09 febrero 2010

Donoso y Valera

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1. Donoso Cortés dice:
De cómo en toda gran cuestión política va envuelta siempre una gran cuestión teológica:

M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revolucionario estas notables palabras: «Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología». Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas (…)

Esto sirve para explicar por qué causa, al compás mismo con que se disminuye la fe, se disminuyen las verdades en el mundo; y por qué causa la sociedad que vuelve la espalda a Dios ve ennegrecerse de súbito, con aterradora oscuridad, todos sus horizontes. Por esta razón, la religión ha sido considerada por todos los hombres y en todos los tiempos como el fundamento indestructible de las sociedades humanas: Omnis humanae societatis fundamentum convellit qui religionem convellit, dice Platón en el libro X de sus Leyes. Según Jenofonte (sobre Sócrates), «las ciudades y naciones más piadosas han sido siempre las más duraderas y más sabias». Plutarco afirma (contra Colotés) que «es cosa más fácil fundar una ciudad en el aire que constituir una sociedad sin la creencia de los dioses». Rousseau, en el Contrato Social (1.4 c.8), observa que «jamás se fundó Estado ninguno sin que la religión le sirviese de fundamento». Voltaire dice (Tratado de la tolerancia c.20) que «allí donde hay una sociedad, la religión es de todo punto necesaria». Todas las legislaciones de los pueblos antiguos descansan en el temor de los dioses... Como César hubiera pronunciado un día en pleno Senado ciertas palabras contra la existencia de los dioses, luego al punto Catón y Cicerón se levantaron de sus sillas para acusar al mozo irreverente de haber pronunciado una palabra funesta a la República. Cuéntase de Fabricio, capitán romano, que, como oyese al filósofo Cineas mofarse de la divinidad en presencia de Pirro, pronunció estas palabras memorables: «Plegue a los dioses que nuestros enemigos sigan esta doctrina cuando estén en guerra con la República». (...)

Aquel que, cuando habla explícitamente de cualquiera cosa, ignora que habla implícitamente de Dios, y que, cuando habla explícitamente de cualquier ciencia, ignora que habla implícitamente de teología, puede estar cierto de que no ha recibido de Dios sino la inteligencia absolutamente necesaria para ser hombre. (...)

En todas las zonas, en todos los tiempos y entre todas las razas humanas, se ha conservado una fe inmortal en una transformación futura, tan radical y soberana, que juntaría en uno para siempre la naturaleza humana y la divina. (...) La diferencia entre el panteísmo y el catolicismo está en que el panteísmo sostiene que el hombre es Dios por su naturaleza, mientras que el cristianismo afirma que puede llegar a serlo sobrenaturalmente por la gracia; está en que el panteísmo enseña que el hombre, parte del conjunto que es Dios, es absorbido completamente por el conjunto de que forma parte, mientras que el catolicismo enseña que el hombre, aun después de deificado, es decir, después de penetrado por la sustancia divina, conserva todavía la individualidad inviolable de su propia sustancia. El respeto de Dios hacia la individualidad humana, o lo que es lo mismo, hacia la libertad del hombre, es tal, según el dogma católico, que ha dividido con ella el imperio de todas las sociedades, gobernadas a un mismo tiempo por la libertad del hombre y por el consejo divino.

2. y Juan Valera responde:

...Claro está que si Dios no hubiera querido, ni se hubiera descubierto el pararrayo, ni el vapor se hubiera aplicado como fuerza motriz, ni se hubiera inventado la brújula, ni la pólvora, ni la imprenta. No se hubiera inventado tampoco la economía, el derecho político, la ciencia de la administración y otras, en virtud de las cuales se mueve la gran máquina de la sociedad, y se mueve hacia el bien, porque Dios lo quiere, y porque Dios la dirige, valiéndose para ello de la inteligencia y de la libertad del hombre.
"La disminución de la fe trae consigo la disminución del bien y de la verdad en el mundo", ha dicho el marqués de Valdegamas. Es así que el bien y la verdad, aunque anublada e incompleta ésta, y aquél escaso y fugitivo, existen hoy en el mundo, más abundante el uno, y la otra más clara que nunca; luego la fe existe también en los corazones. Lo que dejará pronto de existir es la superstición y el fanatismo.

1-Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. 2-Juan Valera, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, considerados en sus principios fundamentales, por D. Juan Donoso Cortés, Marqués de Valdegamas.

