28 abril 2011

El sudario enrollado en un sitio aparte

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Este domingo de Pascua volvieron a leer el pasaje del Evangelio en el que san Juan describe lo que Pedro y "el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús" se encontraron al llegar al sepulcro vacío (con esa fórmula feliz para referirse a sí mismo que le libra del autobombo y de la impertinencia del 'yo', y le permite decir lo que tanto le importa y le complace repetir cuando habla de Jesús: que Jesús le quería) .

Desde siempre -es decir desde hace unos años- hay un detalle en esa descripción que me intrigaba mucho, como si guardara un secreto o un mensaje que no alcanzaba a entender, un detalle que me parecía precioso sin saber muy bien por qué. Está en Juan 20:7, y dice así: "Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte". Ya digo que no sé la razón, pero si la imagen de las vendas en el suelo es una alegría, la de ese paño, el que normalmente se usaba para enjugar el sudor del rostro, "no por el suelo" sino "enrollado en un sitio aparte" ("plegado" o "envuelto" dicen otras versiones), me emocionaba de un modo especial.

Tan es así, que cuando estuve en Jerusalén, en la visita al Santo Sepulcro, hace casi cuatro años, no dejaba de verlo, enrollado, dobladito, sobre la repisa que forma la pared en un lado. A punto estuve de preguntarle al sacerdote ortodoxo que guarda el Sepulcro, sentado a la entrada y siempre absorto en su libro de rezos: ¿Qué le lleva al Hijo de Dios recién resucitado a coger el paño que le cubría el rostro, enrollarlo y depositarlo así, con ese miramiento, en un sitio aparte? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué san Juan lo señala? Pero no me atreví a interrumpirle, tampoco sabía si nos habríamos podido entender.

He buscado por donde he podido, por ejemplo en la Catena Aurea (que aprovecho para agradecer a http://hjg.com.ar/catena/c0.html ), por ver qué comentaban los Santos Padres. Crisóstomo dice que Pedro lo examinó todo con la mayor escrupulosidad, y menciona el sudario, pero sólo para hacer ver que los ladrones no hubiesen tenido cuidado de quitárselo y envolverlo, poniéndolo en un sitio diferente del de los lienzos, sino que hubiesen tomado el cuerpo como se encontraba, con todos los lienzos adheridos por la mirra y las heridas. San Gregorio comenta que está separado por haber envuelto la cabeza de Cristo y ser símbolo de su divinidad, y que está enrollado porque su grandeza no tiene principio ni fin. Es una lectura muy profunda, pero ¿se dedicaría Jesús a dejar esa lección, recién resucitado y aún dentro de la tumba, en los dobleces de un paño? Tampoco Ana Catalina Emmerick, que desde niña contemplaba la vida y la Pasión de Cristo con tanta naturalidad que creía que lo mismo le ocurría a todo el mundo, tan minuciosa, como mujer, en todo lo que se refiere a los trapos y las vestiduras, aclara nada al respecto.

Las cosas que le llaman la atención a uno, aunque no se entiendan, no hay que olvidarlas, hay que llevarlas consigo, hasta que un día cualquiera, ellas solas y a lo tonto, se encuentran con esa parte que les faltaba, con su respuesta o lo que al menos a ti te lo parece, y te dan una alegría. A veces creo que sólo te llaman la atención para darte la alegría.

La cuestión es que hace un par de días, y perdonadme que pase a los asuntos tontos pero es que ahí es donde tienen la costumbre de esconderse las piezas perdidas, abrí el armario de mi hija, ese campo de batalla, y ¡oh maravilla! todo bien alineado, los montones clasificados como un ejército en orden de revista, los chales y los pañuelos bien doblados y no al rebuño... qué gratísima sorpresa; hasta los cajones con las medias y los calcetines ordenados por colores y enrollados... Y me paré a pensar: igual que los enrollaba mi madre... como me enseñó a enrollarlos... cuánto le gustaría verlo... cuánto habría querido a su nieta... ¿los verá desde donde esté, doblados a su estilo?...

