17 diciembre 2012

La segunda caída. Mircea Eliade.


Después de una temporada con Kierkegaard, ese Bloy protestante, cualquier otro autor irremediablemente parece un soso. De todos modos, para ir rematando cosas,  os traigo unos parrafitos de Lo sagrado y lo profano, un hito de la contracultura y una de las obras más conocidas del filósofo, comparativista e historiador de las religiones Mircea Eliade. En ella, a propósito de la desacralización de la existencia y del "hombre sin religión", habla Eliade, en el capítulo de conclusiones finales,  de "una segunda caída" y emplea la expresión "caer más bajo". Es cierto que el descenso se refiere a los niveles de consciencia, pero la idea que queda clara, después de pasear con él de tribu en tribu y de civilización en civilización, es esa: la de un retroceso ahí donde muchos pretenden ver un avance, o por decirlo a la manera antropológica: la de una autocastración.  Debieron de lloverle muchos palos desde su publicación en 1956, y ocho años después, en la introducción a la edición francesa, parece pedir disculpas y pasar por el aro del obligado panegírico del hombre arreligioso, pero del libro, que ahí está,  no movió una coma:

"Como hemos dicho, el hombre arreligioso en estado puro es un fenómeno más bien raro, incluso en la más desacralizada de las sociedades modernas. La mayoría de los hombres «sin-religión» se siguen comportando religiosamente, sin saberlo. [...] A veces les aturde una verdadera algarabía mágico-religiosa, pero degradada hasta la caricatura, y por esta razón difícilmente reconocible. El proceso de desacralización de la existencia humana ha desembocado más de una vez en formas híbridas de magia ínfima y de religiosidad simiesca. No pensamos en las innumerables «pequeñas religiones» que pululan en todas las ciudades modernas, en las sectas y en las escuelas pseudoocultistas, neoespiritualistas y sedicentes herméticas, pues todos estos fenómenos pertenecen aún a la esfera de la religiosidad, aunque se trate casi siempre de aspectos aberrantes de pseudomorfosis. Tampoco hacemos alusión a los diversos movimientos políticos y profetismos sociales, cuya estructura mitológica y fanatismo religioso son fácilmente discernibles. Bastará, para poner sólo un ejemplo, recordar la estructura mitológica del comunismo y su sentido escatológico.  [...] Pero no es sólo en las «pequeñas religiones» o en las místicas políticas donde se encuentran comportamientos religiosos camuflados o degenerados: se los reconoce incluso en los movimientos que se proclaman francamente laicos, incluso anti-religiosos. Así, en el desnudismo o en los movimientos en pro de la libertad sexual absoluta, ideologías donde se pueden entrever las huellas de la «nostalgia del Paraíso», el deseo de reintegrarse al estado edénico anterior a la caída [...].

En cierto sentido, podría casi decirse que, entre los modernos que se proclaman arreligiosos, la religión y la mitología se han «ocultado» en las tinieblas de su inconsciente —lo que significa también que las posibilidades de reintegrar una experiencia religiosa de la vida yacen, en tales seres, muy en las profundidades de ellos mismos—. En una perspectiva judeo-cristiana podría decirse igualmente que la no-religión equivale a una nueva «caída»» del hombre: el hombre arreligioso habría perdido la capacidad de vivir conscientemente la religión y, por tanto, de comprenderla y asumirla; pero, en lo más profundo de su ser, conserva aún su recuerdo, al igual que después de la primera «caída», y aunque cegado espiritualmente, Adán habría conservado la suficiente inteligencia para pemitirle reencontrar las huellas de Dios visibles en el Mundo. Después de la primera «caída», la religiosidad había caído al nivel de la conciencia desgarrada; después de la segunda, ha caído aún más bajo, a los subsuelos del subconsciente: ha sido olvidada».

Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano, Edit.Guadarrama, Madrid 1981 (pág. 120-122)


2 comentarios:

Mora Fandos dijo...

Me gusta mucho el concepto y la imagen de "caer más bajo", qué justa es. Gracias Cristina. ¡Y feliz Navidad y muchas ascensiones en el 2013!

Cristina Brackelmanns dijo...

Sí, siempre se puede seguir cayendo. No sé si también ascendiendo, eso ya lo veo más difícil, pero cayendo desde luego.
Muchísimas gracias, José Manuel y feliz Navidad también para ti.