[El iluminado Juan Valera, después de poner a caer de un burro al oscurantista "marqués" (y de recordarle al lector su marquesado cada vez que se le presenta la ocasión), hace profesión de optimismo y de fe en el progreso. Es interesante fijarse en los términos utilizados, porque serán, revueltos de diversos modos y más o menos adaptados a los tiempos, los mismos que aparecerán desde entonces en todo discurso que se precie: "ciencia" de la administración, economía -de eso saben mucho los iluminados, a la vista está-, la gran máquina de la sociedad, la verdad anublada que empieza a despejarse, la superstición y el fanatismo que llegan a su fin... Es también muy reveladora su manera de entender la acción divina . En el fondo de la crítica, la omnipresente suficiencia iluminado-progresista (suficiencia desconcertante cuando se comparan las figuras de Valera y Donoso) y la conclusión, cómo no, de cajón: el talento, la verdad y el altruismo, de parte propia; la torpeza, la mentira y los sucios intereses, de parte ajena. ¿A esta gente dónde le extirparon el mínimo sentido de la objetividad y la autocrítica? ¿Dónde les fabrican los espejos trucados? Estaría bien saberlo, poder mirarse un rato en ellos para saber qué se siente. Debe de ser tan agradable sentirse la encarnación de todo lo bueno, lo noble y lo inocente...

P.S. Aunque mejor no, es peferible que el espejo te cante las cuarenta y conservar, al menos, el sentido del ridículo. Acabo de escuchar el resumen de la sesión de control en el Congreso y me han entrado escalofríos oyendo a la Vice echar en cara a su oponente: gu-la-de-po-der, gu-la-de-po-der. Lo dicho: no se ven. Triste España ... sin ventura]

6 comentarios:

Santiago dijo...

Te confieso que nunca había leído nada de Donoso Cortés, aunque sí había leído acerca de Donoso Cortés (ya sabes que la vida es corta para acudir a todas las fuentes y uno generalmente sólo tiene referencias de autores que merecerían un mejor trato por nuestra parte); los clichés sobre su persona, por lo que recuerdo, eran demoledores: conservadurismo y reacción, catolicismo a ultranza, y poco más. Que Abellán le dedique un buen pellizco de su historia del pensamiento español sólo mostraba (eso pensé yo en su día) que el pensamiento español andaba escaso de practicantes y había que rellenar las páginas con algo.
Pero me ha interesado mucho el texto que citas.
No me quiero meter en la polémica con Varela; era un señor muy leído y viajado, y seguramente se sentía con fuerzas para despreciar al marqués desde la espléndida Viena; pero me parece interesantísima la colección de citas clásicas sobre la religión como fundamento de la sociedad.
Puede ser verdad que no hay sociedades fuertes sin religión, pero me atrevería a decir que se trataría de "religión" en sentido amplio, una religión que se definiría precisamente como el cemento de la sociedad, como un fenómeno tal vez más sociológico que teológico, un poco en el sentido de Durkheim.
Ha llovido mucho desde Jenofonte, pero su afirmación de que las naciones más duraderas han sido siempre las más piadosas podría aplicarse a los últimos 20 siglos (y a los últimos cien años) si entendemos que la fuerza de una nación es su sentido de misión en el mundo y en la Historia. Los norteamericanos o los chinos hoy, o los británicos o los franceses hace cien años, son o eran fuertes porque tenían un sentido religioso de la razón de ser de sus países; pero insisto: religión en sentido laxo.
No sé si me he ido por las ramas. Me temo que tu cita da mucho más de sí, pero quería solo comentar este aspecto.
Besos y gracias. Ya sabes que, aunque no te hagamos comentarios todos los días, te leemos con fruición. Es un lujo eso de que nos ofrezcas el licor del alambique de las lecturas de tu vida.

Cristina Brackelmanns dijo...

Santiago, muchas gracias, qué alegría saber que hay vida al otro lado, y vida tan sabia a pesar de no haber leído a Donoso Cortés (yo te confieso a cambio que nunca he leído a Durkheim). Ganas me dan de copiarte el comentario y pegarlo de entrada.