Y en esto me acordé del sudario, enrollado, con mimo, bien colocado aparte, no por el suelo: Para que Ella lo viera.

Quizá, no lo sé, pero a mí me lo explica y me llena de contento pensarlo, es posible que ese paño fuera de María; no sería extraño que el rostro se lo hubiera cubierto su Madre después de mirarlo y besarlo por última vez. Es posible que su Hijo lo dejara enrollado como le había visto durante años enrollar y plegar los lienzos, como le habría enseñado. Un Hijo recién resucitado sí se dedica, antes de salir de la tumba, después de tanto dolor, después de aquellas miradas, a plegar con amor y gratitud un paño, a dejárselo en un sitio aparte y bien visible, a Ella, que entendería lo que le estaba diciendo: soy el de siempre, sigo siendo tu Hijo, lo enrollo para ti, mira si estoy vivo.






17 abril 2011

Domingo de Ramos: el burro y las despensas

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1. ...la Iglesia une hoy, con admirable sabiduría, la procesión y la Pasión. La procesión suscita vítores y la Pasión lágrimas... Que el hombre mundano observe y comprenda que la alegría termina en el pesar. Por eso aquel que practicó y enseñó tantas cosas, cuando se hizo hombre quiso demostrar personalmente con su palabra y su ejemplo lo que nos había dicho mucho antes por boca del Profeta: Toda carne es hierba, y su belleza como flor campestre.
Aceptó, pues, el triunfo de la procesión, consciente de que ya estaba inminente el día terrible de su muerte.
¿Podrá alguien fiarse de la gloria versátil del mundo si contempla al Santo por excelencia y además Dueño supremo del universo, pasando tan rápidamente de la victoria más sublime al desprecio más absoluto? Una misma ciudad, las mismas personas y en unos pocos días le pasea triunfal entre himnos de alabanza y le acusa, le maltrata y le condena como a un malhechor. Así acaba la alegría caduca y a esto se reduce la gloria del mundo.

2. Vosotros, en cambio, podéis captar un mensaje más espiritual: por eso os presentamos en la proce­sión la gloria de la patria celeste, y en la Pasión el camino que a ella conduce. Ojalá que la procesión te recuerde el gozo y alegría incomparables de nuestro encuentro con Cristo ... el día glorioso en que Cristo entrará en la Jerusalén celestial.(...)
La procesión te dice a dónde nos dirigimos, y la Pasión nos muestra el camino. Los sufrimientos de hoy son el sendero de la vida, la avenida de la gloria, el camino de nuestra patria, la calzada del reino, como grita el ladrón crucificado: Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Lo ve caminar hacia el reino y le pide que, cuando llegue, se acuerde de él. Tam­bién él llegó, y por un atajo tan corto que aquel mismo día mereció estar con el Señor en el paraíso. La gloria de la proce­sión hace llevaderas las angustias de la Pasión, porque nada es imposible para el que ama.

3. Y no te extrañe nada oír que esta procesión es símbolo de la celestial, ya que al mismo se le recibe en ambas, aunque las personas y el modo sean muy diversos. En esta procesión Cristo va sentado en un bruto animal; en aquélla, en cambio, habrá animales racionales, como dice la Escritura: Señor, tú salvas a hombres y animales. Recordemos aquel otro pasaje: Soy como un animal ante ti y estaré siempre contigo. Y conti­núa, refiriéndose a la procesión: Tú agarras mi mano derecha, me guías según tus planes y me llevas a un destino glorioso.

