12 enero 2012

Le tourbillon de la vie

Aquí os dejo a Jeanne Moreau cantando "el torbellino de la vida".
Me gustaba mucho in illo tempore. La aprendimos en clase de francés, con aquella profesora disfrazada de francesa de Montmartre, con medias de rejilla, botines y cinturones de asfixia, que no se quitaba la boina ni para dar la clase, y se llamaba Mademoiselle Margot. Nos traía cassettes y, medio en trance, nos iba dictando las letras de las canciones, exagerando la pronunciación con una boquita muy requetefrancesa y muy requetepintada de piñón. La imitábamos descaradamente, nos partíamos de risa con sus gestos, sus andares, sus aires a lo existencialista y sus caras de embeleso, pero nos pasábamos el día canturreando las canciones. Con le tourbillon nos dio fuerte, además era facilísima de tocar a la guitarra con un par de acordes. La cantábamos en el patio, o en el bar del instituto si llovía; cuando se hartaban de escuchar la murga, nos íbamos al Parque del Oeste y vuelta a empezar. Hasta montamos el numerito en una actuación de fin de curso. De repente, anoche, sin saber por qué, se me ocurrió buscarla y... voilà!
Debe de tener algo adictivo porque llevo todo el día que no se me va de la cabeza.


Quizá es una simple cancioncilla pegadiza, pero me sigue gustando, y merece la pena ver y oír a Jeanne Moreau: suena un poco rasposa y destemplada cuando arranca, pero cómo se va creciendo, y qué manera tan encantadora de cantar y  bailar con la voz, los ojos y la sonrisa sin descomponer la figura.
Sin descomponer la figura, como la mismísima Mlle. Margot. Con aquellos atuendos y su peculiar mise en scène, todo un personaje y una magnífica profesora. Tan buena profesora ella, como ingratas, injustas y tontas perdidas nosotras. ¿Cómo pudo soportarnos? Sabía perfectamente que en cuanto se daba la vuelta empezaban los visajes, que era nuestra diversión. Pese a todo, con temple existencialista, nos miraba con simpatía, se hacía la loca.
No sé qué habrá sido de ella. Como a todas, se la tragó el torbellino.

4 comentarios:

Jesús dijo...

Me animas a volver a ver "Jules et Jim". Un ritmo muy escolar el de la canción, en efecto. Y ya me estoy riendo imaginando a la señorita con su boquita de piñón cantando le tourbillon y dirigiéndoos con su mano.

Cristina Brackelmanns dijo...

Sí señor, "Jules et Jim" de Truffaut. La Mademoiselle era la monda pero no nos dirigía. Nos enchufaba a Brel, a Brassens o a la Moreau, se derrengaba en su silla y ponía cara de transporte. Tenía un novio eterno en París. Debía de irse hasta allí mientras nos dábamos codazos. Cuando volvía en sí nos preguntaba si habíamos entendido algo, que normalmente ni jota. Con estudiar sus caras y su atrezzo ya teníamos bastante.
Nos jartamos de reírnos de ella y mira que le debo cosas.

E. G-Máiquez dijo...

La octava obra de misericordia: "hacerse el loco".

Cristina Brackelmanns dijo...

¡Exacto!!!
La octava de misericordia y una de las primeras de magnanimidad.
Es lo que más le agradezco, y lo que más me admira al recordarla.
Esta la paso a tu antología, Enrique.
Muchas gracias.