Donoso es un peso pesado de la crítica a la modernidad y uno de los pensadores más brillantes de los dos últimos siglos, y no de España sino de Europa, donde se le conoce y se le aprecia bastante más que aquí, precisamente por lo que dices de los clichés demoledores.
Aquí y ahora el único que le cita, en forma de pildoritas envenenadas del coco Donoso, es el insigne Peces Barba, de quien siempre dudo si no lo ha entendido en absoluto o si lo ha entendido demasiado bien. Donoso es la bestia negra, junto con de Maistre y Bonald, del Sr.Peces Barba; por algo será. Fíjate que pensé contraponerlos a los dos, a Donoso y a Peces, cogerle cualquier parrafito de esos artículos-oráculos con los que deleita cada poco a su audiencia (el aclamadísimo "Las luces y las sombras"-El País 22.08.2006, o la última perla: "El enemigo sustancial"-El País 15.1.2010, que mejor ni te comento porque me sube la tensión y me desvelo, pero léelo please, que verás la fuente en la que beben desde de la Vega hasta Pepiño y por supuesto nuestro Presi), pero la comparación habría sido tan sangrante que preferí a Valera, que al menos nos dejó su Pepita y su Juanita.
Volviendo a Donoso Cortés, sólo puedo decirte que lo leas, que es un verdadero placer, por la inteligencia y la finura de sus análisis; por su manera de llegar al fondo de la cuestión -allí donde la política se convierte en teología-, que es el de las diferentes concepciones del hombre: criatura y sujeta a límites (esa es la religión de la que habla el párrafo de la entrada: cemento y límites), o dueña absoluta de sí y con poder para moldear a su antojo la realidad; por su preocupada defensa de una política que no vaya en contra del hombre y de una sociedad vivible; por su visión de futuro; por su absoluta "incorrección" que a estas alturas, aunque ciertamente se pase un poco, resulta refrescante. Y además de todo eso, por la fuerza y la belleza de su escritura, por su apabullante conocimiento de la filosofía y la historia y por esa cultura clásica de primera mano, deslumbrante y siempre bien traída.

Por cierto, otro gigante casi ignorado del pensamiento español, que de haber nacido en Inglaterra o Alemania también habría corrido mejor suerte, es Balmes. Pero como deja a Descartes y cuanto le sigue a la altura del betún, y como también viene de las filas del catolicismo...pues otro coco. Imagino que Abellán también le dedicará algún pellizco.

Muchas gracias por tu visita, Santiago, leerte a ti es otro placer.

P.S. Lo del alambique te ha quedado muy fino. A la altura de Donoso, como poco. Gracias.

E. G-Máiquez dijo...

Qué paradajo que mi propósito después de leer este lujo de entrada y esta fiesta de comentarios, sea... ¡leer a Peces-Barba!
Pero cómo he disfrutado. Muchas gracias.

Santiago dijo...

No, Crista, me vas a permitir que no te haga caso y no me lea a Peces Barba. Como te decía antes, la vida es corta y la mies mucha; y hay autores que no merecen ni diez minutos de nuestro tiempo. De Balmes dices una gran verdad. El pensamiento de raíz católica ha caído en un desprestigio descorazonador y ya no está en la norma de lo que hay que leer para estar en la cultura occidental. ¿Por qué no nos regalas con una cita suya un día de éstos?
Prometo poner remedio a mi incultura donosiana y leerlo pronto. ¿Alguna recomendación especial? He encontrado en internet (ah, qué maravilla esto de la biblioteca ambulante al alcance de la punta de los dedos) un par de discursos parlamentarios que he disfrutado de lo lindo, pero se quedaban en la política. Aunque ¡qué política! Si los taquígrafos de las Cortes de entonces eran fidedignos, me pregunto cómo ha podido degenerar tanto la oratoria parlamentaria española en ciento cincuenta años.

Cristina Brackelmanns dijo...

Muchas gracias a ti, Enrique. Un abrazo y que lo digieras bien.

Cristina Brackelmanns dijo...

Haces bien, Santiago. A mí me es útil para saber por donde pueden venir los tiros en las animadas reuniones familiares: oído Peces Barba, oídos todos. Y porque nunca está de sobra conocer al "amigo sustancial": las medidas educativas de tinte más totalitario (como la EpC) y todo el tufo anticlerical y casposo de este Gobierno, nacen directamente de las obsesiones de este señor...
Pero tienes razón, lo mío con el Sr.Peces roza el masoquismo, mil veces mejor dedicarse a Donoso y a su Ensayo, que lo tienes a tu disposición en la maravillosa www.cervantesvirtual.com (¿no creerías que me había copiado las parrafadas a dedo?). La crítica de Valera también está completa en internet.

Al hablarte de Balmes, ya pensé lo de buscar alguna cosita. No tengo "El Criterio", sólo su "Historia de la Filosofía-Tratado de Estética". A ver, que al final los subrayados se me alargan demasiado, porque sin lo que les precede, y a veces lo que les sigue, me doy cuenta de que no se entienden bien.

Un abrazo, Santiago, muchas gracias.