10 septiembre 2012

Deja para mañana lo de mañana. Charles Péguy

"Ante todo, los modernos quieren estar tranquilos". Ch. Péguy

Aquí os dejo algunos extractos de una ponencia de A. Molteni, titulada Permanecer en la precariedad. Las sugerencias de Charles Péguy .
Del R.P. Agostino Molteni, profesor de Literatura en la Universidad de Trieste y especialista en Péguy, hay varios trabajos, todos ellos apasionantes (por ejemplo Péguy, testigo del acontecimiento, o Charles Péguy: Los intelectuales de la felicidad y el acontecimiento cristiano), que, como este, se encuentran fácilmente en la red:
"Para Péguy este afán de tranquilidad domina de la misma suerte a laicos y eclesiásticos. Es el triunfo de Benjamín Franklin y de su máxima no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, que en la modernidad es considerada “la máxima de la sabiduría, de la prudencia y del buen gobierno de sí mismo”. Es el triunfo, para Péguy, de la libreta de la caja de ahorros, el “libro modelo” de la modernidad, el “diploma de tranquilidad del mundo entero”: “Así como el Evangelio es un compendio del pensamiento cristiano, así también la libreta de la caja de ahorros es el compendio del pensamiento moderno. Es lo único capaz de hacer frente a los Evangelios, porque es el libro del dinero, y el dinero es el anticristo. (…) Los libros licenciosos sólo han producido pecadores. La libreta de caja de ahorros produce lo moderno”.

Esta perspectiva del ahorro es la misma perspectiva de los “seguros”: es decir, la pretensión de asegurarse contra el acontecimiento imprevisto. Para Péguy es lo más opuesto al Evangelio y a su máxima: Cada día trae su afán, cuique diei malitia sua (Mt 6,34): “Si cada día trae su afán, ¿por qué asumir hoy los afanes de mañana, el trabajo de mañana?”. Así, el hombre no debe asegurarse de antemano contra el mañana, contra el acontecimiento que aún debe acontecer: “No debemos pensar en el mañana. Esa misma pereza (intelectual), esa misma prudencia, anticipación (y ese mismo apego al ahorro) fue lo que selló el determinismo, el materialismo y el intelectualismo”.

Péguy dice que el origen de esta perspectiva de ahorro y de “seguros” contra el acontecimiento imprevisto del presente nace de una pereza de la razón que no quiere ser desbarajustada, puesta en movimiento de su sedentarismo por el acontecimiento del ser: “Esa imperiosa necesidad de fijar el espíritu no es sino un ansia de pereza y la expresión misma de la pereza intelectual. Ante todo, los modernos, quieren estar tranquilos; ser, ante todo, sedentarios”. (...) “Esa misma tentación de pereza, esa misma fatiga y ansia de tranquilidad que los hace a todos funcionarios, es la misma que hace intelectuales. Así como todos corren tras las cátedras, no para enseñar, sino para estar sentados, así también desean ante todo una filosofía, un sistema de pensamiento, un sistema de conocimiento donde se pueda estar sentado”.
...Para Péguy es Bergson quien “ha vuelto a encontrar el presente, ha reintegrado la presencia del presente. Nos ha vuelto a decir que cada día trae su afán. Esto es la sabiduría misma y la vida. (…) No pretender asegurar de antemano la tranquilidad. No anticipar el mañana. (…) No sacrificar el día de hoy, la libertad y la fecundidad de hoy, a la tranquilidad de mañana. (…) No envejecer la vida: bastante envejece ya. He aquí lo metafísico, lo moral, lo económico y lo cívico”.(...) “El mundo del dinero y de la avaricia es el mismo mundo de los intelectuales del ser estático”. (...) “Las economías, los civismos, las morales, las metafísicas, todos dependen de cómo se trata el presente. Dime cómo tratas el presente y te diré cuál es tu filosofía  Si esterilizamos el presente, todo es estéril, todo está vacío.”

La “precariedad” es la novedad que la tradición hebreo-cristiana aporta a la visión del tiempo, y es la consecuencia de la visión de la realidad y del presente como acontecimiento que no se puede poseer de antemano.(...) Sin embargo, para Péguy, en la modernidad la cristiandad ha olvidado esta precariedad, pues el acontecimiento cristiano ha sido desvirtuado. Hablando de los cristianos modernos dice: “No son cristianos, quiero decir que no lo son hasta la médula. Continuamente pierden de vista la precariedad, que para el cristiano es la condición más profunda del hombre; pierden de vista esta profunda miseria, y no tienen presente que siempre hay que volver a comenzar. Es una precariedad eterna. Nada de lo adquirido es adquirido para siempre. Es la condición misma del hombre. Y es la condición más profunda del cristiano. No hay nada más contrario al pensamiento cristiano que la idea de una adquisición eterna, la idea de una adquisición definitiva que no puede ponerse en tela de juicio”.

