27 noviembre 2011

Et nubes pluant iustum

Vuelve el Adviento y vuelve su primer domingo. Y con el Adviento, más aún que con la Navidad, vuelven los recuerdos de la infancia. No sé por qué. Quizá porque para cuando llega la Navidad ya lo tengo todo recordado, o quizá porque la Navidad la celebraba todo el mundo, mientras que aquellas costumbres "raras" del Adviento eran sólo nuestras: La corona con su vela semanal, el calendario de ventanitas que nos enviaba la familia de Alemania, cada una con un dibujo -nada de chocolatinas, pero qué dibujos-, las tarjetas de felicitación que decían Frohe Adventszeit... Nos gustaban esas costumbres raras y sólo nuestras. Siguiendo, pues, la rara costumbre de la felicitación adventicia (las otras ya están más generalizadas), aprovecho para desaros un muy feliz Adviento.

Yo he sacado la corona de todos los años, le he puesto cuatro velas nuevas y la tarta está en el horno. Y como los recuerdos no varían, que son también los de todos los años, rescato aquí la entrada del año pasado, sobre todo para mi hijo Enrique, que ahora que está lejos puede que la lea. Para que se acuerde de encender la primera vela, y luego la segunda, y la tercera...


Junto con las velas nuevas, para que no se diga, renuevo también la versión del Rorate caeli. Las niñas con los candelabros dan un poco de impresión, pero cantan realmente bien. Lo dicho: feliz tiempo de Adviento para todos.




4 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

He leído lo del año pasado, que me ha parecido como si lo leyera por primera vez: qué maravilla de descripción del árbol de cuando érais pequeñas.
Yo pasé un Adviento y una Navidad en Alemania.

Cristina Brackelmanns dijo...

a lo mejor porque está corregido, Ángel, que cada vez que me leo me espanto.
Si las pasaste un año allí, te sonará lo que cuento.
Frohe Adventszeit.

Jesús dijo...

Feliz Año Nuevo, Cristina.
Un abrazo.

Cristina Brackelmanns dijo...

Igualmente, Suso. Otro abrazo para ti.