09 junio 2011

A vueltas con las edades (3)

(Continuación y terminamos)

La madurez del cuerpo y la madurez del alma, con sus años bien cifrados por Solón, por Aristóteles, por Shakespeare y por todo hijo de vecino; las etapas de la vida y los modos de vivir, de sustancia no-matemática que decía Ortega, al final accidentados por la implacable matemática lo quiera o no lo quiera Ortega...

Y, sin embargo, hay algo que el tiempo no toca, y que sólo se descubre con el paso del tiempo y sus devastaciones. Devastaciones físicas, devastaciones en el alma antigua, aquella que era memoria, entendimiento y voluntad, devastaciones en el corazón... Hay algo en el hombre, sin embargo, que se ríe del tiempo, algo que no es de este mundo de tiempo, y que sólo el tiempo revela.

Supongamos un cesto de manzanas recién cogidas del manzano, tersas, crujientes, rojas, y, entre todas ellas, una de otra procedencia: tersa, crujiente y roja para siempre, como si hubiera caído de un manzano eterno. ¿Quién la distinguiría al principio? Pasan los días y las manzanas se entristecen, pierden su lustre, se arrugan, se pican... todas menos una. Sólo entonces descubres su maravilla. Cuanto más encogidas, cuanto más pardas y revenidas las otras, más brilla la manzana extranjera. El alma es esa manzana. Y eso también lo sabe, también lo siente, cualquier hijo de vecino. Basta con mirarla para darse cuenta, aunque a veces cueste verla, aunque a veces ande oculta por el fondo del cesto.

Añadido el 08/06/2019.  Nada como verla y escucharla: las manos con artrosis, una pura ruina... y ese algo que el tiempo no toca:




12 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso, cb. Qué bueno leer esto a primera hora de la mañana.

enrique baltanás dijo...

Bella imagen la de la manzana incorrupta. Y sí, el alma no envejece. Si acaso, se enriquece, con todo lo vivido. Y lo por vivir.

Jesús dijo...

Y por verse ella inatacable por el paso del tiempo y tan atacable y atacado en cambio su compañero de camino, el cuerpo, suspirará el alma hasta no verlo a él también con brillo joven y eterno. Y además, por haber leído a Santo Tomás y saber por eso que "el alma sin cuerpo no es persona", más suspirará el alma por verse entera almando el cuerpo y corporeizándose ella.

Cristina Brackelmanns dijo...

Tan primeras horas que me emociona, Javier. Y me viene de miedo, se nota que de buena mañana la generosidad ya la tienes despierta, pero el sentido crítico todavía no mucho.
Gracias de verdad.

Cristina Brackelmanns dijo...

Muchas gracias, Enrique. Una manzana incorruptible es hermosísima (de hecho es que precisamente tengo una "fuji" en el frutero, que sigue como la de Blancanieves desde hace un par de semanas y me tiene intrigadísima), pero muy buena la imagen no es. Me tuve que frenar en seco cuando me vi poniéndola a hablar.
Y sí, el alma se enriquece, o se empobrece que tampoco es malo, pero no envejece. Es de esas cosas que te crees que sabes, hasta que las sabes y descubres que no las sabías.

Cristina Brackelmanns dijo...

"tan atacable y atacado su compañero de camino... suspirará el alma hasta no verlo a él también con brillo joven y eterno". Qué bonito, Suso, parece una historia de amor, de un amor con mucho fondo y final feliz. Qué bonito, gracias.

Fernando dijo...

Tu comentario es muy optimista, CB: el alma también pierde su brillo por el pecado, por las desilusiones de la vida, por el miedo a la muerte. Quizá aguante mejor que la piel del cuello, pero es difícil pensar que se mantiene como en la niñez.

Cristina Brackelmanns dijo...

Ese es uno de los grandes misterios, Fernando. Un alma inmortal no sometida a las leyes del tiempo (nacer, crecer, madurar, envejecer, morir), pero a la que sí toca el mal. La cuestión sería cómo la toca y si, metida en el pecado hasta el cuello, por así decir, la toca del todo. Después está el otro gran misterio, que es el de la Gracia: "...pasó lo viejo, todo es nuevo...".

Tú sólo piensa en el hijo pródigo y si eso no es para ser optimista, y si no queda como nuevo nuevito, bien requetelavado y calzado, con su manto y con su anillo, y casi más niño que antes de irse.
Nos la sabemos de memoria, pero nos cuesta creerlo ¿verdad?

Muchas gracias por tu visita y tu comentario, Fernando. Esto anda un poco de capa caída, pero sé muy bienvenido.

Fernando dijo...

No digas lo de "capa caída", CB: tus comentaristas son de lo mejor, así que en cuantos escribas con frecuencia esto logrará un gran nivel.

No sé mucho de teología ni de psicología, quizá "alma" tenga dos sentidos, el don de Dios que nos hace ser hombres (y, está claro, se mantiene intacta y joven desde el nacimiento hasta la muerte) y las capacidades del espíritu distintas de la memoria o el concoimiento (que son las que van oscureciéndose con los años).

No lo sé muy bien.

Cristina Brackelmanns dijo...

Tienes razón, Fernando, mis amabilísimos y generosos comentaristas, y también los visitantes mudos, sois un lujo que agradezco infinito y del que no dejo de pasmarme. Lo de la capa caída lo decía por mí, que ando liada y con poco tiempo para dedicarle al blog.

En cuanto al alma estoy exactamente igual que tú, que no sé bien. Y seguro que los psicólogos, los científicos, metafísicos y los teólogos saben infinitamente más que nosotros, pero tengo dudas de que ni siquiera ellos sepan bien. Lo único que está claro es que llevamos más de veinticinco siglos dándole vueltas a "ese no sé qué" que decía Voltaire (sólo busca "alma" en cualquier diccionario filosófico y te quedas boquiabierto de todo lo que se ha podido decir, y lo que te rondaré morena).
Del alma sólo sabemos, por fe, que Dios la infunde, que es inmortal y que será juzgada con justicia y con misericordia, que puede que sean la misma cosa. Y por experiencia, aunque siempre habrá quien lo considere literatura fantástica, que es un "no sé qué" que busca, que desea, y que siempre espera otro "no sé qué". Y que eso no envejece. El resto, para mi al menos, es un abismo de ignorancia, no es ya que no sepa bien, es que no sé nada.

Gracias por volver por la capa caída, Fernando.

Andrei Rublev dijo...

Leo esta entrada después de escribir el último post en mi blog. Busco (y encuentro) algún enrevesado vericueto que los conecte...

http://arseniobernal.blogspot.com/2011/07/despues-de-todo.html

Cristina Brackelmanns dijo...

Hola, Arsenio, qué sorpresa. Muchas gracias por esa búsqueda, por el precioso endecasílabo:
"algún enrevesado vericueto", y por ese encuentro, que no creas tú que no me intriga.

Vengo de tu Blog (muy buena entrada y qué grande Saint-Exupery)y yo encuentro una conexión en línea recta y sin revueltas, pero no precisamente con esta entrada, o tal vez sí, no sé...

Por cierto, qué pena en ese texto que un concepto tan central para Saint-Exupery como el de "apprivoiser" (y tan rico: fíjate que significa a la vez socializar, dulcificar, amaestrar, seducir, acostumbrar, privatizar -esa es su etimología, apprivatare, de privatus, convertir algo en privado, en propio-, familiarizar, acompasar...) no tenga traducción exacta en español. Y no es que importe mucho, porque se entiende perfectamente, pero eso de "domesticar" una rosa...

Gracias de nuevo, Arsenio, y un abrazo.