Esta es la lección de Péguy: permanecer en la precariedad, es decir, recomenzar siempre, no considerar nada como adquirido para siempre, vivir el presente como presente siempre imprevisto, esperar el acontecimiento del ser (recordemos que la etimología de “precario” significa algo que no se obtiene por derecho, sino sólo por preces, por súplicas).
Si os interesa, podéis leerlo completo aquí.  Las citas de Péguy proceden de su Nota conjunta sobre Descartes y la filosofía cartesiana . Saludos y feliz rentrée.

18 comentarios:

gatoflauta dijo...

Hay un comentario a esa frase de "No dejes para mañana...", que yo no sabía que fuera de Franklin, que me parece muy atinado. Dice Mark Twain: "No dejes para mañana lo que puedas hacer pasado mañana".

Cristina Brackelmanns dijo...

Hombre, sr.gatoflauta, yo más bien lo veo igualito que lo de Franklin por el otro extremo. El primero sobrecarga el hoy, el segundo el pasado mañana, y los dos manipulan el mañana.
El término medio entre uno y otro sería "a cada día su afán".
Cada día lo de cada día. Como el pan que pedimos en el Padrenuestro, o como el maná del desierto: para cada día, sin acumularlo ni rechazarlo ni hacer cuentas con él. Lo de hoy para hoy y Dios dirá.
O sea, una precariedad confiada pero no tirada a la bartola. Aunque tampoco creo que pase de ser una gracieta de Twain, bastante más simpático que Franklin, eso sí.

Saludos, sr.gatoflauta, y muchas gracias por su comentario.

Mora Fandos dijo...

Hola Cristina, Peguy, otra de mis lecturas pendientes. Estas reflexiones sobre la precariedad son preciosas, y tan ciertas.
Feliz rentrée igualmente.

Enrique Baltanás dijo...

No estoy muy seguro de poder compartir esa afirmación de Péguy, tan admirable por todos conceptos: “Así como el Evangelio es un compendio del pensamiento cristiano, así también la libreta de la caja de ahorros es el compendio del pensamiento moderno. Es lo único capaz de hacer frente a los Evangelios, porque es el libro del dinero, y el dinero es el anticristo. (…) Los libros licenciosos sólo han producido pecadores. La libreta de caja de ahorros produce lo moderno”.
Creo que tú pones las cosas en su punto cuando dices que el presente debe ser "una precariedad confiada pero no tirada a la bartola".
Porque sin previsión de futuro (y hasta donde el futuro es previsible) no puede haber tampoco verdadero presente.
Creo.

Cristina Brackelmanns dijo...

Péguy te está llamando a voces, José Manuel. De la terna francesa Bloy-Péguy-Weil, empieza por Péguy, te llegará muy hondo.

Muchísimas gracias. Y vaya rentreée por la puerta grande la tuya. Qué buen fichaje el de la Complu.

Cristina Brackelmanns dijo...

Creo que es una afirmación muy de la época, EB, un poco también al estilo de Bloy, (o más tarde, de Thibon). Una época en la que supongo que no sabían lo que era una hipoteca pagadera a treinta años.
Y sí, parece exageradilla, sobre todo por la pobre libreta en la que hoy sólo guardan las cuatro perras los pobres de solemnidad, pero el fondo, creo yo, apunta bien. Apunta a nuestra tendencia a sustituir la confianza en Dios por la confianza en nosotros mismos. A la "monstruosa necesidad de seguridad", creo que dice Péguy por ahí; a pensar que es el dinero lo que la garantiza y sin él no somos nada.
Es un tema eterno, ya Cristo hablaba de los lirios del campo. Y todo el sunto del maná y lo que lo rodea en el Libro del Éxodo (que he leído estos días que viene de Man-hu: literalmente "qué es esto") es impresionante, como para leérselo cada fin de mes.
Puede que a veces venga bien quedarse con el culo al aire (perdona, no es muy fino, pero ahora no se me ocurre otra cosa) para poder decir "¿Qué es esto?". Eso en todos los terrenos, porque Péguy no se refiere sólo a la seguridad económica (puede, digo, que no es que en principio me parezca apetecible).

Lo último que dices, lo estoy pensando. Puede, también, que la incertidumbre, incluso la falta de futuro, a veces haga más verdadero el presente. Otras no, hay cosas que sin continuidad no existen. Es complicado.

