logrará convencer a nadie ni con el diálogo ni con la argumentación, del mismo modo que nadie lograría convencerle a él de que está en el error.
Pero claro, otra cosa es la vida política en la que sí es necesario llegar a acuerdos, y discutir y convencer en la medida de lo posible.
De todos modos, Donoso no se encerró en su torre. En medio del ruedo pronunció su famoso discurso sobre la dictadura y si no estoy equivocada, aunque habla muchas veces de sus ganas de retirarse, siguió con su actividad política y parlamentaria hasta que enfermó.
Tiene usted toda la razón del mundo en lo que dice al final. La cuestión es la de cómo discutir sobre lo que es innegociable, o cómo argumentar cuando el último argumento, por ejemplo, es un asunto de fe. Y pienso por ejemplo en cuestiones como la del aborto o la muerte compasiva. Al final, como dice Donoso "yo niego tu legitimidad y tú la mía; tu niegas mi razón y yo la tuya". A lo mejor la tarea empieza en el campo cultural, pero claro, ¿hacer series de televisión? Ese es otro asunto dificilííísimo. Una cultura católica de masas, hoy no parece muy posible.
No lo sé, señor del retablo, creo que pone usted el dedo en la llaga y le agradezco enormemente su comentario, pero no sé qué decirle. No lo veo nada claro.