4. Y ya que hemos hablado del asno, de los mantos y de las ramas de árboles, quiero fijarme con más atención en las tres clases de ayuda que se le ofrecen en esta procesión al Sal­vador. La primera se la da el jumento en que va montado, la segunda los que tienden sus vestidos y la tercera los que cor­tan ramas de árboles. ¿No os parece que todos le presentan lo que les sobra, y honran al Señor sin molestarse ellos en nada, a excepción del jumento que se le ofrece él mismo?
... Yo creo que ese asno en que Cristo va sentado sois vosotros que, en frase del Apóstol, glorificáis y lleváis a Cristo con vuestro cuerpo. Los hombres del mundo cuando hacen limosna de sus bienes, no le ofrecen al Señor su cuerpo, sino lo que usa o necesita el cuerpo. Los prelados cortan ramas de árboles cuando hablan de la fe y obediencia de Abrahán, de la castidad de José, de la mansedumbre de Moisés o de las virtudes de otros santos. No hacen más que tomarlo de sus bien surtidas despensas; y deben distribuir gratuitamente lo que recibieron de balde. Si todos cumplen fielmente su minis­terio, es indudable que participan en la procesión del Salvador y entran con él en la ciudad santa (...) ¿Quién va más cerca de Jesús en la procesión? Creo que es muy fácil comprenderlo.

San Bernardo. Sermones litúrgicos (EN EL DOMINGO DE RAMOS. Sermón Primero: Sobre la procesión y la Pasión).

04 abril 2011

Este es el mes con que todo se alegra



"Del cual tiempo dice bien San Macario: «Porque entonces, dice, se descubrirá por de fuera en el cuerpo lo que ahora tiene atesorado el alma dentro de sí, así como los árboles, en pasando el invierno, y habiendo tomado calor la fuerza que en ellos se encierra con el sol y con la blandura del aire, arrojan afuera hojas y flores y frutos. Y ni más ni menos como las yerbas en la misma sazón sacan afuera sus flores, que tenían encerradas en el seno del suelo, con que la tierra y las yerbas mismas se adornan. Que todas estas cosas son imágenes de lo que será en aquel día en los buenos cristianos. Porque todas las almas amigas de Dios, esto es, todos los cristianos de veras, tienen su mes de Abril, que es el día cuando resucitaren a vida; adonde, con la fuerza del Sol de justicia, saldrá afuera la gloria del Espíritu Santo, que cobijará a los justos sus cuerpos. La cual gloria tienen ahora encubierta en el alma; que lo que ahora tienen, eso sacarán entonces a la clara en el cuerpo. Pues digo que éste es el mes primero del año; éste el mes con que todo se alegra; éste viste los desnudos árboles desatando la tierra; éste en todos los animales produce deleite; y éste es el que regocija todas las cosas. Pues éste, por la misma manera, es en la resurrección su verdadero abril a los buenos, que les vestirá de gloria los cuerpos, de la luz que ahora contienen en sí mismas sus almas; esto es, de la fuerza y poder del espíritu, el cual, entonces, les será vestidura rica, y mantenimiento, y bebida, y regocijo, y alegría, y paz, y vida eterna» .


Esto dice Macario. Porque, de allí en adelante, toda el alma y todo el cuerpo quedarán sujetos perdurablemente a la gracia; la cual, así como será señora entera del alma, asimismo hará que el alma se enseñoree del todo del cuerpo. Y como ella, infundida hasta lo más íntimo de la voluntad y razón, y embebida por todo su ser y virtud, le dará ser de Dios y la transformará casi en Dios, así también hará que, lanzándose el alma por todo el cuerpo, y actuándole perfectísimamente, le dé condiciones de espíritu y casi le transforme en espíritu. Y así, el alma, vestida de Dios, verá a Dios, y tratará con Él conforme al estilo del cielo; y el cuerpo, casi hecho otra alma, quedará dotado de sus cualidades de ella, esto es, de inmortalidad, y de luz, y de ligereza, y de un ser impasible. Y ambos juntos, el cuerpo y el alma, no tendrán ni otro ser, ni otro querer, ni otro movimiento alguno más de lo que la gracia de Cristo pusiere en ellos, que ya reinará en ellos para siempre gloriosa y pacífica."


Fray Luis de León, De los Nombres de Cristo, Libro II, "Rey de Dios". Ed. Austral, Madrid, 1991, edición de Antonio Sánchez Zamarreño.