Gracias, Enrique, siempre das que pensar.



Mora Fandos dijo...

Jaja, gracias Cristina, sí que es buena rentrée.

De esta no me escapo con Peguy.

Yo también creo que Peguy conecta con el estilo radical de Jesús, que es también el de los profetas de Antiguo Testamento: se trata de ir al corazón del asunto, para provocar la elección: sí o no. Una conversión del corazón, sin componendas. Luego hay que vivir eso en la vida cotidiana, y viene lo de ser sencillos como palomas y prudentes como serpientes. Creo que es como lo de Bloy el otro día, Enrique: manifestaciones radicales para sacudir conciencias y aclarar el corazón. Pero luego hace falta sentido común y gracia de Dios.
Saludos a ambos.

Cristina Brackelmanns dijo...

Así es, José Manuel. Péguy decía de sí mismo que sólo era un cronista, no un teólogo, ni un doctrinario, ni un polemista, sólo un testigo con el deber de constatar que el acontecimiento sigue aconteciendo.
Mañana cuelgo otro que enlaza esto de la precariedad con la gracia (que tampoco se puede acumular).

Retablo de la Vida Antigua dijo...

No es motivo de vergüenza o de impiedad tener una cartilla de ahorros o un seguro. Ni buscar la felicidad entre tantos espantos, o conquistar un mínimo espacio de seguridad en medio de la incertidumbre. O vivir sin miedo, dentro de lo posible. Una vez más el modesto personaje de clase media es vapuleado. Además, creo o, tan buen católico puede ser el jesuita o el dominico de la Escuela de Salamanca, que reflexiona sobre el dinero, el valor y el precio, en el siglo XVI como el que se retira al yermo. Cada uno sirve donde puede.

Una pregunta: ¿no es Peguy, en este caso, un tanto frívolo,incluso snob, en sus afirmaciones?. Y que conste que me descubro ante su final heroico.

Mis saludos doña CB.

Cristina Brackelmanns dijo...

Creo que son los inconvenientes del extracto y de la torpe extractora, sr. del Retablo.
Precisamente el Sr. Baltanás decía no hace mucho que "debidamente descontextualizada, toda frase es susceptible de volverse contra el que la profiere", y así es.
Lo que Péguy defiende no es la temeridad ni la irresponsabilidad, mucho menos el retiro al yermo, ni los falsos espiritualismos o la infelicidad. Lo que critica Péguy es el acorazamiento, la falsa seguridad, económica, ideológica, moral, que hace al hombre impenetrable. La precariedad de la que habla tiene que ver con eso que se ahora se llama la menesterosidad del ser, el reconocimiento de nuestra menesterosidad en todos los terrenos, y sobre todo con la esperanza y con la apertura a la Gracia.
La crítica a "los intelectuales de la felicidad" lo es a los que prometen felicidad a cambio de someterse a un sistema y obedecer unas consignas o unas reglas, ya sean los que el llama curas laicos (los socialistas)o, dentro de la iglesia, los que reducen el Acontecimiento cristiano a un conjunto de verdades eternas y de normas, a una "excelente materia de enseñanza" o a unos simples hábitos.
Siento mucho que le dé esa impresión de frivolidad o snobismo. Sí puede que sus afirmaciones sean provocadoras, y radicales, como las de alguien que ha tenido una experiencia radical. Nadie menos frívolo y menos snob que Péguy, y heroico a lo largo de toda su vida, no solo en su triste final.
Saludos cordiales, Sr. del Retablo, procuraré seleccionar mejor los textos.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

El texto está perfectamente seleccionado y extractado. Y si me he atrevido a escribir un comentario es por su indiscutible interés, como todos los asuntos que aparecen en su blog. En los de carácter teológico no entro pues carezco de la suficiente competencia para sugerir o afirmar nada en ese campo.

Otra cuestión es ésta que nos ocupa. Péguy se expresa con claridad y coherencia. Dice lo que dice y es evidente su condena del dinero,del ahorro,la diligencia, de las virtudes burguesas. Habla como el socialista y antiliberal que fue. O como el reaccionario, dicho sea sin carga peyorativa alguna, que añora una sociedad, orgánica y cerrada que,creo que para bien por mucho que me duela, ya estaba muerta a finales del XIX. A Chesterton y a Belloc les pasaba igual. Y a Maeztu que, con todo, tuvo lúcidas intuiciones sobre la naturaleza del capitalismo.

