16 marzo 2010

Tierras de penumbra

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Verdadera y falsa sabiduría
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La sabiduría inferior se mide por las preguntas que contesta, la sabiduría superior por las que hace innecesarias.
A medida que avanzamos en la vida, nuestros saberes disminuyen en número y en precisión, pero crecen en profundidad, en intimidad, en certeza: son cada vez más seguros y menos comunicables.
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Madurez
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Se saben menos cosas pero se adivinan más. El espíritu se limita a menudo a plantear cuestiones, pero a un nivel infinitamente más profundo que antes, cuando creía resolverlas. Se pasa de la falsa luz del conocimiento artificial a la penumbra del conocimiento intuitivo.
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Gustave Thibon, Nuestra mirada ciega ante la luz, Ediciones Rialp, Patmos nº146, Madrid 1976. Traducción de Julián Urbistondo.

4 comentarios:

Fernando dijo...

Cara C.B.,

"Una mirada ciega hacia la luz" é o livro de Thibon que mais gosto!
Tenho a edição espanhola publicada pelo Editorial Belacqua em 2005. Infelizmente nessa edição da Belacqua, o prólogo que aparece na edição original francesa (que é um primor) foi retirado! O mesmo aconteceu com a tradução de "L'equilibre et l'harmonie: a versão espanhola da Belacqua não corresponde totalmente ao livro original.

Um grande abraço.

Cristina Brackelmanns dijo...

Querido Fernando,
Por suerte en mi vieja edición sí aparece ese prólogo: "¿Cómo hablaré a los hombres?, se preguntaba Saint-Exupery...". No entiendo la razón de que lo hayan eliminado en la edición de Belacqua. En cuanto a "El equilibrio y la armonía", le agradezco el comentario, así lo buscaré directamente en su versión original.

He disfrutado mucho con sus últimas entradas (post?). Qué buena la comparación con los locos que "ignorando la finalidad de los puentes y las escaleras establecen en ellas su morada", y qué gran texto "El mal, prueba del bien". Me ha encantado también poder escuchar la voz de Thibon, tan enérgica y juvenil a sus 70 años, aunque habla muy deprisa y me cuesta un poco entenderle. Y los escritos de Marcel de Corte publicados en ese Blog me interesan mucho.

Un abrazo, Fernando, y gracias por todo.

julio dijo...

Es curioso, porque muchos (que, seguramente, se equivocan) piensan todo lo contrario. La juventud, como tiempo de la intuición. La madurez, como tiempo reflexivo.

Cristina Brackelmanns dijo...

Pues tienes razón, pero creo que es más bien cuestión de niveles, como dice, y del tipo de luz.

La clave me parece que está en ese "menos comunicable". Las certezas de la madurez son menos comunicables porque son menos de producción propia; en ese sentido son intuitivas. La juventud es tiempo más de ocurrencias que de verdaderas intuiciones ¿no? Las ocurrencias son comunicables de la pe a la pa.

Acabo de leer un texto del cardenal Newman en el Blog "Otra tuerca de vuelta" que enlaza Ángel Ruiz en su entrada de hoy y que tiene que ver con esto. Newman habla de "la deficiencia de la verdad en cuanto a recursos de elocuencia, e incluso de palabras". Y Donoso hablaba del absurdo y de "los hijos del propio entendimiento" en mi entrada de ayer, que no sé si leíste pero era buenísima, aunque esté un poco feo que sea yo quien lo diga (que sólo lo digo, que conste, porque era de Donoso, que cada día me admira más).

Muchas gracias, Julio.
Por cierto, el retrato de Newman en el Blog de Ángel, así de pronto, como que se te da un aire.