24 diciembre 2012

Atención y espera. Simone Weil (2.)

Continuación

Y terminamos con el tema de la atención en Simone Weil, que no sólo los estudios escolares, sino también la lombarda que acabo de poner al fuego (a eso nunca se refirió, la cocina le era ajena), necesitan de ella:

(...) "La atención consiste en suspender el pensamiento, en dejarlo disponible, vacío y penetrable al objeto, en mantener en sí mismo, cerca del pensamiento pero en un nivel inferior y sin contacto con él, los diversos conocimientos adquiridos que uno está forzado a utilizar. El pensamiento debe estar, respecto a todos los pensamientos particulares y ya formados, como el hombre sobre una montaña que, mirando hacia delante, percibe al mismo tiempo debajo suyo, pero sin mirarlos, muchos bosques y llanuras. Y sobre todo el pensamiento debe estar vacío, a la espera, no buscar nada, pero estar dispuesto a recibir en su verdad desnuda el objeto que va a penetrar en él.

Todos los contrasentidos en las traducciones, todos los sinsentidos en la solución de los problemas de geometría, todas las torpezas ('gaucheries' en francés, literalmente izquierdadas o izquierdeces, es sólo una curiosidad al margen) de estilo y todos los defectos en el encadenamiento de ideas en los deberes de Lengua, todo eso proviene de que el pensamiento se ha precipitado con demasiada rapidez  sobre alguna cosa, y estando así prematuramente satisfecho ha dejado de estar disponible para la verdad. El motivo es siempre el de que se ha pretendido ser activo; se ha pretendido buscar. Los bienes más preciosos no deben ser buscados, sino esperados. Pues el hombre no puede encontrarlos por sus propias fuerzas, y si se lanza en su búsqueda, encontrará en su lugar falsos bienes en los que no sabrá discernir la falsedad. 

Hay para cada ejercicio escolar una manera específica de esperar la verdad con deseo y sin permitirse buscarla. Una manera de prestar atención a los datos de un problema de geometría sin buscar la solución, a las palabras de un texto en latín o griego sin buscarles el sentido; de esperar, cuando se escribe, que la palabra justa acuda por sí misma a ponerse bajo la pluma, rechazando solamente las palabras insuficientes.

El primer deber hacia los escolares y los estudiantes es el de hacerles conocer este método, no sólo en general, sino en la forma particular relativa a cada ejercicio. Es el deber no sólo de sus profesores, sino también de sus guías espirituales. Estos deben, además, mostrar a plena luz, a una luz resplandeciente, la analogía entre la actitud de la inteligencia en cada uno de esos ejercicios y la actitud del alma que, bien provista la lámpara de aceite, espera a su esposo con confianza y deseo. Que cada adolescente con afición, mientras hace una traducción de latín, desee acercarse, por medio de ella, un poco más al instante en el que será verdaderamente ese siervo que, mientras su amo está en una fiesta, vela y escucha detras la puerta para abrirle en cuanto llame. El amo, entonces, sienta al siervo a la mesa y le sirve él mismo de comer.

Solamente esa espera, esa atención,  pueden obligar al amo a semejante exceso de ternura. Cuando el siervo se ha extenuado de fatiga en los campos, el amo a su regreso le dice: "Prepara mi comida y sírveme". Y lo trata de siervo inútil que hace solamente lo que se le mandó. Ciertamente es necesario hacer en el dominio de la accción todo lo que se ha mandado, al precio de no importa qué grado de esfuerzo, fatiga y sufrimiento, porque el que desobedece no ama. Pero después de eso no se es más que un siervo inútil. Es una condición del amor, pero no es suficiente. Lo que fuerza al amo a hacerse siervo de su siervo, a amarlo, no es nada de todo eso, todavía lo es menos una pesquisa que el siervo hubiera tenido la temeridad de emprender por propia iniciativa; es sólo la vigilia, la espera y la atención."

Y  ahora sí, vamos con la lombarda, que tiene que hacerse muy despacio y hay que removerla para que no se pegue (no hagáis nunca el disparate de cocerla en agua, sólo un poquito de vino y a cocerse en su  jugo, a ser posible con un par de reinetas).
¡¡Os deseo a todos una vigilante y muy feliz Nochebuena!! 

Simone Weil, Attente de Dieu, "Reflexions sur le bon usage des études scolaires en vue de l'amour de Dieu", págs 67-75.


5 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Muchísimas gracias por estos textos. Y mira que ponerme yo a ponerle pegas a la grandiosa Simone Weil; se me cae la cara de vergüenza.

Yo me he leído estos días el Para un examen de sí mismo de Kierkegaard: qué grande también, qué bien escribe, qué profundidad.

Se huele la lombarda al vino entre estos textos: muy feliz Navidad y un 2013 lleno de venturas (y que aprendamos por fin a estar atentos y expectantes).

Ángel Ruiz dijo...

Y por cierto, que esto viene bien aquí (aunque Weil está en otra galaxia en esto de la atención):
http://elcafedeocata.blogspot.com.es/2012/11/actividad-y-estupidez.html

Cristina Brackelmanns dijo...

Expectantes, esa es justo la palabra que con las prisas no dejé llegar.

Gracias a ti, que me hiciste recordarla. Seguro que le habría encantado oír tus pegas y charlar contigo. Gracias también por el enlace (Weil es que tenía siempre un pie en la galaxia de la mística).

Feliz Navidad, Ángel. Qué bonito lo de las venturas, mucho mejor que la prosperidad, que ya no hay quien se atreva. Lo mismo te deseo.
(y sí que huele la lombarda, primero un poco mal, pero luego muy muy bien).

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Dejo la lectura del texto de Weil para los próximos días, quizás hasta me atreva a realizar un comentario. Ahora bien, no acabará el día sin que le felicite las Pascuas. Es hoy un día grande.

Cristina Brackelmanns dijo...

Grande, señor del Retablo.
Se lo agradezco de todo corazón.
Y diga cuanto estime, por favor. Sus comentarios son apreciadísimos (es verdad que, tratándose de Péguy, de Bloy o de Simone Weil, que los quiero como si fueran de la familia, a veces los defiendo un poco pasadita de vehemencia, pero despues me quedo pensando, no crea).
Saludos cordiales y muy felices fiestas.