Mi, quizás excesiva, acusación de frivolidad parte de la siguiente pregunta, ya que el autor habla de economía, dinero, seguros y cartillas de ahorros: ¿sería sensato seguir el consejo de Péguy para unos padres de familia o para un empresario que sostiene ciertos puestos de trabajo?. Esto de vivir al día resultaría inquietante, ruinoso. La parábola de los talentos, creo, va en línea opuesta a lo de Péguy. Habla de inversiones y riesgo. Y, en fin, si el dinero es el Anticristo el trueque debe ser una vía de santidad.

Que conste que no niego su valor literario y su integridad moral a Péguy. Siempre me emocionó su valor personal al frente de sus soldados,su muerte heroica y su grandeza como poeta. Otra cosa son sus ideas económicas que son para salir corriendo.

En fin. Muchas gracias y perdone la no buscada ni pretendida impertinencia de mis comentarios.

Reciba usted los saludos de su lector.


Cristina Brackelmanns dijo...

Tal como yo lo entiendo, Sr. del Retablo, Péguy no critica la diligencia ni las virtudes burguesas. Sí el apego al dinero, la codicia, y la obsesión por llenar el granero.
No habla como un economista ni creo que defendiera una economía de trueque, aunque eso que usted dice tiene mucha gracia. Él fue un padre de familia responsable y un sacrificado empresario, y seguro que hizo muchas cuentas, y gastó, invirtió y reservó (y quebró y se preocupó). No es de eso de lo que habla, sino de una sociedad descristianizada que parece no creerse lo que profesa.
Lo del dinero y el Anticristo es cierto que suena muy apocalíptico, pero está en el Evangelio que no se puede servir a Dios y a las riquezas (o a Mammona, el ídolo de las riquezas, que ese es el ídolo que critica Péguy), o que es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello etc, o la parábola de Epulón o unas cuantas más sobre lo mismo. Interpretar la de los talentos literalmente, como una recomendación evangélica y una alabanza de las inversiones y el crecimiento socio-económico, pues qué quiere que le diga, lo menos que lo veo es bastante calvinista.
Insisto en que ha sido una torpe selección. Tendría que traer otros textos con sus reflexiones, en la línea de su admirado Bergson, sobre la importancia del momento presente y del continuo re-comenzar, que no darían lugar a alinearlo con ninguna clase de nostálgicos de tiempos pasados (¿Por qué, si el Acontecimiento sigue aconteciendo) ni de utopistas, ya sean para atrás, para alante o para arriba.

Muchas gracias por sus siempre interesantes y muy pertinentes comentarios, sr.del Retablo.

BV dijo...

Qué buenísimo. Me recuerda (relativamente) a cosas que escribe Agustín García Calvo contra el futuro y la administración de futuro (muerte) por la el Poder.

Cristina Brackelmanns dijo...

Hombre, bienvenido don Bala, un placer verle por aquí.
Me alegra que le guste, ya ve que ha tenido mucha contestación.
Para mí hablaba del afán de control, y de la ingenua suposición de que controlamos algo. Es decir, de la excesiva confianza en nosotros mismos y la nula confianza en la Providencia, pero Péguy da siempre para mucho.
García Calvo, como Gustavo Bueno o como el viudo de la Gaite (perdone pero no me sale y cuando me empeño es peor)son de lo más interesante que tenemos por aquí. Inclasificables y muy suyos, como Péguy.
Muchas gracias, cotillearé eso de García Calvo.

Cristina Brackelmanns dijo...

Otro de los inclasificables es J.Jiménez Lozano, que se me pasaba.
Ah, y el viudo es Ferlosio. No hay como dejar de buscar para encontrar.

BV dijo...

Un gran amigo mío es muy de García Calvo y de Ferlosio, precisamente.
Decía AGC:
"Lo que Ellos necesitan de veras es qué usted se ocupe y se distraiga: que viva usted en la continua profilaxis, que viva en el Futuro, que es el reino de Ellos; o sea que no viva, que no piense, que no sienta."
Una pregunta, ¿con qué podría empezar de Péguy?

Cristina Brackelmanns dijo...

Para conocer el pensamiento de Péguy, tienes en Nuevo Inicio "Verónica. Diálogo de la historia y el alma carnal", con un prólogo tan bueno que el libro vale por dos.
Y de poesía, que a mí fue lo que me echó a sus pies (al otro Péguy lo descubrí después): El Pórtico del Misterio de la segunda Virtud (lo tienes en Edit.Encuentro, suelto o junto con los otros dos Misterios) y, sobre todo, si lees en francés, y aunque no, La Tapisserie de Notre Dame.

BV dijo...

Muchas gracias, CB. Voy a empezar por la prosa. ¡Ya te comentaré aquí qué tal!